El invierno abandono su piel antigua
en las ramas recientes de los árboles
y avanza en saltos pequeños por el prado
la Primavera de delgado talle.

Comienzan a florecer los almendros
resaltando que llega la primavera,
sus ramas se inundan de hermosa flor,
blanca y pura como mi amor por ti,
roja y hermosa como tu corazón.

Luego de la flor nace el fruto
que abastece nuestras vidas,
pero nuestro amor no es fruto
que tenga que esperar a que nazca la flor,
nuestro amor ya existe y perdura.

Tu eres la primavera verdadera;
rosa de los senderos peculiares,
brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recóndita ladera.

Has cambiado mi vida,
con solo una mirada, un detalle, una caricia,
sin decir una sola palabra y ver tus ojos,
se que serás mi cómplice a la hora de hacer el amor.

Pero tenerte cerca y no poder tocarte es un castigo que quema mi piel,
porque después de mi entrega,
mi cuerpo sólo desea sentir el tuyo.
Mi cuerpo y mi mente quedaron como hechizados
con tú manera de hacerme el amor,
me enciende el deseo recordar tú forma de acercarte a mi,
como me quitas la ropa, como me besas y me acaricias.
Mi piel le pertenece a quién la eriza
y hoy sólo tú lo haces.

Tu te has convertido en mi mejor primavera,
esa que me desnuda mi alma,
que provoca el terremoto en mis nervios,
la que inunda de sudor mi piel
y la que llena de fuego mi corazón.

Mis manos quieren moldear tu deseo
manejar lo hilos de tu respiración
acelerar el motor de tu emoción
motivar y palpar tu piel
definir y friccionar tus puntos claves
navegar en el mar de tus curvas
explorar las húmedas fibras de tus latidos
y las cuerdas de tus suspiros,
quemarme en la suavidad de tu calor
y derretirme en el fuego de tu pasión.

Esto es sentir la primavera,
el acogedor calor de sus vientos
y la sensación de explorar sus maravillas,
con el extremo amor entre los dos.