Transparente (Corto 3)

Había un hombre que quería encontrar la paz. Sentir la paz. Vivir en paz. Pero se quejaba de todo, se molestaba con todo, siempre andaba a la defensiva. Nada era lo suficientemente grande para calmarlo. En un abrir y cerrar de ojos su ira se encendía por cosas tan sencillas como una puerta abierta, un plato sucio, una comida salada, y la favorita de su arsenal, culpar a otros de sus propias fallas, lo cual hacía que se pusiera más irritable. Aun así, no abandonaba su deseo de conseguir la paz. Un día se enojó tanto que se desmayó, y soñó que logró sentirla, todo era paz, y que dentro de él estaba la paz latente aguardando, esperando, sin esperar ser sentida. Abrió sus ojos, y maravillado agradeció por tener una vista, un olfato, oído, extremidades y una voz. Quiso celebrar con quienes veía esta buena nueva de experimentar que la paz está dentro de cada uno y nada vale más que ella, pero nadie parecía escucharle, o prestarle atención, y se alegró de no molestarse por ello. Y deseó abrazar a su gente y las traspasó. Era extraño no poder agarrar nada. Todo era como transparente. O, ¿lo era él? Y fue allí donde se dio cuenta, fue así cuando se percató que era tarde para vivirla, fue la paz la que lo encontró a él, porque en realidad ya estaba muerto. Fin.