Los Ojos de Calíope: Acto II

in #spanish6 years ago

ACTO II

El Secuestro


  La bestia lanzó un gruñido feroz y extendió sus alas. De no ser porque estaba dentro de un campo de fuerza se hubiera abalanzado y matado a sus espectadores. Un hombre de piel blanca, cabello largo, rostro perfilado y rasgos marcados por algunas arrugas, vestido con un elegante traje blanco sonrió al ver tal ferocidad.

  –¡Me encanta!– exclamó Marko Tiberino.

  Las personas que lo acompañaban no parecían compartir su emoción. Un animal como ese suelto en la parcela podría hacer mucho daño.

  –¿Cómo me dijiste que se llamaba esta cosa?– preguntó al joven a su lado.

  –Un ic’lua, sr. Tiberino.– respondió con serenidad.

  El joven tenía un aire confiado. Era de rasgos asiáticos y tez trigueña, llevaba jeans y mocasines negros junto con una camisa gris.

  –¡Es hermoso!– admiró Tiberino. –Me hará ganar mucho en las arenas.

  No era raro encontrar a un empresario invirtiendo su dinero en una actividad ilegal. Y no había mejor lugar para eso que Jei BohuGa, un planeta sin ley, considerado el limbo de la galaxia.

  La bestia embistió contra el campo. Los hombres que trabajaban para Tiberino estaban nerviosos. A su jefe de seguridad no le pareció prudente exhibirla aquí, la casa principal estaba sólo a cincuenta metros y el rebaño de ghoules a treinta, pero Tiberino estaba tan emocionado que casi no dejó que aparcaran el camión donde trajeron al animal.

  –Y le puedo asegurar que con el tiempo será muy dominable.– intervino un tercer hombre.

  Este era de mediana edad, con la cabeza rapaba y una densa barba gris. Era fornido, y a diferencia de su compañero no iba tan formal. Sólo vestía un pantalón estilo militar, una camisa deportiva y botas.

  –Llevo tiempo en esto– le señaló el empresario. –, al ver a una bestia como esa a los ojos sabrás que está pensando– se detuvo para mirar al ic’lua, al sentir que la estaban observando esta regresó la mirada. –. Y esta me dice que me matará apenas me acerque.

  El joven y el hombre se miraron, esperaban que todo estuviera saliendo bien. Devolvieron sus miradas a su anfitrión cuando lo escucharon reír.

  –Cuando vinieron a mí hace dos noches– dirigió la mirada hacia ellos. –, pensé que sólo eran unos fanfarrones– ambos fingieron reírse, como si estuvieran acostumbrados a que los subestimaran. –. Entonces, despertaron mi curiosidad, ofreciendo una oferta tan ridícula que no podía rechazar– extendió los brazos hacia el ic’lua. –¡Y me traen esta belleza! ¡Caballeros, ustedes tienen ahora mi interés!

  El joven asiático se encogió de hombros e hizo un gesto arrogante.

  –¿Pueden venir en dos días para que mi veterinario la examine?– les preguntó. –Sé que entenderán que primero debía asegurarme de la factibilidad del producto.

  –Como usted, somos hombres de negocios– respondió con orgullo el hombre de mediana edad. –. No esperábamos que se procediera de otra forma.

  –¡Excelente!– exclamó. –Ahora, sé muy bien que el trato no está cerrado, pero me gustaría celebrar…por unos posibles socios.

  Fue a la mesa que tenía a su derecha para servir algo de whisky. A mitad de camino su brazalete emitió un sonido, una llamada. Contestó llevándose la muñeca al oído… Justo en ese momento los brazaletes que el joven y el hombre tenían bajo las mangas comenzaron a vibrar. Se miraron las caras: Problemas.

  Se encontraron con la mirada de Tiberino, una mirada que sólo se la das a tu peor enemigo. Antes de que pudiera dar alguna orden a sus guardaespaldas, el joven desactivó el campo de energía.

