Regalo del Amigo Secreto

Por ser temporada navideña, en la oficina decidieron jugar el amigo secreto, a mí nunca me ha gustado, pero por petición del jefe me toco jugar. Debido a la situación económica se decidió, que solo se intercambiaría golosinas y que seria solo los días viernes, y el día del almuerzo navideño, se realizaría el intercambio pero las golosinas deberían estar de manera presentable.

Y así pasó el primer viernes, a la hora del intercambio el jefe tomo la caja donde reposaban todos los regalos y lo llevo al salón de conferencias, el sacaba cada regalo que se encontraba identificado y se lo entregaba en sus manos a cada persona. Cuando me llama, recibo en mis manos mi regalo (era un chocolate), me lo comía mientras observaba como los demás recibía sus regalos.

Mi sorpresa fue que recibo otro regalo, era una caja pequeña identificada con mi nombre y una nota que decía “advertencia abrir en privado”. Todos quedaron sorprendidos porque fui la única que recibió dos regalos, yo terminé de comerme mi chocolate, agarré mi caja y me fui a mi puesto.

Intrigada sacudí la cajita, pero hice caso a la nota y decidí abrirlo en mi casa. Al llegar, saque la caja de mi cartera y al abrirla, sorpresa fue que dentro de ella había, unos condones y otra nota que decía: “Quiero utilizarlos contigo”.Me pareció una broma de mal gusto, pero lo guarde en mi gaveta y lo olvide.
En la siguiente semana, a la hora de repartir las golosinas, una de mis compañeras empezó entregar a cada uno sus golosinas, cuando me nombra recibo gomitas azucaradas (mis favoritas), mientras me las comía, me vuelven a nombrar, era otra cajita con otra advertencia, mis manos comenzaron a temblar cuando escucho, en coro: “que lo abra, que lo abra”. No hice caso y me fui a mi puesto.

Al llegar a mi casa destape la caja, era un vibrador con unos lubricantes, y una nota que decía: “Quiero que llegue el día para jugar contigo”. Todos los viernes recibí algo distinto, llegue a recibir un antifaz y unas esposas.

Al llegar el día del almuerzo navideño, todos esperaban con ansias el intercambio, yo estaba aterrada, no sabia quien era el de la “bromita de mal gusto” así que me senté a esperar. El jefe después del sermón navideño, comenzó con el intercambio, regalándole a la recepcionista, y ella a otra persona, y así fue surgiendo el intercambio. Escucho mi nombre de Anita, mis manos temblaban al recibir el regalo y ella me dice: “Yo solo te daba las golosinas no entiendo quien te daba las cajitas”. Suspiré y dije: era una broma de mal gusto.
Al finalizar el intercambio, Alberto se levanta y dice:

-Bueno quiero aprovechar este momento para dar un detalle especial a la persona que a trabajado conmigo a lo largo de este año, una persona eficiente, comprometida con su trabajo, hermosa mujer, espero que lo recibas como recibiste los otros. Se acerca me entrega su regalo, me besa y al oído me dice: Quiero usar contigo antes de marcharme del país todo lo que te regalé.

Sonreí a la vista de todos, pero mis manos temblaban y mi corazón latía fuertemente. Al finalizar todo, él se ofrece llevarnos a todas hasta la estación de metro más cercana y a mi me pidió que me quedara con el.
Nos fuimos a mi casa, le ofrecí algo de tomar, pidió una cerveza se la serví, mientras se la tomaba me decía:

Me fui a mi cuarto a buscar todo, mientras me desnudaba, escuchaba que coloco música a su gusto, me coloque el antifaz y me solté el cabello. Al salir el se encontraba sentado en el sofá, todos sus regalos los deje en la mesa y comencé a mover mis caderas al ritmo de la música, sus ojos me observaban con detenimiento, mientras le dije:

-Esta noche serás mío, mi cuerpo será el templo en el que siempre regresarás para suplicar por más, seguía moviendo mis caderas, mis manos tocaban cada parte de mi cuerpo, y con mi lengua saboreaba mis labios mordiendo mi labios inferiores para provocarlo. No aguanto y desesperado se levanto me mostró diciéndome:

--Mira como me tienes, liberando su pene de su pantalón y su boxer. Rápidamente se colocó un condón y me colocó de espaldas, y me penetró de una manera salvaje, con cada penetración me hacia gemir y estremecer, una, tres, diez, quince veces, mientras que con rabia me mordisqueaba los oídos y me apretaba los senos, no se en que momento se me cayo el antifaz, mi cabello lo alboroto al jalarlo, nos tardamos en acabar. Mis piernas temblaban y sudorosa me acosté en el sofá, él quería más, agarro las esposas y me las colocó con las manos hacia mi espalda, tomo el vibrador, y me dijo:

-Quiero verte disfrutar, colocando mis piernas sobre sus hombros, chupándome el clítoris con su lengua, saboreaba, mordía, yo gemía fuertemente, pero la música omitía mis gemidos, me retorcía al sentir mi orgasmo. Pero el no paraba, seguía chupando y saboreando, y sin dejar de hacerlo me penetró con el vibrador, sentía su juguete entrando en mi una y otra vez, y no dejaba de morder mi clítoris, hasta que mis jugos comenzaron a correr por su boca, saboreando por completo todo lo que salía de mi.

Se levanto, y une mis piernas colocándolas en su hombro, me penetra nuevamente y decía:

--así es disfruta mi puta, porque yo también lo estoy haciendo, con su respiración entrecortada. Ambos llegamos al orgasmo, yo quede completamente agotada y extasiada, recuperándome en el sofá.

El término de tomarse la cerveza, se acerca y me dice:

-Espero volverte a ver, besándome la frente y mordisqueándome el oído y se marchó.