Hechos 8:1-3 (RVA-2015)
Y Saulo consentía en su muerte.
En aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén, y todos fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria, con excepción de los apóstoles. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban, e hicieron gran lamentación por él. Entonces Saulo asolaba a la iglesia. Entrando de casa en casa, arrastraba tanto a hombres como a mujeres y los entregaba en la cárcel.

Hay tres hechos importantes que quiero señalar en estos versículos.

• El primer hecho es que hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén, y una gran cantidad de creyentes se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.

• El hecho número dos encontrado en Hechos 8:1-3 es que los Apóstoles se quedaron en Jerusalén. Los Apóstoles del Reino no se extendieron a sí mismos... en toda Judea, y en Samaria, y hasta la mayor parte de la tierra. Nuevamente tomaría más tiempo para que eso suceda. Y sucedió en su vida, porque leemos de Pedro mismo escribiendo a los discípulos ... diseminados por Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, ... en 1 Pedro 1: 1. Pedro probablemente visitó todos estos lugares durante su vida. Leemos que él fue conocido por los corintios en 1 Corintios 1:12; 3:22; 9: 5 y 15:5. Encontramos que Pedro vino a Antioquía, Siria, en Gálatas 2:11. Y Hechos 9:32 a Hechos 12 cuenta que Pedro predicó fuera de las regiones de Jerusalén.

• El hecho número tres de la nota en Hechos 8:1-3 es que Saulo de Tarso fue en gran parte una de las razones por las que ellos estaban dispersos por las regiones de Judea y Samaria, excepto los apóstoles.

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Hechos 8:3 nuevamente nos dice: En cuanto a Saúl, hizo estragos en la iglesia, entrando en cada casa y transportando a hombres y mujeres los encarcelaron. Implícito en esta declaración está que Saulo de Tarso también se quedó en Jerusalén en este momento persiguiendo a los cristianos, pero en breve eso también cambiaría, porque como leemos en Hechos 8: 1 todos estaban dispersos en el extranjero a través de las regiones de Judea y Samaria...

En el momento de Hechos 9:1-2 leemos esto de Saulo de Tarso:

Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén.

Damasco estaba a unas 136 millas (aprox 219 km) de Jerusalén.

Hechos 26:11 Muchas veces, castigándoles en todas las sinagogas, procuraba obligarles a blasfemar; y enfurecido en extremo contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.

Hechos 9:21 revela aún más las persecuciones de Saulo de Tarso fuera de los límites de Jerusalén: ...

Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes?

También Hechos 22:4 nos dice nuevamente:

Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres;

Como lo hace Hechos 8:3, que la persecución de Saúl a los cristianos no se limitó solo al sexo masculino, porque leemos allí:

Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel.

Entonces vemos que los cristianos se dispersaron en el extranjero después de la muerte de Esteban, y que Saulo de Tarso fue una de las razones principales por las que los cristianos se dispersaron.

Todo lo que hizo fue comenzar a difundir la palabra de Dios en todo el mundo. Hechos 8:4 lo registra así:

Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio.
El resto del capítulo ocho de los hechos registra la difusión de la palabra de Dios, y cómo el Espíritu Santo usó hombres fieles llenos del Espíritu para este propósito.

Los apóstoles Pedro y Juan comenzaron a ministrar también fuera de Jerusalén. Hechos 8:14 -15 nos dice:

Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo;