LA VEREDA DEL LAGO, MARACAIBO-VENEZUELA

A todas estas, eran como las 5 de la tarde, estaba nublado y hacia muy buen clima, de manera que decidimos ir despacio en la vía para disfrutar del camino.

La Vereda del Lago es un lugar que abarca unas 65 hectáreas de terreno, donde convergen personas que quieren pasar un rato agradable, ya que cuenta dentro de sus instalaciones, canchas deportivas, incluyendo un espacio para practicar Paintball, un área para escalar, con un muro de más de 10 metros de altura, una pista de karting, áreas reservadas para uso exclusivo de niños, alquiler de bicicletas, area para caminar o trotar, piscinas para grandes y pequeños con sus respectivo toboganes.

Se encuentra también la Universidad Rafael Urdaneta, la Estación de la Policía de Maracaibo, la estación del tranvía de Maracaibo, dónde en un paseo por la ciudad, muestran el casco histórico de la ciudad y otras zonas populares, contando historias vividas en el pasado y anécdotas de personajes marabinos (de quienes pronto haré un post) y el por qué de nuestra forma tan particular para hablar, es decir, el origen de nuestro dialecto, único en toda Venezuela.

También hallamos, ubicados estratégicamente, kioskos donde venden una gama de diversas comidas, propias de nuestra región, y unas COCADAS que son deliciosas y de las cuales hablaré en mi siguiente publicación, porque de pana, no he probado algo tan sabroso en ningún otro lugar; así que valdrá la pena publicar y explicar de qué se tratan.

Ubicada a las orillas del Lago de Maracaibo, la reserva de agua dulce más grande de América del Sur, se pueden apreciar desde aquí, el imponente Puente General Rafael Urdaneta, conocido como el Puente sobre el Lago, con más de 8 km de largo, el paso de los grandes barcos petroleros, algunos pescadores en sus botes, unos saliendo a su faena de trabajo y otros llegando de ella, cargados con los pescados que son el sustento de sus familias.

Llegamos al lugar a contemplar muchas cosas, plantas ornamentales, espacios abiertos, gimnasios y llegamos a un kiosko donde venden cepillados que no es otra cosa que un vaso con hielo granizado de sabores varios.

- ¿De qué lo queréis? Le pregunté.

A lo cual respondió: - ¡De Chocolate!

Honestamente, no conozco a ningún niño que no le guste el chocolate, y a éste, le fascina.
Inmediatamente le dije a la señora que atendía el lugar:

- Buenas tardes, señora. Me vende, por favor, dos cepillados: Unos de Chocolate y el otro de Ron con Pasas.

Después de pagados y servidos, caminamos hasta la orilla, dónde el choque de las olas contra el muro de contención, formaban una nube de finas gotas de agua, las cuales rociaban a todos los que estábamos allí, y degustanto poco a poco lo que habíamos comprado, contemplábamos a los lejos, el hermoso paisaje lacustre de nuestra entidad.

Cerca de las 6:30, decidimos emprender nuestro viaje de regreso, ya que comenzamos a notar que las luces del parque y de algunos buques fondeados en medio del lago, estaban encendidas, dejándonos saber que la noche estaba cayendo. Salimos y en el trayecto, decidimos estacionar por un momento para hablar de un icono de la ciudad: La Plaza de la República.