Opinión/Reseña: El retorcijón del sadismo (A Clockwork Orange)

La cinematografía como una forma de arte no está privada de tomar diferentes maneras de expresión. Así como hay cuadros de arte simplistas, abstractos o hermosamente detallados, también hay películas que se asemejan en carácter a estas disímiles propiedades; cintas que dejan todo tipo de enseñanzas morales, trabajos de animación espléndidos, obras de intensa experimentación con impactantes resultados y un sin fin de gamas y géneros que van creándose conforme pasan las épocas. Hay un nicho para todo tipo de productos desde hace mucho tiempo y, creo que lo sigue habiendo para los que poseen una fachada abstracta.

Tamoco querría ni me atrevería a decir que A Clockwork Orange es una de las películas más abstractas en la historia del cine en ningún momento, habrán muchos títulos — varios de los cuales estaré visualizando pronto — más propensos a pelearse esa posición. Sin embargo, hay algo en esta cinta que la vuelve una obra particular: La libertad con la que su mordaz sátira es representada.

A Clockwork Orange es la adaptación de un libro escrito por el autor inglés Anthony Burgess en 1962. Su dirección es llevado por el timón de nada más y nada menos que Stanley Kubrick, director que ya venía de tener bajo su ala varios éxitos como «The Killing», «Paths of Glory», «Dr. Strangelove» y la revolucionaria obra que en ese entonces era su más reciente película: «2001: A Space Odyssey». Uno de los tantos talentos de Kubrick como director era su irreprochable genio en lo que se refería a adaptar novelas, y A Clockwork Orange no fue en lo absoluto la excepción a esta regla.

Había espacio aquí para hacer de todo un poco y el director estaba consciente de ello. La historia de A Clockwork Orange es algo enredada de explicar minuciosamente, pero en resumidas cuentas seguimos la vida de Alex DeLarge, un joven violento y sádico que junto a su pandilla se dedica a cometer horrendos crímenes por mera diversión. La interpretación de Malcolm McDowell es magistral, a menudo logrando que el espectador pueda simpatizar con su papel de cínico narrador y manipulador protagonista así sea un poco.

La película incluye temas sociales, psicológicos, políticos y religiosos que son la principal razón que me hace considerarla en cierta medida como una obra abstracta. Ambientada en una Gran Bretaña distópica tenemos un vistazo crudo a la vida y pensamientos de la juventud británica que se nos presenta: Desde su fascinación desmedida por la violencia, las pandillas y sus agresivos encuentros, la transgresora forma de obtener satisfacción haciendo el mal por la ciudad — menudamente en maneras repulsivas —, y hasta la jerga que utilizan con mucho hábito, llamada Nadsat. No se escatima en narración y nos permiten sumergirnos bien en la macabra realidad donde A Clockwork Orange toma lugar.

En la parte visual encontramos estilisticos escenarios futuristas, menos sofisticados y ordenados que aquellos que podíamos encontrar en «2001: A Space Odyssey», pero más extravagantes y artísticos: El Korova Milk Bar que Alex y sus compañeros frecuentan es el primer espacio que vemos en la película y el más memorable gracias a su decoración oscura y estrambótica. Las casas por las que pasa Alex también comparten este estilo de decoración estrafalario, pero en más viva en imagen y llenos de color; el vestuario de muchos de los personajes comparte estas últimas características.

El apartado musical se halla plagado de composiciones de música clásica justificadas por la adoración del protagonista hacia Beethoven: La novena sinfonía toma un papel importante en la cinta, sirviendo como excusa para mover parte relevante de la trama. El exagerado comportamiento de Alex dentro de su estilo de vida se une en conjunto con toda esta selección musical, enardeciendo su grandilocuente conducta psicópata como ninguna otra cosa. No solo composiciones clásicas integran a la banda sonora, también piezas electrónicas sombrías y ominosas e incluso al agradable clásico popular Singin' in the Rain se le es otorgado un rol perturbador.

A Clockwork Orange no es una película que le recomendaría a todo el mundo, no usa metáforas ni sutileza para revelarse, su sadismo y salvajismo son gráficos a la par de desagradables. Requiere que entres con la mente abierta ante sus excesos y su destartalado mensaje satírico. No me he leído el libro, pero si es como esta película lo hace ver, era solo tarea para Stanley Kubrick tomarlo y convertirlo en este hermosamente caótico filme, una obra que pasaría a la historia por lograr unir sus elementos con una libertad tan cruda como los desalmados actos encarnados por sus personajes.