Los Sueños sí se hacen Realidad

Llega el momento, ese espacio donde despierto, observando una gran maravilla, el único universo que marcaba una gran alegría en mi alma, llenando de felicidad mis ojos, abordando de gran fortaleza mi alma y sobre todo inundando de sonrisas, mi historia la cual comienza abarcando mi espíritu con grandes anécdotas.

Miro hacia el cielo y me doy cuenta que hay grandes cosas en esta vida que pueden ser muy motivante, que no hay que dejar que nada nos derrumbe sobre todo hay que avanzar siempre hacia delante no dejar que nada nos derrumbe siempre tener en mente que nosotros mismos somos capaces de lograr nuestros objetivos, pero siempre con gran optimismo para alcanzar grandes metas en esta vida.

Sigo caminando sobre este paisaje y me doy cuenta que la naturaleza tiene grandes misterios que están por descubrirse pero que a veces son difícil de reconocer porque estamos rodeados de muchas preocupaciones. A lo largo de la historia la humanidad siempre se ha resistido al cambio a la aceptación de ideas nuevas. Esos pensamientos que nos llevan a ir más allá de descubrir la conducta humana donde cada palabra que descubrimos le damos valor en nuestra vida.

Mirando ese paisaje y caminando sobre esas tierras tan hermosas pude conocer a una chica llamada Clara que la vi por primera vez. Desfilaba en un vestido color azul intenso, rodeada de florecida elegancia y que cargaba una cesta lleno de frutos. Era evidente que no había visto a un caballero por primera vez, fui la primera persona que había visto en tanto tiempo, la sentí sofocada, la saludé y me miró con mucho nervios, apenada pareciera que se sentía apenada conmigo.

Mi propia reacción de algún modo supe que algo en mí la cautivó y la puso muy nerviosa significado repentino lo cual hizo que sus pensamientos volarán se sintiera asombrada e iniciará una sensaciones inéditas al verme a los ojos.

Estaba exhausta aquella chica porque había recorrido tanto camino para llegar a su casa no podía imaginar lo que se sentía cargar esa cesta tan pesada de naranjas. Así que decidí ayudarla, me detuve y la mire fijamente a los ojos expresando mis ganas de apoyarla, al tocar su mano ocurrió una revelación, donde sentí un calor muy acogedor y si se me ocurre que todo esto es muy visual, y que, de hecho puedo sentir esta sensación cerca de mi ser, aquí, llenando el vacío aparente en el centro de mi mundo, entonces comienzo a tener el deseo de acariciar y pellizcar y aporrear, hasta imaginaba como lo hacia.

Esa chica provoco en mi una reacción sobre mi cuerpo, hirviendo mi sangre y llevándola al limite, y ella al tocarme sentía lo mismo, es como si estábamos hecho para la ocasión, aunque no lo sabíamos.

Exprese el deseo de conocerla a profundidad, y así lo decidimos. Seguí mi camino junto a ella, ofreciéndole subir a mi jinete, para que descansara de tan difícil camino rocoso, teniendo como destino una linda cabaña, pero los paisajes no dejaban de ser tan fantásticos, cada sendero estaba lleno de ese blanco ambiente, con una húmeda esencia, aunque nada enfriaba mi piel estando tan cerca de esa chica de ojos celeste, una mirada hecha por los dioses, forjada cada centímetro por las estrellas, dando brillo al día.

Noté que era una amante a los animales, caballos hermosos, numerosas mascotas y un hermoso perro, que expreso sus celos al verme con aquella doncella.

Nos sentamos a tomar un café bajo aquel paisaje húmedo, frío y tentador, experimentando una gran emoción al conocer grandes senderos, seguí determinando que la presencia de aquella dama estaba marcando mi camino de una forma estupenda me quedé sorprendido porque era una mujer muy humilde, sencilla y pura, que tenía bastantes características lo cual me tenían hechizado.

Así que cada cosa la identificó conmigo, una sonrisa, un deseo, un sentimiento. Hablamos del verano y del otoño, le enseñe a tener magia en su alma, no era la primera vez en la cual me sentí que le llenaba de vida a alguien, cuando lo hacía, pensaba en una época en la que había sido una persona muy conocida y respetada por la labor social que manejaba en mi sector, y qué tantas cosas me hizo llenar de valor por todas las millones de sonrisas que podes generar. Cuando observe bien esa chica no podía dejar de hechizarme por esos ojos, eran como el cielo azul, recordé un viaje que realicé, donde grabe una vista, que nunca pude olvidar.

El agua cristalina del mar no se comparaba con él brillo que este paisaje y mientras observaba a mi alrededor, todo era hermoso, tanto campo, la siembra, los caballos, pero esa bella dama no tenía competencia, llenaba de brillo a este paisaje, creo que era el factor más importante de este entorno que era una perfección con ella.

Sólo teníamos poco tiempo de conocernos y era como que si me sintiera en casa, con la mujer de mi vida, con la que tanto deseaba tener, así que agradecí por el inmenso cariño y respeto con la cual ella me acogió en su hogar decidiendo compartir una amena merienda en la cual me sentí muy satisfecho por su presencia, me levanté, le tendí la mano y ella se quedó sorprendida, yo también me asombre mirándola fijamente, así que ella en vez de estrechar su mano, decidió saltar sobre mí y abrazarme susurrando a mi oído:

- Gracias por brindarme una tarde tan fantástica, espero volver a verte y nunca te rindas en tus objetivos, continúa siendo tan humano como eres porque llegarás muy lejos.

Aquellas palabras llenaron mi alma y decidí darle un beso de despedida, algo que me hizo sentir que estaba en un mundo donde nada podía sacarme de la cabeza sus labios, su rostro y su palpitar. Sin haber tenido la menor intención pude haberle robado un beso, pero no la tuve me llene de miedo por tener que haber abusado de la confianza, así que me despedí con una gran sonrisa y seguí mi camino, aquella chica me veía como la grandeza de su alma se estuviera arrebatando de su vida, eso me lleno de nostalgia y prometí dentro de mí volver a verla.

Aquella muchacha de vestido celeste, ha creado en mí un enorme esfuerzo de seguir luchando por la vida y teniendo el deseo de volver a verla, comprendí que esa mirada no hacía sentir más bonita pero tampoco más fea la vida, porque nació en mí, un equilibrio que precisó lo que en realidad quería tener.

Al siguiente día, intenté buscarla de nuevo, pregunte a los residentes si la conocían, todos me observaban con una mirada incrédula, parecía que estaba loco, ninguna persona sabia de aquella a una mujer llamada Clara. En ese momento, me encuentro con mi mejor amigo, Javier, quién escuchó mi anécdota y no pudo aguantar las ganas de contarme que me fui por el camino del paraíso, por el cual expresó que tuve la suerte de llegar a ese mundo donde nadie había llegado y me contó: