La vida del Apóstol Pablo #65 - El evangelio que predico aprendí de Jesucristo

Gálatas 1:11-12 Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.

Permítanme parafrasear lo que Pablo escribió aquí nuevamente con mis propias palabras: Yo Pablo tengo un certificado del Señor que declara que el evangelio que predico no es algo que aprendí d algún hombre, a pesar de que tuve algunos maestros maravillosos. Más bien, el evangelio que predico vino a mí directamente por Jesucristo, quien se me apareció varias veces en diferentes lugares y me reveló este evangelio.

GALATAS 1:15-17 dice que llena algunos vacíos que el noveno capítulo de HECHOS deja de lado.

Gálatas 1:15-17 Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco.

Esta porción de la vida de Pablo tiene lugar entre HECHOS 9:22 y HECHOS 9:23.

Lo que vemos aquí en parte es que Saulo de Tarso no tenía donde vivir desde que fue salvado. Antes de ser salvo, vivió cómodamente en Jerusalén. Él era un líder de los judíos en Jerusalén, y muchas personas allí lo admiraban. Después de aceptar a Jesús en su vida en el camino a Damasco, Saulo de Tarso era un prófugo de los judíos que, con el paso del tiempo, lo buscaban para asesinarlo, Ver HECHOS 9:23.

Entonces fue a Arabia y volvió a Damasco. Ahora no tenía amigos verdaderos en Jerusalén, y los únicos amigos reales que tenía desde que se salvó los encontró en Damasco, Ananías de Damasco fue uno de ellos.

Es importante mantener este hecho en mente mientras continuamos nuestro estudio de la vida del Apóstol Pablo. Ananías de Damasco debe haber presentado a Saulo de Tarso a los compañeros creyentes en Damasco.