PAJAS MENTALES DE UN PUTO CÍNICO:LA APLASTANTE VUELTA AL DESEMPLEO

in #spanish6 years ago

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Tu hábitat natural vuelve a llamarte: ya notas desde lejos su deprimente aroma. Día a día, consultas páginas como Infojobs e Infoempleo, lugares donde no encontrarás hechizos mágicos que reparen tu vida. Miras también periodicuchos locales, donde son colgadas ofertas miserables. Se podrían citar ejemplos varios, pero aunque parezca lo contrario, el objetivo de este libro no es que te revuelvas en tu propia mierda.

De los puestos ofertados, ninguno se ajusta a tu perfil: piden camareros con ganas de trabajar, jóvenes sin ganas de vivir y programadores con experiencia. También ejecutivos e ingenieros. Te ves excluido del mundo laboral una vez más, al igual que te pasa en otros rincones de la vida. Como desenlace al día, terminas consultando la cotización de tus órganos por internet: cualquier cosa sirve para salir del bache.

Un cambio opera en tu mente, convencida por primera vez de que Internet no tiene la solución. Decides pasar a la acción: ser tú quién visita los lugares de trabajo.

Te vistes para la ocasión: formal, pero no elegante; casual, pero no agitanado. Quieres parecer un tipo formal y normal. Confiable. Así que te embutes en ropa y actitud mentirosa y pateas tu barrio en busca de oscuros antros donde maldejar tu curriculum.

Vayas donde vayas, te sonríen, dicen estar peor que tú y te rechazan entre amabilidades. ¿Y cuál es la situación ahora? Pues que has malgastado unos cuantos euros en fotocopias para nada.

Pero tranquilo, siempre puedes bajar un poquito más.

Caes al subsuelo de la desesperación, poniendo tu propio anuncio por palabras de búsqueda de empleo. Degradación a 0,40 euros la palabra. Ya tienes claro tu mensaje:

“Se ofrece tipo serio, 32 años, ganas de trabajar y experiencia en sector equis. Responsable y eficaz. Interesados llamen al…. "

Llamas a la redacción del periodiquillo local y plantas allí tu anuncio. Tú obra literaria. Compartirás página con videntes, curanderos que eliminan el ébola y travestis culonas. Por si fuera poco honor, esto te cuesta dinero.

Debes reconocer que el mundo es maravilloso.

La vida sigue su sinuoso camino: y en el nadie te llama. El paro sigue devorando tus días. Te ves obligado a esperar que algún amigo conozca tu caso, con esperanza de que te eche –reconócelo, ahora sí que estás jodido-un cable. La única solución a corto plazo, es la que tiene por nombre alcoholismo, y temes que el próximo anuncio que pongas sea de prostitución y no recibas llamadas.

Pasan los meses. Malgastas tu tiempo haciendo cursos del paro: intercambias perder tus días a cambio de no volverte chiflado. Un negocio donde nunca ganas. Los días corren y tus ahorros menguan, haciéndote llegar al siguiente punto de la situación. Pisotear tu propio orgullo de la peor de las maneras.

PIDIENDO DINERO A TUS PADRES

La caída está siendo dura, como la de un avión en picado. Como los pasajeros de este, en tu desesperación llegas al extremo de pedirle ayuda a Dios. Ante su acostumbrado mutismo, decides suplicar a una deidad más terrenal: tus progenitores. Es entonces cuando, tras largos siglos por medio, decides hacerles una visita.

Llegas a su casa, aquella que un día fue también tuya. Tocas el timbre, pasas y notas como fluye la tensión en el ambiente. Ante tu presencia, tus padres no disimulan su sorpresa al verte:

-¿Qué raro verte por aquí? Cómo nunca vienes si no es navidad…-dice tu madre- .

-Algo necesitará-.

Notas como tú médula es atravesada por la cruel embestida del comentario paterno, pero deberías también notar la razón que el mismo tiene. Te consideran tus padres pues, un desagradecido, lo cual no niegas, y no muestran reparo alguno para echarte en cara tus ausencias y desapegos.

Pero ya contabas con esto. La noche será humillante donde las haya y solo has tragado todavía el primer plato.

Empieza la función: tus padres arrancan hablando de tu hermana y tu cuñado, y lo bien que les marcha en todos sus asuntos; te enseñan, por enésima vez, la planta de plástico inerte que mora en el salón, la cual no recurre al suicidio porque le es imposible; te muestran también el vídeo de su boda…y prefiero no ir más allá. Por tu parte, caes en la trampa de pensar que has vivido momentos peores.

Esperas al momento adecuado. Dejar caer la bomba es siempre una decisión difícil si no eres piloto. Por fin, un punzante latido se abre paso enérgico en tu corazón, convenciéndote de soltar el comentario a pelo y sin anestesia:

“Veréis, estoy pasando un mal momento y… necesito que me prestéis algo de dinero”.

Un silencio helador recorre el ambiente. Un momento tétrico: no obstante, la carga deja ya de aplastar tu espalda. A continuación, comenzará la ronda de preguntas insidiosas. Es tu madre quién decide abrir la veda:

“Pero qué pasa hijo, ¿Tan mal te van las cosas?”

A lo que tu padre apunta:

“Ya te dijimos que estudiaras otra cosa-con tono resabiado y despreciable-”

Tu humillación crece. Y crece y crece. La próxima media hora aguantarás lluvia y truenos, pero ya traías un amplio paraguas y un plan de escondite bajo el más alto árbol.

Así es normal que tus proyectos fracasen.

Finalmente, tus padres deciden perdonarte la vida y acceden a soltar el préstamo. Obtienes unos meses de prórroga hasta la llegada de la mendicidad, que solamente ha sido pospuesta. Sabes también, que el diablo cobra caros sus favores, con intereses para nada baratos. En la radio, oíste hablar en las noticias de un prestamista gallego que enviaba sicarios a sus deudores: llegados a este punto, aquel tipo parece menos amenazador a la hora de hacer buenos tratos.

Pese a esta reflexión tardía, debes saber que es ya imposible dar marcha atrás.

Obtienes un poco más de oxígeno, el cual se agotará en breves. Y la montaña aún se revela alta…

-Bien, ¿Qué le ha parecido maestro?

-Hmmm…una historia interesante esa que me has contado. No me extraña que cada día quieran unirse más y más a esta fortaleza de los cínicos. ¡Sí que es hostil la vida allí abajo! No me extraña que os tiente la idea de abandonar.

-Así es exactamente-a lo que el maestro prosigue- .

-Los males y pesares a soportar tornan el espíritu negro. Menos inocente, más auténtico. ¡Cuán fácil es amar cuando no has sido aún golpeado! Pero en cuanto te noquean, la vida se ve más agria y entonces ¿Quién es el valiente que aguanta sin unirse a nuestra morada? ¿Queda algún héroe exento de cinismo? Mi respuesta es escéptica ante ello.

-Y que lo diga maestro, y que lo diga. ¡Vaya piquito de oro!

-Abandona esa práctica de hacerme la pelota y sigue contando tus historias: debemos continuar con nuestra jornada.

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Me gusta tu estilo, tienes voz propia.

Muchas gracias!

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