Ciertamente la cruz era un instrumento de tortura, cruel y repugnante utilizado por los romanos para doblegar a los pueblos conquistados y mantener a raya cualquier rebelión y faltas graves (como el asesinato y robos armados), era aplicado especialmente a los esclavos y extranjeros. Por otro lado, Los hebreos no utilizaban la crucifixión como método de pena de muerte, ellos utilizaban la lapidación o apedreamiento, en el caso de los blasfemos después de ser apedreados colgaban sus cuerpos “en un madero porque maldito es todo el que es colgado” (Dt 21:23), Sin embargo, cuando llega la crucifixión a los hebreos, ellos la consideraron al equivalente del ahorcamiento. Muchos judíos fueron crucificados por los romanos, el historiado Flavio Josefo narra que unos tres mil judíos fueron crucificados por los romanos durante el año 64 dC.
Lo cierto es, que al inicio de la era cristiana la crucifixión fue el método ideal de las autoridades romanas para martirizar a los cristianos hasta el 337 cuando Constantino ordenó suspender este método.
El uso de la palabra cruz en el Nuevo Testamento frecuentemente es para referirse al sacrificio de Jesús y el significado de este sacrificio para la humanidad. Por ejemplo: el apóstol Pablo en Gálatas 5:11 dice: “En tal caso se habría quitado el escándalo de la cruz”, haciendo referencia que el mensaje de Cristo crucificado como solución al problema del pecado resultaba ofensivo para muchos. La cruz sencillamente se convirtió en un símbolo para el cristianismo. Donde un instrumento de maldad, de horror y muerte, vino a ser el instrumento de reconciliación, de esperanza, de perdón y sanidad, porque allí se ejecutó el plan de salvación. Pablo afirma: “Lejos este de mi gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” Gálatas 6:12, “y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos” Efesios 2:16, “haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” Efe 2:16.
En fin la cruz ha sido un símbolo (bien usado o mal usado) que ha identificado a la fe cristiana a través de las diferentes épocas. Hoy considero que lo más importante es conocer, entender y aceptar lo que ocurrió allí en la crucifixión de Cristo.