COMPARTIENDO CASA CON EXTRAÑOS ¡Ayuda!

in #spanish5 years ago (edited)
Podría escribir mil quinientas páginas sobre este tema, pero voy a intentar hacerlo breve.

Una vez un conocido me dijo, si la convivencia con nuestra propia familia es difícil, imagina tener que convivir con uno o varios extraños bajo el mismo techo.
No me había dado cuenta de lo real que puede llegar a ser esta cita hasta que lo comprobé por mi mismo al mudarme con una amiga a un pequeño departamento rentado. Pero en este caso, comenzaré con experiencias previas que bien podrían ser positivas o negativas.

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Fotografía: @miguelarocha (Dublin, Irlanda)
Sony Xperia J

Desde que comencé mi vida de estudiante de idiomas en la capital irlandesa, en el año 2014, conviví con varias personas bajo el mismo techo. Los primeros en recibirme fueron una pareja de irlandeses quienes rentaban habitaciones a estudiantes bajo condiciones bastante hogareñas, mientras te hacían sentir como parte de la familia. Pero como de lo bueno, poco; pronto descubrí que no todo es color de rosa al momento de mudarnos con personas que conocemos escasamente, o como en muchos casos, no conocemos en lo absoluto.

Ahí estábamos mi pareja y yo, luego de unos meses en aquella casa de familia, sin trabajo y poco dinero. Recibimos una recomendación por parte de una amiga, a quien en este caso llamaré María. María nos comentaba de una casa de tres habitaciones cuyos responsables estaban rentando los cuartos restantes por un precio menor al habitual, por ser conocidos, nos hicieron una oferta en pareja que no pudimos rechazar.
Estos responsables, de nuestra misma nacionalidad, habían rentado esta casa meses atrás y, sin el consentimiento de la propietaria, decidieron dar en alquiler el resto de las habitaciones para disminuir el costo de la casa.

Luego de varias semanas comenzaron ciertas incomodidades como, tener que compartir la cocina con diez personas al mismo tiempo, lidiar con ruidos molestos a altas horas de la noche, aceptar el ver gente desconocida en la casa todo el tiempo, a pesar de que las visitas estaban limitadas. Y aceptar el hecho de, que entre los inquilinos costeáramos los gastos mensuales del alquiler en su totalidad cuando los responsables, en secreto, no aportaban un centavo de renta. Claro, se aprovechaban de todos nosotros haciéndonos el alquiler más alto mientras ellos no gastaban, y en vez de eso, se quedaban con gran parte de nuestro dinero.

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Fotografía: @miguelarocha (Dublin, Irlanda)
Sony Xperia J

Luego de tres meses de pesadilla, nos pidieron irnos porque querían alquilar nuestra habitación a más personas, incluir más camas dobles (Bunk beds) dentro de la misma pieza, esperando generar más ingresos. En pocas palabras, alquilar a cuatro personas una habitación, que originalmente debía ser para una. Repitiéndose la historia de la habitación de al lado.

Después de una pequeña discusión y solo unos días después de haber pagado nuestra parte de la renta, acordamos irnos pidiendo el reembolso de los días restantes. En plena crisis inmobiliaria y contra todo pronóstico, conseguimos rentar una pequeña habitación en un departamento ubicado en pleno centro de la ciudad. Después de recibir el dinero de vuelta y en medio de una tensión indescriptible, pudimos mudarnos al día siguiente.

Los siguientes cuatro meses transcurrieron sin ningún problema en este nuevo lugar, el cual compartíamos con dos chicos de la India, quienes, a pesar del aseo de la casa, no generaron impacto negativo alguno en nuestra vida diaria. Compartir con ellos no era difícil, la comunicación era buena, el silencio predominaba la mayor parte del tiempo y no había tensión alguna. De vez en cuando éramos visitados por María, quien tenia permitido ir a la casa. Al cabo de esos cuatro meses recibimos un mensaje de una conocida quien había sido compañera de estudios. Esta chica se estaba mudando y estaba cediendo su pequeño flat por un precio bastante razonable. Bastó una semana, reunir algunos papeles y hablar con el propietario para conseguir rentar este sitio, esta vez compartiendo los gastos, nada mas y nada menos que con nuestra amiga estrella, María.

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Fotografía: @miguelarocha (Dublin, Irlanda)
Sony Xperia J

Solo bastaron unas semanas para darnos cuenta que el envase de Nutella que habíamos conservado por mas de un año, lleno del mismo contenido hasta más arriba de la mitad, se había acabado en solo dos semanas. La comida duraba, nada. El papel de baño no era reemplazado mas que por nosotros. La basura solo era sacada por nosotros. Y la limpieza general de la casa corría por cuenta de mía y de mi pareja. Definitivamente, María estaba fallando y no se daba cuenta. Nos dimos cuenta que era una chica que consumía mas de lo que aportaba y que por lo general no ayudaba con el aseo general de la casa. Mientras yo barría el suelo, había que pedirle cosas tan simples como alzar los pies. Y al mover muebles para limpiar, hacia preguntas como: ‘’ ¿que se les perdió? ’’ O nos decía: ‘’te faltó ahí’’, mientras señalaba a algún punto con su dedo.
Obviamente con el pasar del tiempo, esta convivencia se volvió tóxica haciéndonos actuar de manera molesta para que ella decidiera irse por su cuenta. Este comportamiento perduró por al menos tres meses más, hasta que al fin pudimos decirle ‘adiós’ a María.

Escribo esto ahora porque tres años después de estos hechos y de habernos movido a otro país, María vino a visitarnos después de recibir una invitación a pasar navidades en casa con nosotros, ya que la amistad aún perdura. En solo cuatro días pudimos revivir cada momento de incomodidad que pasamos en esa casa que alguna vez compartimos con ella durante ese largo año. La actitud controladora, lo poco colaboradora y las opiniones fuera de lugar no se hicieron esperar durante esta época decembrina. Supongo que hay cosas que no cambian, en nuestro caso, esperábamos que María continuara su camino y nosotros volver a nuestras vidas donde el silencio predomina en esta casa que, hasta ahora, no tenemos que compartir mas que con nosotros mismos.

Si de algo sirve este consejo, piensa bien antes de tomar cualquier decisión al momento de querer compartir piso con alguna persona. Recuerda que todos somos mañosos en mayor o menos grado y que todos hemos sido criados de manera distinta. Pero mas importante, no olvides que jamás terminaremos de conocer a una persona.

Feliz navidad.

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¡Cuanta razón! y pues imagínate si con la familia es incomodo, pues por ser familia se aprovechan y tienden a exceder la confianza, es peor con extraños, excelente articulo

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