Aún cuando no las tengo en mi jardín, las hubo eran las niñas consentidas de mi difunta madre. Las tenía colocadas en sus respectivos maceteros, en un atril, y les pasaba revista todos los días. Hasta dos veces por día. Recuerdo que las resembraba mediante sus hojas carnosas e iba obteniendo más ejemplares. 

Mi padre, cada vez  que conseguía alguna variedad o color diferente a las que ya tenía, se la traía de regalo sabiendo que sería una fiesta. Sí, definitivamente, eran sus consentidas.

Las violetas, tienen hojas carnosas, con los bordes ondulados y muestran sus nervaduras. Son plantas pequeñas, poco se despegan del suelo y las flores aparecen en su centro. Duran varios días. Y son llamativas, una vez que se sabe que están ahí. Ya que no se estiran para mostrarse. Esto da pie a la metafórica expresión "la humildad de las violetas".

Las más delicadas, eran las de color blanco. Nunca logró reproducirlas. Así que eran el centro de su atención y cuido. Las más mimadas de las niñas mimadas. Encontré esta imagen, también en pixabay, la dejo para ustedes mis queridos lectores.