Un día en la vida de un docente Venezolano
5am: suena la alarma del despertador de mi teléfono, con su incesante “beep”, que no se detendrá hasta que por lo menos toque el botón de apagado, en mi caso el de postergar 5 minutos más, repitiéndose esta acción hasta que ya definitivamente firme mi rendición y decida levantarme.
Posteriormente al aseo bucal respectivo, con una crema dental de dudosa calidad con letras semejantes a las de grandes marcas pero con otros nombres, provenientes de países asiáticos, que, observando fotos y documentales de los mismos, se puede detallar que no poseen una dentadura hermosa que digamos. Acto seguido me dirijo a la cocina primero que todo, como buen venezolano a preparar el café, fiel compañero de mi rutina diaria. Luego de saborear una taza, con su delicioso aroma y sabor fuerte (Negro, sin azúcar), se prosigue la preparación del desayuno, el almuerzo, y junto con mi esposa finiquitar los quehaceres propios del día a día.
6:30am: Ya terminando en la cocina, me dirijo al dormitorio, a elegir el atuendo correspondiente al día de trabajo, comúnmente jeans, franela y zapatos deportivos, algo cómodo para enfrentarnos a la jornada de 8 horas laborales en una “Escuela Bolivariana”. Ingreso al cuarto de baño a ducharme, utilizando un jabón que, anteriormente a la “revolución” utilizábamos exclusivamente para lavar ropa, ya que el añorado jabón de tocador, es un lujo casi inalcanzable para un docente, igualando su valor al de 3 días de trabajo. Observo el frasco de champú, y al igual que la crema dental, es solo un remedo grotesco de lo que antes era una marca famosa, con aromas y texturas extraños, pero, que mas da, igual hay que usarlo.
7:30am: salgo a caminar alrededor de 1kilometro hacia mi sitio de trabajo, las personas no tan afortunadas, que viven en la periferia de la ciudad, deben caminar distancias mas largas o colgarse de un atiborrado y cada día mas escaso transporte público, que semeja escenas de la India o África, en donde los trenes y camiones se mueven bajo un manto de personas que viajan sobre ellos. Anteriormente los docentes íbamos en nuestros vehículos ostentosos hacia las escuelas, ya que al igual que muchos profesionales, exhibíamos con orgullo y vanidad los mejores y mas actuales modelos que existían para la época.
8am: es el inicio formal de la jornada diaria. Día a día veo el ir y venir de padres y representantes que apresuradamente llegan a dejar a sus niños y niñas. La primera pregunta, y la mas frecuente es: ¿hay PAE? (para los que no son venezolanos, el PAE, es el programa de alimentación escolar que provee, en teoría, desayuno, almuerzo y merienda diariamente a los estudiantes); dejando ver su desagrado y notable molestia cuando la respuesta es negativa, ya que es sinónimo de que se laborara solo media jornada. Cabe destacar que los días en que no se provee de este programa de alimentación, la matricula desciende hasta en un 60% y considerando que a juicio de las personas, las escuelas no son sitios exclusivos para la formación y enseñanza de sus niños, sino que lo ven como un gran deposito con personas en la obligación de cuidar a sus hijos mientras ellos realizan otras labores de índole personal.
8:30am: ordenadamente, van pasando los niños al comedor escolar (en las instituciones donde este existe, en caso contrario, toman sus alimentos en los salones de clase), a tomar el desayuno proveído por el gobierno nacional. En contraste con una pirámide alimenticia donde reflejan los diferentes tipos de alimentos, proteínas, carbohidratos, lípidos; se observa el desfilar de platos con el primer alimento de la jornada: una arepa (especie de tortilla de maíz) sin relleno, ocasionalmente con mantequilla, y un vaso de chicha (bebida de arroz). Aun cuando nos enseñan en la educación primaria que “el desayuno es el alimento mas importante del día”, donde se debe cubrir gran parte de la ingesta calórica para enfrentar el gasto de energía de una jornada diaria, los estudiantes solo ingieren una gran cantidad de carbohidratos. De la misma manera, aunque parezca increíble, esta viene a ser la ración alimenticia para los docentes (los que no desayunan en sus hogares, siendo la gran mayoría, ya que debido al proceso de hiperinflación y crisis que vivimos actualmente, el desayunar en la escuela equivale a una especie de ahorro). Cabe destacar que actualmente el sueldo diario de un docente equivale a 55mil bolívares, lo que viene a ser unos 0,3 dolares. En contraste una pieza de pan dulce tiene un valor de 75mil bolívares, por lo tanto con la ganancia diaria un docente venezolano no puede adquirir ni siquiera una pieza de pan. ¿Como sobrevivimos? Dios es muy grande y derrama constantemente bendiciones sobre este pueblo.
AREPAS
FUENTE
9am a 11:30am: es el desarrollo de la jornada diaria en sus diferente aspectos, en las aulas de clase y espacios exteriores (canchas y parques). Una muestra irrefutable de la vocación de servicio y amor al trabajo por parte de los docentes que día a día, y a pesar de todas la dificultades vividas (un bajo sueldo, problemas de transporte), llegamos a cumplir con la hermosa labor de formar el futuro de un país, que pareciera no ofrecernos mas que una minúscula caja de alimentos a tiempo y frecuencia incierta, y una credencial que actúa a modo de tapabocas moral llamado “carnet de la patria”. Aunado a esto los docentes deben solventar, la escasez o ausencia total de materiales de trabajo para cumplir con su labor, contrariamente a la propaganda gubernamental donde observamos niños risueños y rozagantes, llenos de vida, y docentes que semejan modelos de televisión, hermosas y felices, en espacios atiborrados de material didáctico y enseñanza, la realidad es otra. “La esperanza es lo ultimo que se pierde” reza un dicho popular.
