Nuevo Mes al Sagrado Corazón de Jesús

Décimo octavo año de la vida de Jesús

La oración que puede rezarse con utilidad todos los días antes y después de la meditación se presenta ahora en este otro link.

Paz del Corazón de Jesús

	1. Esta es la edad en que la juventud agitada por el viento de las pasiones, pierde frecuentemente junto con la inocencia su primer fruto y premio que es la paz de la conciencia. 2. Pídele a Jesucristo que establezca sólidamente en tu corazón esa paz que sobrepuja todo entendimiento, y que es uno de los frutos del Espíritu Santo (Phil. 4).

I. Paz de Jesús en su vida mortal

La paz, dice san Agustín, es la tranquilidad del orden. Donde el orden reina existe la paz. Por eso el Corazón de Jesús como perfectamente regulado, es morada de la más inalterable paz. Observa al divino Salvador en el seno de su Madre y verás de cuánta paz goza.

El universo está en movimiento; pues es preciso para satisfacer la vanidad del Emperador Romano, que cada uno se apresure a empadronarse en el lugar de su origen: María y José para obedecer acuden a Belén; y el divino Niño no pierde su paz.

Cuando Herodes le quiere matar, él duerme pacifico dejando a su santa Madre, y a su Padre putativo el cuidado de velar por su vida.

En los días de su predicación, algunos hombres cegados por el odio se proponen arrojarlo desde la cima de un escarpado monte; pero Jesús sin turbarse pasa por medio de sus enemigos (Luc. 4).

¿Y qué diremos de la paz de su espíritu en medio de los oprobios, y de los tormentos de su pasión? ¡Oh sufrimientos humillantes del Salvador! Bien pueden llover sobre su persona, que ni les teme ni les rechaza. El Corazón de Jesús perfectamente sometido a la voluntad de su Padre, unido a la persona divina, y poseyendo lo que constituye su fin, goza de una paz profunda y continua, que no son capaces de alterar los mayores padecimientos que se puedan imaginar, ni las más violentas persecuciones, ni todas las penas juntas. Así es que cuando en la noche de la pasión dice: Padre mío, si es posible, no me hagas beber este cáliz, luego añade: pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú (Matt. 26). Cuando Jesús experimenta alguna turbación es porque quiere; es él quien se turba a sí mismo (Jo. 11). En Jesús la pasión obedece a la razón, se deja guiar por ella, y no se le adelanta, como sucede en nosotros; sino permanece sumisa, y en los límites que le han sido señalados. Tal fue el Corazón de Jesús durante su vida mortal. Dios en medio de ella, no será conmovida (Salmo 45). Dad ahora una mirada al tuyo... ¿No es verdad que está en una agitación continua, causada por tus pasiones, por tus temores y deseos?

II. Paz de Jesús en la Eucaristía

*Mi paz os dejo, yo os doy mi paz*

Admira ahora al adorable Corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento. En medio de los trastornos del mundo, y de las vicisitudes de las cosas humanas, Jesús permanece el mismo y goza de una paz inalterable. Su Corazón se halla siempre animado de los mismos afectos de amor para con los hombres. Desde allí convida a los corazones perturbados a que acudan a su sagrado Corazón como a un puerto seguro, donde hallarán la tranquilidad anhelada.

De este Corazón adorable fluye aquel torrente de paz que alegra la ciudad de Dios que es su iglesia (Salmo 45). Por esto el Sacramento del altar se llama sacramento de paz, y basta en el Santo Sacrificio de la Misa la invoca el celebrante para los que asisten a él; La paz del Señor sea siempre con vosotros; y de una manera particular la pide para toda la Iglesia cuando dice: Señor Jesús, que dijisteis a vuestros apóstoles, yo os dejo mi paz, yo os doy mi paz, no miréis nuestras culpas sino en consideración a la fé de vuestra Iglesia, dignaos pacificarla.

¡Oh alma desconsolada! al pié del altar, y particularmente en el Santo Sacrificio de la Misa es donde has de buscar el esfuerzo, la consolación, y la alegría. Acude a la escuela del Corazón de Jesús: Él es Dios de paz, y la volverá a tu corazón.

III. Condiciones para gozar esta paz

Si deseas que sea durable y perfecta, es necesario que imites al Corazón divino, regulando tus pensamientos, actos y deseos según la voluntad de Dios. ¿De dónde proviene la turbación, que con tanta frecuencia se apodera de nuestras almas? Sin duda de que no somos bastante exactos en llenar nuestros deberes y en seguir las inspiraciones de la gracia; proviene de que todavía no somos bastante dueños de nuestras pasiones, y particularmente de la ira y del orgullo, porque la paz es fruto de la mansedumbre y de la humildad; Aprended de mí, nos dice Jesucristo, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis, la paz de vuestras almas.

Para disfrutar de la paz, es preciso haber sujetado antes a nuestros enemigos. No has de permitir a tu espíritu, y a tu corazón vagar a la ventura, sino que debes regirlos, y gobernarlos sabiamente. Guárdate de la precipitación y de esa actividad natural y excesiva que se parece mucho a la impaciencia; antes bien, haz cada cosa a su tiempo, y con todo el cuidado que te sea posible. No importa que no puedas hacer tanto como quisierais. Mucho hace, quien hace las cosas bien. (Imit.). Por último, si quieres gozar de una gran paz, busca solo a Dios, y no te propongas en tus obras otra intención que la de agradarle. No te metas en lo que no te importa, y reprime todo deseo y todo temor natural y humano.

¡Oh paz superior a todo sentido!, ¡que nos haces gozar en esta vida de la posesión de Dios!, ¡que conservas en el espíritu los frutos de la oración, y de la vida interior!, ¡ven, ven a mi alma! En el Corazón de Jesús dormiré y descansaré en paz (Salmo 4).

Lectura espiritual

Imitación de Cristo, libro IV, capítulo 12 disponible en este link.

Fuentes:

Cristo dormido en su barca.
Última cena.
Jesús, manso cordero.
Texto: Nuevo Mes del Sagrado Corazón de Jesús o las principales virtudes de este adorable corazón, consideradas en treinta y tres meditaciones correspondientes a los treinta y tres años de la vida del Divino Salvador. Traducido libremente de la obra del P. Gautrelet, de la Compañía de Jesús. (con menores adaptaciones)