Mi amor en las calles de Caracas #Anécdota

Todos en algún momento de nuestros días, topamos con ese amor que nos revuelve la vida.

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¿Me dirán que a ustedes no les ha pasado? Por que creo que a mi me pasa cada día, a cada momento y a cada segundo. Quizá exagerándolo un poco. Pero sí, al menos hoy me paso.

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Amores en las calles de Caracas

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Creo inmensamente en la espontaneidad, a veces me leo y no dudo para nada lo poética y cursi que suelo ser. Pero no me juzguen por el extra de dulzura que se me pueda escapar, empalagando mis letras en ocasiones.

-Solo en ocasiones, por supuesto-

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Hoy por la mañana, con la sorpresita natural y típica de los días -lunes- Difícil de interpretarlos y vivirlos, en su mayoría de veces, desperté.

Eran las 5:00 am de la madrugada, todo se encontraba oscuro, la frescura de la mañana chocaba con mi rostro, el sueño me tenia casi delirando, pues despertar a tempranas horas del día no es una tarea que se me da con dominio y facilidad. Como de rutinaria costumbre, tome el transporte a la ciudad, para ser más clara y precisa, la ciudad de Caracas. Digamos que vivo en una ciudad anexa, apenas a 30min del centro capital, simplificando mi explicación.

Llegando a Caracas

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Ya estando en Caracas, calculando haber tardado unos 35min, mientras abordaba el transporte y llegaba a las cercanías de la estación del Metro, mantenía mi cabeza en blanco, en cero, en recarga de energía, entre dormida y despierta, o como solemos llamarle los oficinistas madrugadores, en modalidad zombie.

Llegue con mi cara de cotidianidad, asumiendo la rutina y las vivencias que en ocasiones creemos vivirlas repetidamente en tiempo y espacio, casi como congelar los días y despertar siempre en la misma frecuencia. Baje las escaleras eléctricas, llegue al tren, apreciado su ausencia y esperando su llegada...

El tren apareció, se encontraba un poco vació, cosa que me alegro por tener unos minutos más para dormir antes de llegar a la oficina, o por lo menos ir relajada -La palabra más sonada hace unos 5 años antes de iniciar la universidad-

Mi viaje era largo -no quiero extenderme de los sucesos ocurridos en cada estación por la que debía transitar- lo bueno de la historia es que iba feliz ya que iba sentada en un puesto cómodamente. -Riéndome y reconociendo lo bueno de todo lo malo- [Los caraqueños me entenderán] Pero resulta que hay cosas más buenas que uno ni se espera.

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Y aquí fue cuando...

Al detenerse en una de las estaciones, una zona muy bonita y quisiera decir tranquila pero no estoy segura de eso, se abre la puerta del tren, yo me encontraba justamente viendo hacia ese lugar, hacia la entrada de usuarios, evitando ver el rostro desanimado y gris de quienes tenia al frente -Personas asumiendo rutinas y con cara de lunes, además-, fue allí cuando inexplicablemente vi como una luz en medio de tanta oscuridad, era hermosa.

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Ella entro, me vio y en dirección opuesta me dio la espalda, sujetándose del agarra manos frente a mí. Solo la observaba por detrás...

Su cabello era castaño claro y muy largo, específicamente llegaba a su cintura, era liso y fino, sus piernas eran hermosas, bastante definidas, su color de piel era solo un poco bronceado, era blanca con toque de vivir en una ciudad calurosa, sus zapatos eran deportivos color negro, llevaba un jeans azul claro, una camisa negra estilo sweater, aunque muy fina y combinada y en la mano llevaba un bolso rosado claro, de tamaño común.

Yo no dejaba de verla, por que necesito confesarles que apenas la vi entrar y la mire a los ojos, ella también mirándome, quede en stop... ¿Y saben por que? Por que algo sentí en ese momento que la vi; su belleza, su mirada, su ser, su no sé, por que ni siquiera la conocía.

Pasaron unas cuentas estaciones, ella volteo a ver hacia donde yo estaba, y cuando volví a mirarla a los ojos, quito su mirada y continuo dando su espalda...

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En la siguiente estación entraron más personas, lo que hizo que ella se moviera a las agarraderas del lado donde yo me encontraba, pero justamente delante de mi, dándome su presencia a mi cercanía, fue allí cuando note que me empezó a mirar, mirándome a los ojos, detallandome en segundos de rapidez, mientras mi mirada volteaba hacia otra dirección captaba y sentía como me analizaba.

Ahí ella se sentó en la hilera de asientos frente a mi, al llegar a mi estación de destino, por casualidad ella también se bajaba allí, nos volvimos a ver a los ojos una vez más, hablándonos rápidamente entre miradas, pautando un próximo encuentro y despidiéndonos con expresión de habernos conocido antes. Sin saber cuando el destino nos volvería a cruzar.

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Sin conocerte, me encantaría volver a toparme contigo. Así es la vida en mi Caracas, de amores y desamores se vive.

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