Primer Concurso #cuatrocuentos: ¿Qué coño pasa aquí? - Crisis

in #spanish6 years ago

En una noche fría de principios de noviembre del 2018, Abigaíl y Gastón disfrutan de la cena en su casa. Muy pronto el asteroide TB145 comenzará a ejercer su influencia. Repentinamente recuerdan que no compraron el vino para festejar el inicio de una nueva vida en otro país. «Tranquila amor, yo iré. No me tardaré» fueron las palabras de Gastón antes de salir de la casa a la tienda de enfrente, pero al atravesar la calle de nuevo ignora que el paso del cometa ya está haciendo efecto en ese específico punto de la tierra y que la 'zona oscura' ya se ha formado allí. Al cruzarla esta le enviará a una dimensión alterna, a una casa que en apariencia es igual a la suya, sin embargo en el interior se encontrará con una sorpresa.


Crisis


—Abi, regresé —dijo Gastón, quien volvía de la tienda con una botella de vino tinto—. ¿Ves? No me tardé —añadió.

Apenas caminó un par de metros en la casa y notó un detalle que le extrañó: «¿De dónde salió este cenicero?» se cuestionó. Ni él ni su mujer fumaban, al menos ya no. Ambos habían dejado el cigarrillo desde el día en que se enteraron que tendrían a su primer hijo. Aquella noche Abigaíl le hizo prometer que ya no fumaría más porque no quería que su bebé se viera afectado por sus vicios. Se extrañó aún más en ese momento al ver que el cenicero tenía una colilla que seguía parcialmente encendida.

Gastón continuó su andar por el pasillo hasta llegar al comedor. Todo estaba como hacía veinte minutos, que fue el tiempo que se tardó en ir y venir de la tienda, dos platos de espagueti con albóndigas, que impregnaban el pequeño comedor con su aroma, reposaban en la mesa sobre el mantel blanco, junto a dos copas que esperaban ser colmadas de vino. Nuevamente otro detalle llamó su atención: los juguetes de la pequeña Lilith, que acostumbraba a dejarlos regados en aquel sitio, ya no estaban. «Abigaíl los habrá recogido, de seguro está en el cuarto de Lilith guardándolos» pensó.

—Bebé, ¿Dónde estás? —preguntó Gastón—. Quería comentarte sobre un cenicero que está en el pasillo —concluyó.

De pronto sintió como unas manos finas suavemente tapaban sus ojos desde atrás de él.

—Ah, ¿Te estabas escondiendo? —preguntó entre risas.

—Solo quería ver si te animabas a buscarme —respondió una voz de mujer que, mientras reía suavemente, añadió—: pero tú, tan aburrido como siempre, te quedaste aquí.

Aquella voz hizo que Gastón se paralizara. En efecto la reconocía, no había duda de ello, sin embargo sabía que no era su mujer quien le dirigía la palabra. Con la sangre helada y sin decir nada quitó las manos que le tapaban los ojos y volteó la vista hacia atrás solo para comprobar a quién vería a sus espaldas: pelirroja, esbelta, de poco más de un metro setenta de estatura, con sus hipnotizantes ojos tan azules como las gamopétalas, esas pequeñas flores mejor conocidas como no me olvides, allí estaba ella, Dalia, quien en tiempos de preparatoria fuese el amor de su vida y que, por circunstancias de la misma, tomó la decisión de estudiar en el extranjero, lo que los llevó por caminos separados.

—Dalia... —dijo con la voz entrecortada— ¿Qué diablos haces aquí?

La seriedad con la que formuló la pregunta tomó por sorpresa a Dalia, quien primero pensó que se trataba de una mala broma. Pero, a medida que la conversación avanzó, descubrió que no era así.

—Amor, ¿Te sientes bien?

—¿Cómo es qué estás aquí? —Gastón estaba confundido y, como consecuencia de su confusión, alterado.

—Gastón no entiendo de qué hablas ¿Dónde más iba a estar?

—¿Esto es alguna especie de broma? ¿Me la están jugando Abigaíl y tú? ¿Cómo es que se han conocido?

—¿Quién es Abigaíl? —preguntó con cara de asombro.

—¡Mi esposa, maldita sea! —exclamó, harto de la broma que, según él, le hacían.

Dalia, atónita ante la afirmación de Gastón, le observó fijamente por cinco minutos sin mediar palabra. Se recargó en la silla del comedor que estaba frente a él y, con lágrimas asomándose en sus ojos, le tomó las manos con las suyas.

—Gastón... —una mezcla de pena y tristeza se sentía en su voz—yo soy tu esposa —le colocó una mano en la cara, acariciándole suavemente— ¿Qué te pasó mi amor? Solo saliste por unos minutos, ¿Te golpeaste o algo así? ¿Quieres que llame a una ambulancia?

Perplejo, Gastón se levantó de la silla, «Lilith». El nombre de su hija le llegó como un pensamiento en ráfaga. Corrió hasta donde debería estar su habitación y abrió la puerta de golpe. No había cuna, ni juguetes, ni alusivos a personajes de series infantiles pintados en las paredes. Solo una cama individual junto a una mesa de noche abarcaban el espacio del cuarto de paredes pintadas en azul rey. Él cayó de rodillas y se recargó contra el marco de la puerta. De inmediato reventó en llanto.


—911, ¿Cuál es su emergencia?

—Es mi esposo, creo que ha sufrido un colapso mental o algo así. No sé qué le pasa, por favor traigan una ambulancia —decía Dalia a la par de que, inútilmente, intentaba mantenerse calmada.

—Señora, ¿Él ha manifestado alguna conducta violenta?

