Nuevo Mes al Sagrado Corazón de Jesús

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Trígesimo tercer año de la vida de Jesús

La oración que puede rezarse con utilidad todos los días antes y después de la meditación se presenta ahora en este otro link.

Sacrificio del Corazón de Jesús

	1. Imagina al Salvador, clavado en la cruz cubierto de la sangre que brota de sus heridas, y ofreciendo a su Eterno Padre el gran sacrificio que debe redimir al mundo. 2.Póstrate en espíritu a sus ples, o delante del altar en que Jesús* renueva diariamente Su sacrificio, y pídele la gracia de ser con Él la víctima agradable.

I. Jesús es víctima

El estado perpetuo del Corazón de Jesús, fue el estado de víctima. Desde que se cometió el primer pecado, la tierra estaba sujeta a la maldición, y el hombre era delante de Dios reo de eterno suplicio. ¿Quién será capaz de aplacar la divina Majestad ultrajada? Sólo una víctima de infinito valor es capaz de dar entera satisfacción a todo un Dios ofendido; y el hombre es finito, y además pecador. Pero he aquí que Jesu-Christo se ofrece en sacrificio por los hombres, y en Él hallamos el precio que de nosotros mismos nunca hubiéramos podido pagar. Su Corazón es realmente el ara del sacrificio, o por mejor decir, es la víctima por excelencia. Porque como de nuestro corazón había salido la culpa, así del Corazón inocente de Jesús debió salir la satisfacción. Y si este divino Salvador a los ojos de la justicia divina representaba todos los hombres ¿de cuán grandes penas no se vería inundado aquel corazón que debía satisfacer por los pecados de todos? En verdad que Él tomó sobre si nuestras dolencias y pecados, y cargó con nuestras penas, dice el Profeta (Is. 53). Entenamos por aquí cuanto debió sufrir el inocente Corazón de Jesús. Él fue víctima universal; víctima perpetua durante su vida, y aun ahora permanece en estado de víctima en el Sacramento...

Oh ustedes, los que se hallan en la tribulación, acérquense: contemplen; y después quéjense, si les parece... pero no: antes mejor se gloriarán de padecer con Jesu-Cristo, completando en el cuerpo de ustedes lo que resta de su pasión. Acuérdense de que tienen un cuerpo para sacrificarlo a Dios, y un corazón para que se lo consagren. Su salud, fuerzas y talento, su vida y ocupaciones, todo pertenece a su Creador; todo por consiguiente debe serle inmolado. Para Dios existimos y no para nosotros: para Él solo vivimos, y trabajamos, y morimos (Rom. 14).

¡Oh dichosa condición la de un alma que así se inmola! Pero ¡cuán poco estimada es! ¡Cuán pocos la conocen! ¡Y cuán raras son las almas que desean la cruz y saben aprovecharse de ella!

II. Jesús es sacerdote

El Corazón de Jesús, fue al mismo tiempo el sacerdote que sacrificó la víctima. Nadie, dijo el Salvador, puede quitarme la vida; sino que soy yo, el que la doy espontáneamente, y por mí mismo (Joan. 10). En efecto, Él fue quien con plena libertad y de su buen grado se sometió al anonadamiento de su niñez, a las penosas tareas de su vida oculta, a los dolores de su pasión, y a las humillaciones de la cruz y del sepulcro. Al entrar en el mundo, dijo: Heme aquí, oh Padre mío, que me ofrezco a Vos. En el día de su pasión dijo también: Para que el mundo sepa que yo amo a mi Padre, y ejecuto lo que Él me manda, levantaos, y vamos (Jo. XIV). Clavado ya en la cruz, exclamó: Todo está consumado... Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu. Se ve pues, que Jesús murió víctima de su amor; que su Corazón nos ofreció todas sus palpitaciones y todos sus afectos, después de haber suministrado la sangre que había de servir para nuestra redención. Y a fin de que no le quedase una sola gota sin derramar por nosotros, este Corazón divino fue atravesado con la lanza, no dejándonos motivo para ignorar, que Él es la fuente de las gracias que recibimos. ¡Oh! ¡Cuán cierto es ahora, que todo está consumado, y que las llamas del amor han consumido el holocausto!

Todo cristiano debe a imitación de Jesu-Christo ser víctima y sacrificador: debe ejercer en sí mismo el acto de este sacrificio. Muchas víctimas forzadas hay en el mundo; pero las voluntarias son muy pocas; es decir: que hay muchas personas que padecen, y mejor aun, todas padecen; pero son muy pocas las que aceptan los padecimientos, que los abrazan por Dios, que consienten en sacrificarse con Jesu-Christo, y como él... Sin embargo, Dios no quiere más que víctimas voluntarias; quiere el corazón, quiere el amor, en términos, que lo que no está sazonado con amor, no puede serle agradable. El cuerpo perdió al alma por el pecado; debe pues el alma a su vez perder al cuerpo, o mejor dicho, salvarlo por medio de la mortificación y recobrar de este modo sobre el cuerpo el imperio que perdió por la culpa. Entre estas dos porciones de nosotros mismos hay guerra declarada desde el primer instante de nuestra existencia, prolongándose la lucha durante toda nuestra vida; y así el último acto del christiano debe ser un acto de sacrificio. Amar y sufrir: en esto se resume la vida del christiano. Amar a Dios, sobre todas las cosas, y sufrirlo todo por amor de Dios. El primer acto del alma racional debe ser un acto de caridad; su último acto, un acto de caridad y toda su vida debe ser dedicada a la caridad.

Alma fiel, ¿tienes algo al concluir este mes, que no lo hayas sacrificado a Dios? ¿Has rehusado hasta ahora algún sacrificio al Corazón de Jesús? ¡Ah! si así fuere, entra dentro de tí misma, y no niegues nada a quien todo te lo dio. Jesús quiso nacer, vivir y morir por tí; vive tú, sufre, y muere por Él. Piensa, que el sacrificio pasa, y que sus frutos son eternos.

Lectura espiritual

Imitación de Christo, libro IV, capítulos 8 y 9 Disponible en este link.

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Créditos:
Jesús en la cruz
Texto: Nuevo Mes del Sagrado Corazón de Jesús o las principales virtudes de este adorable corazón, consideradas en treinta y tres meditaciones correspondientes a los treinta y tres años de la vida del Divino Salvador. Traducido libremente de la obra del P. Gautrelet, de la Compañía de Jesús (con menores adaptaciones).