La ermita de Montamarta
Este óleo es uno de mis favoritos de entre todos los que he pintado. Representa la Ermita de Montamarta, un pequeño pueblo de la Tierra del Pan, en Zamora, junto a la carretera que va a Orense. Allí, como una proa que se adentra en el embalse –o en el valle, si el pantano está vacío–, se alza este pequeño santuario, que arrastra tras de sí el cementerio y que es para mí un lugar sagrado. Aquí reposa mi padre, en su tierra natal, y enfrente, al otro lado del camino, se mantiene aún en pie, como testigo de toda mi historia, el viejo palomar, sobre la ladera en que teníamos una viña hace mucho tiempo. Es por todo ello una imagen que evoca recuerdos, que inspira relatos o poemas y que represento de forma recurrente, como por un impulso.