—No, no, no. Llegó a casa diciendo incoherencias y está llorando frente al cuarto de huéspedes —respiró hondo—. Es primera vez que le ocurre algo así. Por favor dense prisa, temo que pueda empeorar.

—De acuerdo. Estamos enviando una unidad en este momento. Por favor, manténgase al teléfono.

«Al cruzar la calle. Todo ocurrió cuando crucé la calle» pensó Gastón con la poca lucidez que le quedaba. Aquella situación le aturdía como nunca nada lo había hecho antes. «Quizá, si vuelvo a cruzar... no, es demasiado loco. ¿O no lo es?». Decidido, se levantó y corrió hasta la salida. Dalia apenas y pudo estirar el brazo para tratar de sostenerle pero no tuvo éxito. Una vez fuera, corrió hasta la tienda. Notó que toda la calle estaba a oscuras, aparentemente solo su casa y aquel minimercado tenían electricidad. En medio de la carretera se detuvo, sin saber por qué, y miró hacia el cielo. Allí, sin conocer de qué se trataba, divisó el asteroide TB145 que paseaba en línea recta por el firmamento.

Entró a la tienda y caminó hasta donde se encontraba el cajero, un muchacho caucásico, menudo, de veintitantos años y con las ojeras típicas de alguien que duerme cuatro horas al día, y le preguntó:

—Muchacho, sé que esto sonará muy extraño pero, ¿Yo estuve aquí hace unos minutos?

—Emmm... —el chico no sabía si reír o asustarse ante la pregunta— sí, compró una botella de vino. ¿Se encuentra bien señor?

—Sí, de maravilla. De hecho, creo que me llevaré otra botella de vino.

Gastón salió del local. Toda la calle seguía a oscuras y el cometa aún paseaba por el cielo. Sin prestar atención a su entorno, caminó de vuelta a su casa. Llegó y tocó la puerta, porque había dejado sus llaves antes de salir. Sin saber a quién encontraría esperó lo peor. Escuchó que, desde adentro, alguien se acercaba a abrir la puerta. —Ya voy —dijo una voz femenina. Sus oídos no creían lo que escuchaban. Esa era la voz de Abigaíl. Apenas abrió la puerta este la tomó del brazo y la abrazó fuertemente.

—Oye, solo te fuiste por quince minutos —dijo ella risueña—. No es para tanto.

—Parece que hubiese pasado mucho tiempo —respondió él.

—¿De qué hablas?

—Nada, solo... entremos —concluyó con una sonrisa de oreja a oreja.

No había cenicero. El piso del comedor estaba abarrotado de los juguetes y peluches de Lilith que jugaba con ellos. —Oh, mi querida niña, qué sería de mí sin ti —afirmó Gastón cuando la cargaba para abrazarla. Todo había regresado a la normalidad y él disfrutaba extasiado de ello. Todo era perfecto, tan perfecto como siempre había sido.

Repentinamente escucharon que la puerta principal era abierta. Quien fuese tenía llaves de la casa. «es imposible» pensó Gastón. —Abi, regresé —se escuchó la voz de él mismo que estaba entrando a la vivienda—. ¿Ves? No me tardé —emulando la velocidad con la que un rayo cae al suelo, él caminó hasta el pasillo y allí, ambos se encontraron de frente. Cada uno era la copia idéntica del otro. —Qué diablos...—dijeron ambos al unísono.


Fuente de la imagen


¡Steemian!Este post es de mi autoría, únicamente yo he participado en su creación. El relato presentado corresponde a mi participación en el Primer Concurso 4Cuentos: ¿Qué coño pasa aquí? creado por @steemitficcion

Como siempre, me ayudaría muchísimo si dejas un comentario sobre qué te gustó y qué no de este post y, si te gustó, un voto positivo tampoco me vendría mal. ¡Gracias de antemano!

Pdt: También puedes seguirme: @pavonj. Estaré posteando más contenido de diferentes estilos.

Sort:  

Muy buen relato, has captado a la perfección la esencia del ejercicio. Buena suerte en el concurso.

Muchas gracias :D

Muy bueno @pavonj...esperemos sean muchos los que participen y se haga un concurso interesante

Gracias, también espero lo mismo :D.

Buen relato, tienes una agradable forma de escribir. Aunque me parece un final un poco peligroso que podría llevar a romper la paradoja, pero no por eso deja de ser bueno. Buen trabajo.

No creo que el final rompa la paradoja, ya que precisamente el tema del cuento, en mi opinión, debía abarcar la posibilidad de la existencia del multiverso donde podría incluso haber copias exactas de nosotros mismos. ¡Gracias por tu voto y por comentar!

Siguiendo la linea de las películas, el encontrarse con la misma copia de uno crearía la destrucción del universo, o al menos eso es lo que se plantea en back to the future, en ese sentido es al que le hago referencia

No necesariamente. Esto se representa en la película Coherence (que es de dónde se sacó la idea del concurso) cuando la protagonista se encuentra, en dos ocasiones, con versiones alternas de si misma en puntos diferentes del filme.

Spoiler: Intenta, en vano, asesinar a una de las versiones alternas de si misma para quedarse con su estilo de vida jaja.

Genial, eso me aclara una duda que tenia, y por el spoiler no hay problema, no puedo ver películas en mi pc, así que difícilmente tendré el placer de disfrutar Coherence. Lo que si es que esto me brinda muchas probabilidades y ahora ando cuestionándome cual de los caminos escoger para participar. Gracias, me has ayudado a decidirme que hacer :)

Jaja me alegra ser de ayuda. Un saludo amigo.

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