Mes al Sagrado Corazón de Jesús - día 13
Décimo tercer año de la vida de Jesús
La oración que puede rezarse con utilidad todos los días antes y después de la meditación se presenta ahora en este otro link.
Vida de recogimiento del Corazón de Jesús
1 Imagina a Jesús modesto, silencioso y en un santo y plácido recogimiento. Entra, te dice, en tu interior, y cerrada la puerta a las criaturas, ora allí en secreto a tu Padre celestial (Matt. 6). 2. Pídele que te libre de la disipación en objetos exteriores para que puedas escuchar la voz de Dios, y sus divinas inspiraciones (Phil.3). |
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La vida de recogimiento es opuesta a la vida de disipación, por efecto de la cual el alma sale de sí misma y se derrama en las criaturas. El verdadero recogimiento supone dos cosas: desapego de las criaturas y unión con Dios. Ambas condiciones las vemos perfectamente reunidas, en el sagrado Corazón de Jesús.
I. Considera su desapego de las criaturas.
Este adorable Corazón está apartado de las criaturas.
El hombre vino por causa del pecado a hacerse esclavo de sus sentidos; y en fuerza de esta esclavitud se encuentra sometido en cierto modo a todo lo que le rodea. Perpetuamente preocupado de las cosas sensibles, en un momento anhelando por un porvenir, en el otro volviendo su vista a lo pasado, rara vez se hace presente a sí mismo y menos aun presente a Dios; su alma buscando sin cesar una dicha que no halla en sí misma, abre las puertas de sus sentidos a todas las criaturas con la esperanza de que la traigan algún placer o consuelo. De este modo todas sus facultades andando a la ventura, se disipan, se extravían y se cansan inútilmente. El espíritu es entonces juguete de mil errores, y el corazón víctima de mil engaños. En vano habla Dios dentro del alma porque hallándose esta como ausente de sí misma, no puede oír su divina voz, verificándose lo que dice el Profeta: La tierra está llena de desolación porque no hay quien entre dentro de sí (Jer. 12). ¿No es esta la imagen fiel de lo que sucede en el mundo? ¿No es esta, alma cristiana, tu propia historia?
¡Ah! contempla al Corazón de Jesús. En medio de ese mar agitado del mundo, dueño Jesús de sus pensamientos y deseos, de sus sentidos y de todas sus acciones, libre e independiente de cuanto le rodea, lo dispone y dirige todo en el más perfecto recogimiento. Cerrados sus ojos a la vanidad y sometidos al imperio del alma, no se abren sino por orden de esta; no habla sino cuando es preciso, y de la manera que conviene; no da oídos sino a lo que debe escuchar, y su atención no se ocupa, sino en lo que debe ocuparse. ¡Oh divino recogimiento! ¡Oh silencio admirable de Jesús practicado en el seno de su Madre; continuado en su infancia, no interrumpido en su vida oculta, prolongado basta su vida pública y perpetuado en su vida eucarística hasta el fin de los siglos!
¡Oh! ¡Cuán poco se comprende ese recogimiento! ¡Cuán poco se gusta! ¡Cuán raro es que se practique este silencio aun por almas devotas! ¡Cuán pocos son los que a la sombra del altar solitario, o en el secreto de su corazón, aciertan a desprenderse de los objetos sensibles, a olvidarse de sí mismos, a prescindir de las criaturas, y a contentarse con solo Dios! ¿Qué me sucede a mí en este punto? ¿Hasta cuándo andarás quebrantada por los deleites, hija vagabunda? (Jer. 31).
II. Considera su amor con Dios
La segunda cosa que encierra en sí el recogimiento, es la unión del alma con Dios. En este feliz estado, todas las facultades obedientes al precepto de una voluntad bien ordenada, se aplican fielmente, a lo que es del agrado de Dios. Todos los sentidos se hallan constantemente subordinados en sus operaciones al imperio de la recta razón que las dirige; todas las fuerzas del alma se emplean eficazmente en alcanzar su último fin: a esto tienden sus conatos, sus acciones y sus movimientos. Por donde se ve, que el alma, nunca es más fuerte, más activa y más poderosa, que cuando se halla recogida.
Y al contrario; nunca es más débil y menos fecunda en acciones útiles, que cuando se halla disipada. Por otra parte, el recogimiento, uniendo el alma a Dios, soberano Bien, y objeto único capaz de hacerla feliz, le procura por lo mismo la paz y la bienaventuranza, en cuanto pueden gozarse en esta vida.
¡Oh vosotros a quienes la soledad asusta, que no podéis permanecer algunas horas en silencio, venid al Corazón de Jesús; acercaos al altar, observad ese tabernáculo, morada pobre y angosta de vuestro Dios; ahí veréis como Jesús guarda silencio, noche y día y por muchos meses, y por largos años, y por dilatados siglos!...
Pero me engaño, porque aunque no habla a las criaturas, habla a su Padre; aunque no suene su voz en los oídos corporales, dirige su palabra al corazón de aquellos que van a visitarle. Aprende pues de Él a platicar con Dios, en vez de disiparte con las criaturas. Permanece en tu habitación y trabaja allí a la vista del Señor, en lugar de perder el tiempo en inútiles visitas. Aprende a contemplar, no los objetos a que alcanzan los sentidos, sino los espirituales e invisibles. Acostúmbrate a prestar tus oídos a la palabra de Dios, y no a los rumores vanos del mundo. Este es el ejemplo que te da el Corazón adorable de Jesús.
¡Dichosa el alma que se conduce de este modo! ¡Cuántas faltas evita! ¡Cuántos méritos adquiere! ¡Cuántas virtudes practica! ¡Con cuánta paz, con cuán puro gozo la recompensa su Dios! ¡Bienaventurados aquellos, que ponen su contento en ocuparse con Dios, rechazando de sí los atractivos del siglo! ¿A caso temes que te ha de fastidiar la conversación con tu Dios? ¡Ah Señor! Semejante miedo sería una injuria contra Vos; y no obstante habéis querido prevenirnos contra esa vana aprensión : "Su conversación no tiene amargura, nos dice el Sabio, ni causa tedio su trato (Sap. 8)". Alma cristiana, haz por tí misma la experiencia.
Lectura
Imitación de Cristo, libro III, capítulo 1, disponible en este link
Fuentes:
Imagen de Jesús orando.
Texto: Nuevo Mes del Sagrado Corazón de Jesús o las principales virtudes de este adorable corazón, consideradas en treinta y tres meditaciones correspondientes a los treinta y tres años de la vida del Divino Salvador. Traducido libremente de la obra del P. Gautrelet, de la Compañía de Jesús. (con menores adaptaciones)
Hola Okutavio cómo estás? Eres mexicano?