Durante días, al caer la noche, comienza a apropiarse de mí, la angustia, el miedo... En aquella habitación oscura, existe una presencia que se apodera del lugar; se puede sentir la energía negativa esparcida por todo el sitio, incluso un fuerte hedor...

Sudorosa y paralizada, intento una y otra vez, enfocar la mirada, para descubrir a esa entidad que me atormenta; quiero gritar y no puedo emitir ni un solo gemido. De repente, siento un peso sobre mí:

Se adueña de mi humanidad, aunque alma y espíritu se resisten desesperadamente; siento la sangre hirviendo correr con más fuerza y un mal sabor en la boca. En un instante y en medio de esa lucha interna, me doy por vencida; mi cuerpo ya poseído, levita unos minutos y cae abruptamente, abro los ojos, encendidos como llamas...

Ahora veo todo muy bien, a pesar de que la oscuridad persiste; pero ya nada me resulta familiar o conocido, he entrado a otra dimensión, otro plano, a un mundo paralelo y perverso...

De un salto, salgo de la cama y exploro el lugar, con pasos cortos, arrastrando los pies, llego frente a un viejo espejo, y allí estoy: esquelética, pálida, convertida en un ser macabro, un morador más de las oscuras tinieblas...