Tragedia Tropical 🍃 Caparo, Venezuela.

paolapernia (57)in #spanish • 6 years ago

¡Destino nuevo!

Durante las vacaciones (¿o fue un paro?) del 2015 decidí, junto con 3 de mis amigos, hacer un pequeño viaje a Caparo, el lugar donde crecí y el que tantos buenos momentos me dio.

Santa María de Caparo es un pueblito merideño que no lo parece, tiene más espíritu llanero que gocho, está ubicado en el municipio Padre Noguera, justo después de pasar el borde del estado Táchira.

Por muchos años la vida del mismo giró en torno a la construcción de la represa La Vueltosa, junto a “Guayanito” (como le dicen los locales a este pueblito) se construyeron todas las instalaciones de la empresa eléctrica nacional del momento: un “campamento” que era donde vivían todos los trabajadores con sus familiares, áreas recreativas, oficinas, escuela, y todo lo que podrían necesitar para llevar sus vidas allí sin mucho problema.

Hoy en día todo esto no es ni rastro de lo que solía ser, de lo que yo recuerdo… y tal vez en parte por esto no he vuelto.

Pero bueno, ya los puse en contexto, ahora seguiré con las fotos de uno de los últimos viajes que hice al campamento, en el que mis amigos y yo nos pensábamos quedar un par de días, y por supuesto llevábamos lo justo para cumplir con ese plan.

El tiempo allá se nos fue entre historias, comidas e idas a la piscina, para la que debíamos pedir cola (aventón o hacer dedo) si queríamos llegar rápido, ya que queda en otro campamento algo más alejado; todo iba viento en popa hasta que se nos ocurrió la brillante idea de quedarnos un día más.

“Un día más, será divertido” o eso creíamos…

No nos preparamos en lo absoluto y la comida se acabó demasiado rápido, al igual que el dinero, estábamos allí al día siguiente en la piscina pensando en la terrible decisión que habíamos tomado, el hambre se apoderó de los cuerpos de los muchachos, ya estaban delirando y no tenían energía para nada, no conseguíamos cola de regreso y en consecuencia nos tocó caminar más de lo esperado, mientras imaginábamos todas las cosas deliciosas que podíamos haber estado comiendo si nos hubiésemos apegado al plan inicial.

Finalmente logramos sobrevivir una noche más con los restos de mercado que quedaban en la casa, un poquito de esto y otro poco de aquello, así terminamos formando un plato medio decente que nos daría el empujón necesario para aguantar.

Sé que suena algo dramático, pero es que de verdad el hambre hizo estragos aquel día. Amaneció al último día, nos fuimos del pueblo, desayunamos un par de empanadas en Abejales (Táchira) y dos horas después estábamos en San Cristóbal, tan agotados que casi ni nos despedimos cuando llegamos al terminal de pasajeros, se podrán imaginar las ganas que teníamos de llegar a nuestras casas.