EL SEXO DE USAR Y TIRAR
Amor a primera vista. Esa expresión antes era posible, una opción entre las múltiples para el nacimiento de atracción entre los cuerpos. Contacto humano, conversación y presencia física, abrían las puertas-hoy cerradas a cal y canto-a la seducción sin presencia de smartphone.
Lo que antes era solo posible, hoy es sin embargo obligatorio. El amor a primera vista es ley. Más bien atracción a primera vista, causada por unas imágenes fotogénicas y probablemente retocadas. Tinder ha supuesto una revolución, el fin del cara a cara y el inicio del sexo multijugador.
Muerte a la sociabilidad.
Como siempre ocurre, el teorema de Pareto se cuela en cualquier parte. El sexo no es zona protegida, y las proporciones matemáticas encuentran aquí una forma de explicar el mundo. Igual que en la economía existen distribuciones por geografía y clases, la vida sexual también reparte diferentes cartas; guapos o feos; nadadores en los lagos de la abundancia o afectados de escasez.
Pletóricos o depresivos, con términos medios.
El matcheo, acto de deslizar el dedo índice para aceptar o desdeñar, ha condenado a muchos a la inexistencia sexual.
Una inanición prolongada que ha dado vida a subculturas del odio. Así, en esta sociedad hedonista, superficial e hipersexualizada,grupos de hombres rechazados por las mujeres se han autodenominado incels,aludiendo a su situación de célibes involuntarios.
El mundo virtual no es el oro que prometían.
Sin embargo, reminiscencias del pasado sobreviven a los niños. La pícara costumbre de mentir para ligar, sigue viva en los jóvenes de hoy día. Ellas, amantes del retoque fotográfico y litros de maquillaje; ellos, mintiendo sobre su estatus o profesiones, añadiendo a su vida emociones que no tienen y, los muy modernos, subiéndose también al carro del retoque.
La astucia contra la soledad.
Sin embargo, las discotecas tienen algo que temer. Aunque la música sigue haciendo furor, y el consumo de alcoholes pirra a los jóvenes, los antros nocturnos han dejado de ser teatros de la seducción. Ahora estos locales, compiten contra poderosas plataformas, controladas por fuertes multinacionales.
El dinero introduciéndose en la rendija del sexo. Dispuesto a mercantilizar el placer voluntario.
Quién sabe si, tras el aluvión de pornografía e hipersexualización, en unos años estaremos recorriendo el camino de los ariscos japoneses, esquivos con el sexo y cuyos jóvenes eluden relacionarse en un 30%.La transición de la hipersexualidad a la asexualidad puede ser fascinante.
Quizá, después de todo, sea el primer paso para transformar a los humanos en ciborgs. ¿Será por eso tanta propaganda con la ideología de género?
Haré una pausa: voy a comprobar si estoy zumbado o tengo razón. Si fuese lo segundo, échense a temblar-yo ya lo estoy-.
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