LA DESPEDIDA
¿Lo extrañaba? Una gran parte de ella lo hacía; extrañaba su lado luminoso, los momentos de encuentro, los gestos de amor que afloraban aún en medio del caos. Pero no extrañaba para nada las ofensas, burlas y bofetadas verbales.
Ya había perdido la cuenta de cuantas noches y días pasó llorando; días y noches en donde la tristeza y el dolor fueron protagonistas; lloraba para sus adentros sin aflorar ni una lágrima, creando un mar en su mirada.
Perdieron el rumbo, la brújula de la vida los ubicó en puntos contrarios, sin darse cuenta tomaron caminos distintos, sin saber cómo ni en qué puto momento…
Ambos padecían la ausencia del otro sin querer admitirlo, pero cada vez más se acostumbraban a ella. El vacío estaba allí reclamando su lugar, presente en todos lados y a cada instante: en la cama, estómago, pecho, pensamiento y manos; gritaba para ser notado, mortificándoles la existencia.
Un buen día, él regresó y dijo: - Te amo, y mucho, pero ya es tarde –
Ella prometió no callar más, levantar su voz, expresar lo que sentía. A él no le agradó lo que escuchaba, lo que ella decía; se vio dibujado de una manera desagradable y no se reconocía.
Entre ambos aún latía el amor; se les notaba en la piel, en sus miradas; un amor malherido, agonizante; más aún con vida. A ella ya no le quedaban palabras, ni fuerzas, ni lágrimas y a él le sobraba orgullo; ya no solo caminaban por senderos distintos, sino en diferentes direcciones, alejándose cada vez más.
Una historia sin punto final, ni seguido; si acaso un paréntesis o puntos suspensivos. Una historia con dos autores, que reclama ser editada, la historia de dos vidas, dos almas y una despedida.
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