"Lis, tenías razón al decir que una historia como la nuestra no podía acabar de otro modo. Por favor, no te disculpes por nada, nunca fue tu culpa.

Aunque sea difícil de entender, debes creerme cuando te digo que nunca fue mi intención hacerte daño. No llegué a pensar verdaderamente en un futuro juntos, tienes razón. Fuimos tan jóvenes en aquel momento que incluso creí que siempre estarías para mí solo por el hecho de que el amor que nos unía no nos permitirá alejarnos, tan jóvenes para creer que el amor era suficiente.

Creí que aprenderías a amarme por quién era, gracias por no hacerlo, o jamás habría entendido que quién era en ese momento no era quién quería seguir siendo por el resto de mi vida. Nunca he dejado de extrañarte y nunca habrán palabras suficiente para decir y corregir mis errores. De haber podido devolver el tiempo, te juro que te habría hecho feliz, habría sido todo lo que ahora sé que te mereces. Pero también sé que yo no me merecía segundas o terceras oportunidades. No dudo en que hiciste lo correcto, en que tú vida no fue menos que maravillosa desde que te marchaste. Fuiste un poco cruel al nunca permitirme saber de ti, por eso me enojé, porque en el fondo siempre has sabido que más que mi amante, fuiste también mi mejor amiga, Alicia.

No pensé que la historia de Lis y Alan realmente tuviera un final, hasta que se lo diste sin darme tiempo a reaccionar.

Debo confesarte que tu partida alteró mi vida más de lo que estoy dispuesto a admitir en esta carta; por mucho tiempo esperé tu llamada junto al teléfono, recorrí las mismas calles, regué los malditos y feos cactus del jardín, pasé las tardes sentado orgullosamente frente a la casa de Valerie, tan firmemente seguro de que aparecerías en algún momento y te obligaría a escuchar lo que tenía para decir, pero nunca pasó. Año tras año, te esperé como quién espera un regalo de navidad en el verano, nunca volviste a casa. Supongo que conseguiste tu hogar en otro sitio.

Hoy, diez años después, todo lo que tengo para decirte es esto: Gracias. Gracias enormemente por todo lo que fuiste y sé que sigues siendo, por tu amor incondicional que no merecí en aquel momento, gracias, Alicia, porque nunca me sentí más perdido y solo que el día en que miré sobre mi hombro y ya no estabas allí, con tu pequeña nariz y cejas fruncidas diciéndome que debería dejar de hacerme el tonto. Y entendí que veces damos por hecho algunas cosas y personas, y que el día en que descubrirnos que nada es seguro, nos volvemos mejores seres humanos, aprendemos a apreciar la vida y lo que tiene para ofrecernos. Todo lo que soy te lo debo a ti, aunque hace años que no sabemos de nosotros.

Quiero que sepas que me fue bien, crecí, aprendí e, inclusive, conocí a alguien. La amo, Alicia. La amo de esa forma romántica y fuerte en la que nunca pude amarte, y entendí por qué lo nuestro nunca funcionó ni funcionaría. Discúlpame tú a mi por haberte hecho creer lo contrario, aunque en el fondo lo sabias, jamás me apartaste de tu vida y me dejaste consumirla poco a poco. Lamento cada lagrima y decepción que te di, actualmente lo sigo pensando y me sigue desgarrando el alma haberte fallado. Así que sí, el irresponsable, sarcástico y problemático chico que conociste quedó muy atrás en la historia.

Créeme cuando te digo que intenté amarte, complacerte de la forma en que querías que lo hiciera, pero simplemente no pude, o no quise, no era yo, no eras tú, no podíamos ser nosotros. Y eso es lo que nos hizo infelices, amarnos y a la vez no poder hacer que funcionara.

¿Cómo eliminas el dolor de lo que pudo y no fue? Aún lo estoy averiguando.

Supongo que fue lo mejor que pudo pasarnos antes de despertar un día y descubrir que no amábamos la vida que estábamos llevando, que todo ese explosivo y loco amor que teníamos, que aunque no fue el mismo tipo de amor fue amor al final del día, con el pasar de los años se habría convertido en odio; porque yo jamás habría logrado amarte tal como querías que lo hiciera y tú jamás habrías aceptado lo que yo te ofrecía para quedarte.

Sé que aún piensas en mi, porque te conozco y sé que sabes que aún pienso en ti. Espero que me recuerdes con ternura, que los rencores escondidos y las palabras no dichas ya no te atormenten. Siempre estuviste destinada al éxito. Siempre estaré orgullo de ti y lo que hayas decidido hacer con tu vida.

Nunca pensé que volvería a sentir lo mismo que sentía cuando estabas en mi vida, nunca pensé que volvería a tener una familia. Hoy en día la tengo, incluyendo una hija. ¿Puedes creerlo? Y sé que es imposible, pero se parece tanto a ti; sacó mucho carácter de su tía Alicia, porque si, cariño, le he mostrado nuestras fotografías. Le dicho más que tu nombre; le he contado nuestras aventuras, he le dicho que sé que esperas que brille como tú lo has hecho y que pasé la mejor época de mi vida a tu lado. Insiste mucho en que debo invitarte a cenar a casa, es tan inteligente y persuasiva. Solo Mónica es capaz de inventar un genial pretexto que la deje satisfecha. A veces pienso que no las merezco, que no hay nada que haya hecho tan bien en mi vida para merecerlas. Espero que con aquel afortunado hombre a quién le hayas dado la dicha de ser padre, te ame y te valore como siempre lo has merecido, y que se sienta exactamente como yo siento.