Historia de Khaldran Winchester, Parte II
¡Hola! Aquí sigo la historia de mi personaje de Rol, Khaldran Winchester.
Aquí os dejo la primera parte: Parte I
Una gran mentira y una traición
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Raina vivía con su amado muy bien el primer año, pero aunque el amor era correspondido, él era muy celoso y quizás muy manipulador. La misma historia que casi vivía con su padre, podría volverla a vivir y es que dicen, que cuando buscamos el amor, buscamos a veces reflejos de nuestros familiares más cercanos y en este caso, se cumplió.
Carl, en la sombra manipulaba y trataba de buscar el poder, entre chantajes, sobornos y manipulaciones a escondidas del rey. Ella quedó embarazada de su primogénito y durante su embarazo, el amor de Carl quizás se esfumó o tal vez todo fue una mentira, pues utilizó la excusa de que se había casado con alguien de una familia pobre, sacando a la luz trapos sucios de su propia esposa que le pondrían en un aprieto y que al rey le sorprendieron pero tampoco le causó ningún problema, no obstante puso a su padre en su contra cuando estaba seguro de que gracias a esto, se ganaría el favor del pueblo.
Y cobró su recompensa, su padre desacuerdo no pudo hacer nada y Carl Danfort, fue nombrado por el rey Terenas Menethil I en sus últimos días con el título de Duque de Tirisfal, ni más ni menos.
Meses después, Terenas murió de vejez y su hijo, Terenas II, llegó al poder. Raina empezó a sospechar como llegó al poder y aunque ella lo ansiaba, esto no le gustaba un pelo, pues había sido criada en las enseñanzas de la luz y empezó a ver el reflejo de su padre, en su esposo. Pero ya no podía hacer nada, tuvo que guardar silencio.
Nació Zacarías, mi tío; y tan solo siendo un bebé, ocurrió algo imprevisto y es que la casa enemiga, que también aspiraba al poder trató de jugársela al duque. Los Herrick, intentaron sacar a la luz los trapos sucios de Carl Danfort, esto obligó a exiliarse él y toda la familia. Raina no tuvo más remedio que marchar con él y ahora se arrepentía de todo, pues podría haber perdido todo lo que había conseguido, estaba poniendo a su familia en peligro y ahora incluso a su hijo.
Huyeron al sur y les dieron cobijo en Stromgarde, a cambio de dinero a espaldas del mismísimo Rey Thoras. Por si fuese poco, Carl Danfort robó información y joyas de la mismísima corona, había traicionado al reino por poder, por fama. Raina no lo sabía, pero los buscaban por todas partes y eran enemigos públicos.
La justicia
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Cuando menos lo esperas, llega la justicia para aquellos que lo merecen. Pasaron meses y Raina no tuvo oportunidad de escapar, ella no quería perderlo todo, pero no había vuelta atrás, a pesar de que aun sentía amor por Carl, él le mentía en la cara y ella se daba cuenta, una parte de ella quería salir de allí, pero se sentía atrapada y sin escapatoria y aun tenía esperanza de que todo saldría bien. Pero el pasar de los meses, le hizo cambiar.
Fue en la misma ciudad de Stromgarde, años después cuando por primera vez Carl, le puso la mano encima a Raina y eso desencadenó una serie de acontecimientos.
-¿Es que no me entiendes? Raina, querida mía. Debes hacer lo que te digo, ¡ya no me escuchas! Si nos pillan, estamos muertos.
-Ya lo estamos, tenemos un hijo y no podemos estar escapando siempre. No puedo seguir viviendo mirando siempre atrás.
-¡Estúpida! No has escuchado nada de lo que te he dicho. Dije que lo arreglaría y estoy en ello ahora.
