Sobre Sábanas Blancas

Mi respiración en tu cuello te eriza la piel, mi lengua juguetona comienza a humedecer tu oído, tu respiración aumenta, comienzas apretarme fuertemente, buscas mi boca, pero sigo lamiendo tu cuello, oído, lentamente.

Te desesperas y buscas mi boca, y me das el más intenso beso, beso que sabe a lujuria, deseo, pasión.

Tu mano sostiene fuertemente mi cabeza para no dejarme escarpar de ese beso, me devoras, lames, muerdes mis labios, sigo tu juego.

Me giro dándote mi espalda, comienzas a oler mi cabello, tus besos bajan poco a poco a mi espalda, me inclino un poco, pero me sostienes fuertemente y comienzas a rozar tu lengua sobre ella, sentir la humedad de tu lengua me hace estremecer, sonrío de manera perversa, se lo que se aproxima.

Miro frente de mí y el espejo de la habitación muestra nuestros cuerpos desnudos, en un cuarto que será testigo de nuestro placer que disfrutamos con el tiempo limitado.

Me lanzas a la cama, y te arrodillas frente a mi, sujetas mi caderas inclinando mi sexo a tu boca, tu lengua comienza a recorrer cada centímetro de ella, sientes la humedad que hay en mi. Sentir tu lengua en mi me estremece, me hace gemir, me excita, te digo que sigas, tu no me escuchas, tu sigues tu faena, mientras introduces dos dedos en mi, una y otra vez.

Te suplico que me cojas, me haces caso te levantas y me penetras fuertemente, nuestros cuerpos se unen, bailan un solo ritmo, sobre esas sábanas blancas, que absorben nuestros sudores, nuestros fluidos, nuestro placer.

Al llegar al éxtasis gritas mi nombres y caes rendido encima de mi, tus labios me besan tiernamente y me abrazas para descansar juntos en ese lugar de medio tiempo.

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