Mujeres tan divinas (relato propio)
¿Buscabas perfección?
Contempla el ser humano en su desnudez, ya que es inevitable cuando los ojos quieren mirar, el cuerpo desnudo nos embelesa el alma, nos hace sentirnos un poco más en otras galaxias.
El origen de los tiempos siempre ha causado controversias en lo científico y lo religioso. En esta lectura no viene al caso discutir de donde salió el hombre, ni nada por el estilo. Por lo pronto, admiremos el frenesí de las vibraciones, dedicándonos a conocer un poco mas de relaciones de parejas y sus complicaciones naturales.
Desde los tiempos de Adan y Eva con su anatomía perfecta, en cuerpo para admirar y carne para codiciar, los estereotipos grabados por el hombre sobre sentirnos atraídos por el sexo opuesto siempre han estado presentes. En el acto se disparan nuestros pensamientos inconscientes, y aunque sea por un instante reproducimos al Adan y Eva que de una u otra manera llevamos por dentro.
Mujeres, mujeres, por doquier Evas, uno de conflictos más fuertes, donde nos despojamos de nuestras mascaras y confesamos como hombres que somos pecadores, deseando a las mujeres así sean ajenas, convirtiendonos en bestias, haciendo actos de constricción voluntarios. Por más que lo pienso se nos hace inevitable, por más que lo intentamos seguimos en un eterno pecado.
Quien no recuerda su primer baile con sus amigos donde el interés principal era la rumba, pasarla bien y ver si ligábamos algo. Aprendimos a bailar, y más allá de eso compartimos la extraña sensación de sentir por primera vez el aliento de otra persona en nuestras bocas y además sorprendernos de eso y lo pegajoso que era mojar nuestra ropa interior.
Entre tantas damas, los amigos y sus comentarios, decían que Petra Pérez por decir un nombre, se pega mejor al bailar y al instante todo los muchachos querían bailar con ella y así abultar sus pantalones, pero ellas ponían frenos al bailar, así insistiéramos, no permitían mayores acercamientos. Las Petras fueron nuestras primeras en el amor, donde admirábamos al primero que se empataba con una de ellas, pero la envidia total era levantarse a las otras Rositas, que no permitían acercamientos y donde según el pacto de caballeros ya no había que invitarlas a bailar sin el consentimiento del pana afortunado.
En el tiempo sistemáticamente observamos que las Petras tienen dos o tres hijos de parejas diferentes, y que las Rosas aun están con sus primeros esposos. A Dios gracias por las Petras y las Rosas, ya que más allá del martirio que nos ofrecen día a día, siempre están ahí para cicatrizar nuestras heridas.
Un placer compartir con ustedes una vez más, intento ser lo más oportuno que puedo en escribir, pero las cuestiones del trabajo me tienen un poco apretado. Un saludo, y gracias por leer.