Raina intentó escapar, pero Carl le bloqueó la salida y le puso la mano encima, desde entonces, vuestra bisabuela me contó que eso le hizo recordar su trato con su padre, hizo que no solo intentara escapar, si no que trató de tomarse la justicia por su cuenta. En aquel entonces, Zacarías tenía ocho años y lo habían enviado a un lugar seguro, lejos del reino. Había tenido otro hijo, tres años atrás, Bolton se llamaba y ella estaba embarazada en ese momento. Llevaba ya doce años casada y los primeros años fue feliz, pero todo fue cambiando con el tiempo y si bien antes le amaba, ahora no solo dudaba de su amor, si no que casi odiaba a su propio esposo.
-Por eso hijos míos, abusar del alcohol es malo y un padre nunca debe poner la mano encima a su esposa, ni a sus hijos. Jamás.
Esto que os voy a contar, es duro. Pero la realidad es muy dura y sois ya más que niños, para saber lo que pasó. Es necesario para que sepáis como es la justicia y que los hombres malos, no siempre escapan y peor aun, que son nuestras decisiones las que nos hacen ser buenas o malas personas. Raina no aguantaba más esa situación, prisionera y fugitiva, tomó un arma, un cuchillo y trató de asesinarle mientras dormía, a su propio esposo.
Pero no era capaz, si bien había recibido malos tratos, su madre era muy buena y compasiva y sabía que no debía acabar como su padre, como su esposo. Transformarse en él era su peor enemigo y aunque ya no era tan inocente y buena como antes y se volvió un poco manipuladora, dejó el arma a un lado sin que se diese cuenta, cogió a Bolton y trató de escapar por la ventana, para usar un arma mejor. La justicia y su buena labia.
Carl despertó, la siguió por los callejones de la ciudad, llevaba otro cabello y otro ropaje, tenía hombres fieles pagados que le protegían y pocos podrían reconocerlo, no obstante Raina sabía lo que tenía que hacer, parecía tarde, pues su esposo ya le había encontrado y estaba sin escapatoria en un callejón.
-¡Maldita seas! Te encontré, te di mi amor, mi consuelo, incluso una casa, títulos, riquezas y hasta hijos. Salvé a tu familia y a cambio, ¿qué he recibido? Excusas, rechazos, desconfianza e incluso mentiras. ¡No te vas a ir a ninguna parte, Raina! No escaparás de la ciudad.
-No voy a escapar. Voy a entregarte. -dijo incluso sonriendo de satisfacción, sujetando a su niño en el regazo, cansada y sudando encinta y no debía hacer demasiados esfuerzos.
-Ni se te ocurra hacerlo. Si lo haces, pienso acabar contigo.
-¡GUARDIAS! ¡GUARDIAS!
Así, acudieron. Él no tenía escapatoria, sus hombres por muy pagados que estuvieran, no duraron ni cuatro minutos, frente a la guardia real de Stromgarde, quien además era muy amiga de Lordaeron. Encarcelaron al Duque y se llevaron a Raina, quien también estaba acusada por ser su esposa.
-Poned a mi hijo a salvo, por favor. Y Zacarías... está en peligro. Debéis salvarlo.
-Lo haremos. Tened cuidado con ella, está encinta. -dijo el Sargento.
Fueron trasladados a Lordaeron, los rumores se extendían como la pólvora. El mismísimo rey Terenas II, acudió de inmediato.
-Lady Raina, estáis en un aprieto. Habéis ayudado a vuestro esposo, sabíais todo lo que había hecho, ¿Verdad?
-No, majestad. Estuve cegada por el amor y fui esclava de este. Si hubiera visto el monstruo en el que se convirtió, jamás me habría acercado a él; le odio ahora mismo. No obstante, me dio dos cosas buenas. Hizo que mi familia sobreviviese, condenó a mi padre y me dio a mis hijos, a mi futuro hijo y a ellos los quiero mucho.
-Entiendo. Sabemos lo que hizo, él debe estar condenado, en cambio vos y vuestros hijos, no merecen tal castigo. Pero, sin un Duque al mando que sea fuerte, el ducado caerá y la economía se desbordará, por lo tanto peligrará el reino.
