En los Andes venezolanos, existió un conjunto de tribus indígenas que habitaban las comarcas de Lagunillas, constituía esencialmente un pueblo dedicado a la agricultura; en sus sementeras cultivaban fundamentalmente el maíz, así como los quinchonchos, tisuries, los frijoles, auyamas, el apio y la yuca. Igualmente, los indios de estas tierras tenían abundancia de frutas tales como la piña, el mamon, la guayaba, los mameyes, las ciruelas y los caimitos.

La vida de los aborígenes de Lagunillas fue desde un comienzo bastante dura, por así decirlo, a causa de la aridez del suelo en el que se aposentaban. Esa tierra yerma y seca, requería de grandes esfuerzos para su irrigación a consecuencia de la lejanía de las tomas naturales de agua, situación problemática que originó una serie de circunstancias. Esencialmente los sembradíos de los indígenas de la Lagunillas eran regados con agua proveniente de la laguna en torno a la cual establecieron sus núcleos poblacionales. Pero no era solo con agua de la laguna que regaban: crearon un complejo sistema de acequias alimentadas con agua que baja de las montañas y con la que irrigaron gran parte de la meseta.

De aquella laguna que ya mencioné, se refiere a la Laguna de Urao, la cual da origen precisamente a la denominación inicial que los conquistadores españoles dieron a esta comarca: La Lagunilla o Lagunillas, en base a la presencia de este hermoso reservorio de agua que los naturales llamaban Yoama, en torno al cual fundamentalmente arraigaron sus creencias y leyendas, las que aún hoy día permanecen formando parte del acervo cultural y folklórico,los habitantes de algunas comunidades que viven en el área, en sectores aledaños a la ciudad de Lagunillas que sus cultos, como pueblos agrícolas que son, giran en torno a Dioses acuáticos, son venerados como sagrados todas las fuentes de agua: lagunas, ríos, ojos de agua, pozos, etc.; en cada una de ellas vive un Dios o varios dioses que guardan dichas aguas.

Sus festividades son típicas de pueblos agricultores, ofrecen en ellas especies vegetales, animales, y celebran con danzas, juegos, música y ritos especiales dichas festividades. Hoy todavía se mantienen, aunque transformadas, algunas creencias originarias y es que hasta hace sólo unas décadas Lagunillas aún vivía de la agricultura, trata de mantenerlo vigente.

Muchas son las leyendas mitológicas que en torno a la Laguna de Urao o Yoama, se conservan en el espíritu del pueblo de Lagunillas.

Estas celebraciones vienen dadas como promesas a un santo, que vino originalmente de España, llamado San Isidro Labrador, el santo de la lluvia, es caracterizado por excelencia el patrón de los campesinos, es el santo a quienes muchos acuden para que llueva, los venezolanos le tenemos mucho aprecio.

Vivir esta experiencia, junto a lugareños tan católicos, expresan un gran sentir en que la religión es muy respetada, y que Dios, así como San Isidro Labrador, son las dos grandes creencias en las cuales, se le brinda toda la fe, como también toda la alegría posible.

Les invito ser parte de estas festividades, en el hermoso espacio del pueblo, Lagunillas Edo. Mérida, tierra de agricultura, aire de esperanza, espíritu de alegría.