Mes al Sagrado Corazón de Jesús - día 30
Trígesimo año de la vida de Jesús
La oración que puede rezarse con utilidad todos los días antes y después de la meditación se presenta ahora en este otro link.
Celo del Corazón de Jesús
1. Imagina al Salvador divino, sentado junto al brocal del pozo de Jacob, rendido de fatiga por sus tareas evangélicas, y respondiendo a sus apóstoles, que le invitaban a comer algo: mi alimento consiste en hacer la voluntad de mi Padre. 2.Pídele que encienda en tu corazón el sagrado fuego del celo en que el suyo se abrasó. |
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I. Celo eficaz y práctico
Si me preguntas, qué es lo que hizo al Hijo de Dios descender a la tierra, te responderé con las palabras de san Pablo: Porque nos amó, y se entregó por nosotros. ¿Por qué el Salvador abrazó los trabajos de su vida pública, las penas de su pasión, y las ignominias de su muerte? ¿Por qué se abajó tanto en la Encarnación, y se anonadó en la Eucaristía? A esas preguntas no se puede dar más que esta respuesta: porque nos amó. El celo fue el móvil de toda su vida; el alma de todas sus acciones, pudiendo decir con verdad, que el celo devoraba su corazón. De su sagrado Corazón como de encendida hoguera, brotan en efecto los rayos que abrasan en divinas llamas los pechos apostólicos. De su Corazón sacó san Pablo aquellos nobles sentimientos que le impelían a exclamar: Sacrificaría gustoso todas las cosas, y a mí mismo por vuestras almas.
¿Arde este fuego en tu corazón? Oye lo que dice san Agustín: El que no tiene celo, no tiene amor; una verdad que el mismo Jesu-Christo quiso al parecer manifestar en aquellas palabras, que dirigió a san Pedro: ¿Me amas? apacienta mis ovejas. Así es ciertamente. Porque si amas a Dios que es tu Padre, también amarás a los hombres que son hijos suyos; si amas a Jesu-Christo, también amarás a los hombres, que son hermanos suyos, esforzándote en procurar su salvación. ¿Qué haces tú por ella? ¿Qué podrías hacer? La respuesta que dieres a estas preguntas, manifestará los grados de tu celo.
II. Celo activo y pronto
¿A quién no enternecen aquellas sentidas palabras, que tan bien expresan su solicitud por los pecadores, y sus amorosos cuidados? ¡Jerusalen, Jerusalen! que das muerte a los profetas, y apedreas a los que a ti son enviados: ¿cuántas veces he querido reunir tus hijos, como la gallina cobija a sus polluelos bajo las alas, y tú no lo has querido? (Matt. 23). “¿Puede una madre”, nos dice por boca del Profeta, “olvidar a su hijo, y no compadecerse del fruto de sus entrañas? Aun cuando la madre pudiera olvidar a su hijo, yo nunca te olvidaré, porque te llevo escrito en mis manos” (Is. 49).
Oh ustedes, a quienes Jesús ha encargado sus hijos; en Él tienen su modelo: en la tierna solicitud de su Corazón por ustedes, tienen el ejemplo de la solicitud que deben emplear en la salud (salvación) de su prójimo. ¿Qué les dice su corazón? ¿A caso el amor sobrenatural produce en sus corazones lo que suele obrar el amor natural en un padre y una madre respecto de sus hijos, o en un hermano para con otro hermano muy querido? ¿Y no debería ir tanto más lejos, cuanto más dista lo sobrenatural de lo natural?..
¡Oh Corazón de Jesús! enseñadme cómo debo amar a mis prójimos.
III. Celo universal
Todos los hombres sin excepción son objetos de Su celo. Jesús es el padre de todos, el salvador de todos, el hermano de todos. Como cabeza que es de la Iglesia, puede decir con infinita más verdad que san Pablo: ¿Quién enferma, que no enferme yo con él? ¿Quién cae en pecado, que yo no me abrase de pena? (II. Cor. 11). A mis tareas particulares, viene a juntarse el cuidado de toda la Iglesia. Así y más extensamente sucede con el Corazón de Jesús: en todos los hombres piensa, de manera que le son notorios todos sus males, todos sus peligros, todas sus necesidades, sintiéndolos y deseando, en su grande amor, consolar a todos. A todos ama, sin excluir a los más miserables, a los más viles, a los más dignos de desprecio; lejos de rechazar su corazón a los que ve en tan infeliz estado, aún se siente más movido a compasión, hallando su celo un nuevo estímulo en lo mismo que entibia o quizás apaga el nuestro.
El celo del Corazón de Jesús, es también universal en cuanto al tiempo. Siempre vivo para interceder por nosotros (Heb. 7): velando y obrando siempre (Ps. 120). Mira a Jesús en la Eucaristía: pasan días y noches, años y siglos, y su Corazón siempre está pensando en nosotros, ¿y le podrías tú olvidar? ¿No pensarás en los que él tiene por hijos? ¿Te contentarás con vivir para ti solo, sin hacer nada por los pecadores? ¡Ah! piensa que mientras tú duermes, hay otros que trabajan: ¿será posible que no te despierte su fervor? Mientras tú duermes, el demonio se agita para perder a los hombres; ¿y no harás nada tú para salvarlos? Mientras tú duermes, Jesús vela: ¿te negarás a velar, a orar, a trabajar y a padecer con Él?
Lectura espiritual
Imitación de Cristo, libro IV, capítulos 1 Disponible en este link.
Créditos:
Jesús y la samaritana.
Texto: Nuevo Mes del Sagrado Corazón de Jesús o las principales virtudes de este adorable corazón, consideradas en treinta y tres meditaciones correspondientes a los treinta y tres años de la vida del Divino Salvador. Traducido libremente de la obra del P. Gautrelet, de la Compañía de Jesús (con menores adaptaciones).
Gran labor, sigue asi