-Majestad, antes solo me importaba sobrevivir y ayudar a mi familia, sinceramente los títulos no me importaban lo más mínimo. Pero mi humildad ha desaparecido, todo lo que he pasado me ha hecho recapacitar y me he habituado a este poder, mis hijos incluso se han habituado a él. Sin embargo ahora no ansío el poder por las riquezas, ni por la fama, si no porque es la única forma de castigar a los miserables como él, la única manera de hacer justicia.
-Hmmm. Él será castigado, eso os lo aseguro. Tengo buenos ojos y me he fijado en que tenéis madera para liderar, pero sabéis que no aceptarían a una mujer al mando de un ducado. Solo podéis liderar la regencia del ducado mientras vuestro primogénito cumple la mayoría de edad.
-Puedo cambiar las cosas, majestad. ¿Acaso nuestra fe no nos fomenta en la igualdad? He renunciado al amor, no me importaría tener que casarme con alguien poderoso, si es por el bien del reino. Pero sea como fuere, quiero luchar, no viviría en paz quedándome con los brazos cruzados, al fin he encontrado un propósito.
El rey meditó y pensó durante unos minutos, mientras bebía de la copa de vino.
- Está bien, Raina. Sois afortunada. Me temo que ya estáis mayor para entablar otro matrimonio, además tras haber estado casado con ese tirano y traidor, la cosa se complica. Pero podemos llegar a un acuerdo. Al fin y al cabo, yo también creo en la justicia.
-¿Y bien, mi rey? ¿De qué se trata?
-Tenéis dos hijos y otro en camino. Os pediré que vuestro primogénito se case con la hija de la familia Howarts, que busca un consorte y además, la abadía de Villanorte necesita eruditos y bibliotecarios. Los sacerdotes nunca están de más, sin embargo pocos se ofrecen a la tarea de ayudar a los monjes y al abad a ordenar sus libros y sus tomos antiguos, necesitan mucha ayuda. Es una tarea que cualquier plebeyo podría hacer, pero no tienen la suficiente educación para entender los tomos, además estoy seguro de que al ser de vuestra casa, cuando todo este problema haya sido olvidado, ayudará a devolver la fama y reputación que os merecéis.
-Así se hará pues. ¿Algo más majestad?
-Tenéis hijos en camino, no decidiré nada sobre ellos, es algo que debéis hacer vosotros; pero... -Terenas, se quedó mirando al chiquillo de pelo castaño que jugaba con cartas a su lado. -Aquel chico, ¿cómo se llama?
-Bolton, señor.
-Parece joven, tanto como la hija de los Herrick, cuya familia es una de las más poderosas de dos de los siete reinos. Estaban buscando un consorte digno para su hija. Ellos odian la traición, no obstante saben apreciar la justicia y también valoran mucho mi palabra, podría convencerlos de que -Bolton es el chico apropiado y asegurarles que no mancillará el nombre de su familia. A cambio, tu tendrás el poder de tu casa hasta que cumplan la mayoría de edad, serás la regente Danfort.
-Acepto, muchas gracias mi rey. Pero majestad, solo una cosa más...
-¿Si, Lady Raina?
-La gente no olvidará así como así y todos nos verán como parias, me gustaría que se nos cambiase el nombre con el apellido de mi familia. Tal vez no hemos sido nobles, pero somos puros de corazón y los Winchester siempre dieron todo por nuestra gente al fin y al cabo, si leéis en los libros de historia y buscáis sobre Abraham y Jeremiah Winchester, encontraréis que participaron en las guerras Trols y en la fundación de Lordaeron, no eran nobles, pero dieron su vida por cimentar este reino como mucha gente. En cambio, portar el apellido de un traidor, solo traerá deshonra a nuestra gente.