  La bestia se lanzó contra un hombre y, antes de que los otros reaccionaran ya había atrapado a otro entre sus serrados dientes. Cada uno de los hombres sacó un arma y apuntó, el ic’lua batió sus alas con tanta fuerza que derribó a varios. Con la atención en el animal, el asiático y el viejo corrieron hacia la plataforma donde este estaba encerrado.

  Entraron y el joven pulsó un botón en su brazalete, el campo volvió a encenderse. El ic’lua voló tan alto que desapareció de la vista de todos. Tiberino ordenó que dispararan a los desgraciados que tenía al frente, pero los pulsos de energía impactaban en el campo sin hacer nada.

  Protegidos, levantaron una placa metálica del suelo de la plataforma y sacaron sus armas. El joven alzó un rifle clayvor de alto calibre con balas perforadoras, destrozó el pecho de uno de los matones al dispararle, el viejo sacó dos pistolas con el mismo tipo de bala y disparó.

  Al Este de la parcela, una nave apareció. Pero nadie la vio hasta que cargó sus cañones y disparó hacia los hombres de Tiberino, quienes corrieron para cubrirse detrás de unos árboles.

  Aguantaron en esa posición por al menos dos minutos más.

  Una sombra se alzó volando detrás de la casa principal y se dirigió hacia la nave, el ic’lua. Llevaba dos figuras sobre su lomo. La bestia aterrizó en el techo de la nave, la cual seguía disparando, las dos figuras abordaron por la escotilla del techo. El animal descendió hacia donde estaban el joven y el viejo.

  Aterrizó detrás de ellos haciendo un ligero estruendo. Ambos cesaron el fuego y corrieron hasta donde estaba el animal. Primero se montó el joven y luego el viejo. Con un batir de sus enormes alas y un salto de sus fuertes patas el ic’lua se alzó en el aire. Se elevaron rápido, el aire silbaba en sus oídos, ensordeciéndolos. Debían aferrarse con fuerza a la alfombra de plumas del animal. El joven deseó tener su montura.

  Estaban tan alto que las balas de los matones no hacían nada. Igual que antes, la bestia aterrizó en el techo, el viejo saltó dentro de la nave justo a tiempo, porque el piloto tuvo que esquivar una gran esfera amarilla de energía que casi los impacta.

  Alguien habló por el intercomunicador que el jinete tenía implantado detrás de la oreja.

  –¡Bazuca! ¡Bazuca!– gritó el piloto –¿De dónde vino?

  Una segunda esfera pasó silbando por el otro lado. Ahora había dos. El jinete habló por su comunicador.

  –¡Salgan de aquí, los distraeré!

  Con un gritó la bestia se soltó y cayó en picada. Los disparos tuvieron que venir de los techos de las estructuras alrededor de la casa principal. Divisó a uno en el tejado de un cobertizo. Disparó, pero el ic’lua era rápido, giró hacia la derecha y lo esquivó, se abalanzó contra el hombre como un águila y lo agarró con sus patas traseras para arrojarlo fuera del techo.

  –Chico, ya cruzamos, el portal está abierto. Mueve tu culo.– le indicó el viejo.

  Subieron y ganaron altura, vieron un vórtice formado por nubes del cual chisporroteaban rayos blancos. Se dirigieron a él. Otra esfera de energía pasó detrás de ellos. Cruzaron el portal en seco y, pocos segundos después se cerró, dejando su silueta en las nubes.

  Abajo, Marko Tiberino presenció el desastre hecho en su casa. Juró dar muerte a los secuestradores de su hija.


Fin del acto II



Previamente...

Acto I: La Llegada


Segunda parte de una corta historia de ciencia ficción traída a ustedes por @niklaus22.

Cada imagen tiene vínculo a su origen y fueron editadas por la app PicsArt.

Sort:  

que bueno, por fin llego la segunda parte, por ahora solo te voy apoyar con mi voyto y mi comentario, pero hay que sentarse a leerlo con tiepo. la primera parte fue genial y quedan muchas preguntas en el aire. espero queden respondidas ahora, jejejje

Realmente debo leer la primera para poder entender.

Muy buen relato, te felicito. Saludos.

Votado en la Curación de Whales. Lo leo en un rato.

Que hermoso, Nik, me gusto eta segunda entrega

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