Mes al Sagrado Corazón de Jesús - día 29

in #spanish7 years ago

Vigésimo noveno año de la vida de Jesús

La oración que puede rezarse con utilidad todos los días antes y después de la meditación se presenta ahora en este otro link.

Padecimientos y felicidad del Corazón de Jesús

1. Considera a vuestro divino Maestro, cuando después de haber recibido el bautismo por ministerio de su santo Precursor, descendió sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma, diciendo el Padre Eterno: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias”.

2.¡Oh Jesús! concededme la gracia de ofreceros una morada agradable en mi pobre corazón, para consolar vuestro amor ultrajado.

I. El Corazón de Jesús forma las delicias del Cielo

En el Corazón de Jesús, encuentra sus delicias la Santísima Trinidad. Después del pecado, la tierra era para Dios un objeto de horror. Lejos de ser conocido, servido y amado como Él merece, los hombres olvidados de su origen y de su último fin, parecía que no se ocupaban sino en borrar la imagen de la divinidad y en ultrajar a su Creador. ¡Oh Dios mío! ¿Y es esto lo que debíais esperar de vuestros hijos? ¿Es éste el fruto que sacáis de haber creado ese bello universo en el que resplandece tan admirablemente vuestra grandeza y magnificencia? Motivo tenéis, Señor, de arrepentiros de haber creado al hombre (Gen 6). Pero he aquí que empieza ya otro orden de cosas.

Todo, dice el Señor, voy a renovarlo (Apoc. 21).

Aparece Jesús, y todas las cosas son restablecidas y restauradas en Él y por Él (Eph. 1). Mirad a este nuevo Adán, verdadero padre de todos los hombres, por el cual todo ha sido renovado. He aquí al adorador por excelencia. Ya desde hoy seréis, oh Dios mío, dignamente conocido y alabado. He aquí el verdadero mediador que satisface por nuestros pecados: vuestra justicia quedará satisfecha. He aquí el corazón puro y santo, en el cual reconocéis vuestra imagen: ahora sí que podréis, contemplando esta obra maestra de vuestras manos, felicitaros por ella. Este es el corazón que os ama, con un amor digno de Vos: yo me regocijo por ello, oh Dios mío; y ya no me admiro de que digáis: “Este es mi Hijo muy querido en quien yo me complazco” (Matt. 17).

Mira mi corazón, dijo el Señor a santa Gertrudis; mi corazón que es las delicias de la Santísima Trinidad: yo te lo cedo, para que te sirvas de él supliendo todo lo que te falta, porque en efecto, él suplirá siempre por tí y por tus negligencias.

II. El Corazón de Jesús forma las delicias de la tierra

Para el alma que ama a Dios, la tierra es una morada triste. Se ven en ella únicamente escándalos; no se disfrutan placeres, sin mezcla de amarguras; se padecen muchas penas, y se corre grandes peligros... Un solo consuelo hay en esta tierra de peregrinación, y es que Jesu-Christo ha fijado su morada en medio de nosotros en la sagrada Eucaristía (Apoc. 21). ¡Oh! ¡Cuán amables son para mí vuestros tabernáculos, oh Dios mío! (Ps. 83).

Acerquémonos al altar, alma mía, penetremos hasta el Sancta Sanctorum, hasta el corazón mismo de Jesús, santuario de la divinidad. En Él encuentre descanso y reparación de sus fuerzas el fatigado peregrino; ahí el soldado cristiano cura de sus heridas y se dispone para nuevos combates; allí el alma pecadora se purifica y recupera la paz, allí el afligido va a exponer sus tristezas y halla consuelo; allí el corazón lánguido y tibio acude a encenderse en fervor. Pero allí, sobre todo, el corazón fervoroso gusta las dulzuras del amor, principiando a beber en el torrente de puras delicias con que Dios embriaga a sus escogidos (Ps. 35). Por eso el Señor nos convida diciéndonos: Si alguno tiene sed venga a mí y beba (Jo. 7). En efecto manan de su corazón agua y sangre: agua que lava y purifica; sangre que calienta y vivifica.

Oh ustedes, los que conocen a este amable Salvador, díganse ¿qué serían sin Él? ¿Podrían soportar el rigor de su destierro si Él no les hiciese compañía?

Yo encuentro en vuestro Corazón, oh dulcísimo Jesús, decía santa Gertrudis, tantas delicias que no me es posible tener fuera de él reposo ni consuelo alguno (Insin. I. 3. c. 28).

III. El Corazón de Jesús desea hallar sus delicias en nosotros

Grande es el número de los cristianos; pero ¡cuántos entre ellos son cristianos sólo de nombre! ¡Cuántos hay que envilecen su carácter siendo el oprobio del cristianismo y de su divino autor! ¡Cuántos que con ser hijos de la Iglesia, la avergüenzan con sus obras!

¡De cuántos corazones ha sido Jesús arrojado para dar lugar al demonio! ¡Cuántos templos vivos, consagrados con la unción y presencia del Espíritu Santo, han sido transformados por el pecado en verdaderas cuevas de ladrones! ¿Quién consolará a Jesu-Christo de tanto desorden, de tanta ingratitud? ¿Dónde hallará un corazón fiel con quien desahogarse? He buscado, dice, quien me consolara... ¿Tendremos que añadir que no lo encuentra? (Ps. 61). No, no ha de ser así. Jesús hallará consuelo en sus siervos (II. Machab. 7). El Salvador divino tiene sus delicias en habitar con los hijos de los hombres (Prov. 3). Cuando está llamando a la puerta de tu corazón, con la esperanza de encontrar asilo en él, ¿le negarás la entrada?

¡Ah, si supieras lo que es consolar a Jesu-Christo y resarcirle de los ultrajes que recibe de los pecadores! Para esto, purifica el templo de tu corazón; adórnale con el resplandor de las virtudes; procura recogerte en él con Jesu-Christo; y puesto este divino Señor halla sus delicias en estar en tu compañía, ten también toda tu dicha en morar con Él.

Lectura espiritual

Imitación de Cristo, libro IV, capítulo 17 Disponible en este link.






Créditos:
Bautismo de Jesús.***Texto: Nuevo Mes del Sagrado Corazón de Jesús o las principales virtudes de este adorable corazón, consideradas en treinta y tres meditaciones correspondientes a los treinta y tres años de la vida del Divino Salvador. Traducido libremente de la obra del P. Gautrelet, de la Compañía de Jesús (con menores adaptaciones).

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