11:30am: se repite la misma escena del desayuno. En las bandejas se observa el almuerzo, que se repite a diario de manera monótona, preparado literalmente con las uñas, con los pocos insumos “balanceados” que provee el ministerio de educación. Un plato de arroz, acompañado de caraotas (frijoles), y plátano frito, junto a un vaso de chicha. La chicha instantánea se convirtió en la bebida oficial y más práctica de elaborar en las escuelas, ya que aun cuando proveen de la fruta necesaria para la elaboración de jugos, no pasa lo mismo con el azúcar para agregarles, y el costo de 1kg del inmaculado edulcorante equivale a dos días de salario de un docente. Por lo tanto, o se les da como acompañamiento del almuerzo un vaso de chicha, o un delicioso vaso de jugo de frutas sin azúcar. De la misma manera cabe reseñar, que el despacho de alimentos que envía el nivel central para la elaboración del programa alimentario escolar, escasamente alcanza para cubrir dos días de clases. Los días siguientes, los niños y niñas deben traer el desayuno de sus casas (los que tienen los recursos para hacerlo, en caso contrario no asisten a clase, por lo que reflejaba anteriormente que cuando no hay programa alimentario la matricula baja hasta en un 60%), unido a esto, la jornada se reduce solo a medio turno, debiendo el docente igualmente traer alimentos desde sus hogares o en su defecto, en el transcurso de una hora, salir a almorzar y retornar nuevamente hasta completar el horario de finalización de la jornada: 4pm.
1pm: hora de la siesta de los niños y niñas, lo que equivale para muchos docente a un pequeño “break”, en el intenso trajinar de su labor. Muchos aprovechan esta hora para tomar sus almuerzos, ya que al estar dormidos los estudiantes, lo hacen con mas tranquilidad.
2pm a 3:30pm: continúan las labores normales, luego de levantarse los niños, ir al baño y tomar sus respectivas meriendas, y culminar con actividades de complemento mientras llega la gran esperada hora de la “salida”.
4pm: con un agotamiento reflejado en su rostro, los docentes proceden a culminar las labores escolares por el día de hoy, luego de que van saliendo los niños con sus papás, abuelos, tíos y cualquier otro adulto que se encargue de buscarlos en la escuela. Pero, ¿aquí termina todo?. La respuesta es no, ya que, en una escena que se repite día a día, pasados 20, 30minutos y en ocasiones hasta una hora de haber finalizado la jornada, aun quedan niños a los que no han ido a retirar, debiendo permanecer su respectivo docente con ellos hasta que, unos padres con rostros malhumorados y actitud molesta, a manera de escudo protector para evitar el llamado de atención de los docentes, acuden con un sin fin de ingeniosas, creativas y fantasiosas excusas para justificar su retardo.
De ahí en adelante, cada docente se dirige a “sus hogares”, pero no sin antes emprender una búsqueda minuciosa... a un safari de alimentos y productos.... a una cacería de insumos y precios accesibles a nuestro bolsillo. Un constante desfilar por ventas de alimentos y supermercados para buscar aquellos productos de primera necesidad, con precios a nivel internacional, ya que para los que vivimos en frontera, la referencia es la moneda del vecino país, en mi caso, Colombia. Esta acción, equivale no solamente a un desgaste físico diario, sino también emocional, donde día a día vemos con resignación, ya que a estas alturas el asombro desapareció de nuestro léxico, que los precios aumentan a una escala geométrica, quedando a merced de los especuladores o, en el caso de Venezuela, de los “bachaqueros”. (denominación dada a las personas que viven de acaparar alimentos adquiridos a bajos precios para luego llevarlos de contrabando a Colombia, o en el peor de los casos, venderlos a sus coterráneos a un precio “solidario” que generalmente va desde el 500% de ganancias o sobreprecio.
No esta de mas, hacer referencia a que la canasta básica familiar en Venezuela esta estimada en un costo de Bs. 14000000 mensuales (aprox.77 dólares). El sueldo de un docente es en promedio para los que laboramos jornada completa de 8 horas diarias es de Bs. 1700000. (aprox. 9 dólares), habiendo quienes su carga horaria es menor, y también su sueldo.
En comparación, quienes eramos profesionales bien remunerados en tiempos anteriores, gozábamos de una buena calidad de vida (llámese calidad de vida al poder adquisitivo para proveernos de alimentos, bienes y servicios), hoy día nos convertimos en una especie de sobrevivientes de una era apocalíptica, donde el universo de nuestros pensamientos se ve ocupado por una sola frase: “comprar alimentos”.
Es de resaltar, que la narración presentada, no busca en ningún momento victimizar a los profesionales de la docencia, por el contrario, dignificarlos y resaltar la valiosa vocación de servicio y entrega con la que acuden, día a día, a cumplir con la hermosa labor de formar a los futuros ciudadanos de nuestra golpeada y mancillada patria.