-Eso está hecho. De ahora en adelante, vos y vuestros hijos seréis Winchester. La gente, incluso los nobles olvidarán lo acontecido con vuestro condenado marido y vos seréis libre de las cadenas del matrimonio. Al fin y al cabo, todos ganamos con ello.
-Gracias, gracias de veras majestad, sois muy amable. Os aseguro que no os arrepentiréis.
Raina se reverenció y marchó de allí, protegida y cumplió su parte del trato. No solo consiguió que encerraran a su esposo, si no que el rey hizo que un sacerdote los bendijera y bautizara. Y el tiempo pasó, Zacarías cumplió sus estudios en Villanorte y se casó en una gran capilla cuando terminó. Bolton creció y casi llegaba la hora de su matrimonio, poco después nacieron Adam y Dalia, mellizos. Mientras Dalia aprendió sastrería, su madre valoraba y decidía con quien estaba destinada a casarse cuando se hiciera mayor, aunque aun no estaba del todo claro, quería lo mejor para ella y para la familia. Adam en cambio, aunque estaba destinado a entregarlo a la iglesia para que hubiese alguien fiel a la fe de la Luz en la familia, la abadía estaba repleta aquel año y hubo que esperar, iba a enviarlo cuando cumplió siete años, pero él no quería, Raina se decepcionó pero quería mucho a sus hijos, le hizo caso y lo envió a un lugar donde sería fiel al reino, a pesar de que le causaba mucho dolor, lo alistaría al ejército años después, cuando cumpliese los quince.
Ahora con buenas relaciones con los Howarts y las que estaban en camino con los Herrick por el futuro matrimonio de Bolton, cuando creciera, además de con la misma corona Menethil, hicieron muchas migas y ayudaron bastante a la ciudad capital y diferentes haciendas.
La Duquesa Raina Winchester regente, con ese poder condenó a muchos castigados y cambió cosas en el reino de Lordaeron, consiguió privilegios para la mujer que nunca antes habían tenido, se hizo amiga de la reina y esta le apoyó en gran medida. Ella acabó siendo patrona de muchas mujeres desamparadas, colaboró con la iglesia y acabó guiando con mano de hierro a mucha gente, cambió muchas mentes y fue un ejemplo para todos, invirtiendo dinero en muchas organizaciones religiosas y en la guardia para mejorar la seguridad del reino. Ya casi se habían olvidado de los percances ocurridos con el traidor y la mayoría lo habían olvidado, excepto algunas familias, como su mayor enemiga. Todavía faltaba lo más importante, el juicio y la ejecución; por suerte aunque tardó años, era algo donde solo acudirían los nobles y cercanos y se celebraría casi en secreto.
Zacarías ya era mayor de edad, a pesar de que tenía motivos para reprochar a su madre haberla entregado a la iglesia y no darle el título regente siendo el primogénito, entendía por qué lo hizo y además, la abadía le enseñó valores de humildad y una educación ejemplar que él ahora agradecía por todo lo alto. Él se enamoró al menos de la mujer con la que se tuvo que casar y vivieron feliz después de todo. Lo único que reprochó a su madre, fue no estar allí cuando más lo necesitaba y no darle el cariño que se merecía, incluso llegó a pensar que no le quería. Sin embargo, era muy inteligente y en la abadía, el abad era casi como un padre para él.
Cuando pasaron los años, el abad falleció y a pesar de tener muchos conocidos allí, decidió cambiar de lugar, estuvo un par de años colaborando en el monasterio Escarlata y finalmente entró como erudito y consejero de la corte. Como erudito que era, se licenció en alquimia y medicina y pudo ayudar en parte al galeno de la corte, se ganó un buen hueco y su madre al fin y al cabo, aunque no se lo decía, estaba orgullosa de él.
El destino de los Winchester se encontraban ahora en manos de los más pequeños de la familia. No obstante muchas cosas estaban por suceder...