Alas en la cárcel

in #spanish7 years ago

prison

Llegó a la cárcel sin saber muy bien porqué. Solo sabía que lo encontraron en un todoterreno junto a un cadáver de un joven que no conocía y del que no tenía ningún tipo de recuerdo. La verdad era que no recordaba nada de lo que pasó aquella noche, solo que se había metido algunos éxtasis y no recordaba el número.

Las pruebas eran claras en su contra; habían encontrado sus huellas en el mango del cuchillo con el que habían asesinado al joven y las pruebas de ADN vinieron a corroborar que él había empuñado aquel puñal de dos filos.

Lo cierto era que él no se veía como un criminal porque nunca había hecho daño a nadie, ni siquiera cuando era más pequeño; siempre fue un chico tranquilo. Él pensó que le habían hecho una mala jugada y que estuvo en el lugar y el momento equivocado.

Pero ahora estaba allí. Esa era la realidad. No había otra. Estaba en la cárcel y tenía que pasarse en ella veinte años, aunque por buen comportamiento podría salir a los doce, y quién sabe si a los diez.

Lo primero que descubrió en el recinto penitenciario era que el tiempo pasa demasiado lento, era como si arrastrara una losa de mil toneladas y que cada minuto pesaba cien kilos. Su losa era el maldito tiempo.

En alguna ocasión pensó en quitarse la vida, ir por la vía rápida y acabar con aquella tortura de una maldita vez. Tuvo la la oportunidad cuando su compañero de celda estaba en enfermería por una gastroenteritis. Aprovechó ese momento para coger una de las sábanas de su cama, la ató a uno de los barrotes de la ventana, cogió la silla, la puso debajo de la ventana y midió, con exactitud, la distancia exacta, para que la presión del nudo hiciera la fuerza suficiente para ahogarlo sin remedio. Hizo un primer simulacro y funcionaba a la perfección. No lo pensó mucho, ajustó el nudo corredizo, se lo puso al cuello y se sentó. Esperó unos instantes, respiro hondo, se levantó un poco, quitó la silla y se dejó caer como si fuese un peso muerto.

Hubo un momento de flaqueza. Sabía que si se ponía de rodillas el juego terminaría y seguiría viviendo, pero él estaba decidido acabar con su vida. Sin embargo, cuando ya estaba perdiendo casi el conocimiento, vio encima de la cama de su compañero un libro, le costó leer el título, porque el estrangulamiento le estaba perturbando la visión, se forzó un poco y lo leyó:

Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne.

Entonces recordó su infancia, todos los libros que leyó y que lo llevaron hacia las altas montañas, hacia los más oscuros abismos, hacia las batallas más increíbles, hacia los viajes intergalácticos, hacia el centro de la tierra, a entender la venganza, el odio, el amor, la compasión y la inteligencia.

Fue ahí cuando se puso de rodillas y decidió no quitarse la vida. Intentó recobrar la respiración, le costó bastante y pensó que ya no había vuelta atrás, pero pudo recobrar, poco a poco, el sentido.

Deshizo el lazo que tenía atado al cuello, se tumbó en el suelo de su celda a intentar recoger los hálitos de vida que había perdido en aquellos instantes.

Tumbado en el suelo, mirando hacia el techo mal pintado y desconchado, supo que la lectura sería su salvación, como lo fue en su infancia y en su adolescencia.

Cuando se hubo recobrado, después de vomitar y de beber algo de agua, se sentó en la cama de su compañero, cogió la novela de Julio Verne y comenzó a leer. A los pocos instantes supo que el resto de su tiempo en la cárcel se lo pasaría leyendo, porque sabía que la lectura era la puerta más grande para recobrar la libertad que había perdido.

Fuente de la imagen: Pixabay

Si quieres leer más entradas mias entra en mi perfil: @moises-moran

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Ese fue un relato que me llevo ami infancia. Yo leia mucho y asi viajaba, era una pricesa, tenia castillos, caballos. Si, ciertamente leer es una puerta. Saludos

Gracias, a mí también me pasó y me pasa lo mismo.

Hermoso... Más cierto, imposible! La lectura nos extrae de la cruda realidad, nos hace crear mundos, universos e infinitas realidades! Amo leer, amo escribir, amo la magia de la pluma! Moises, me encanta que escribas para mi (Y para todos por supuesto) No dejes de hacerlo! Me encanta!

Gracias, por tus palabras.

vaya, la historia me atrapó desde el inicio!

Excelente relato estimado, tiene mi voto :3

Gracias, amigo.

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