Desde mi punto de vista

Aquí estoy yo, atónita, frente a esa exuberante feria de carne y sudor. Vestida para la ocasión, con mis mejores andrajos, indecisa entre la decadencia, la ebriedad, el hambre o la vejez que se asoma. Aun siento el exquisito tufo que dejó el último cliente de Anita, ¡era algo soberbio!, mezcla de fritura con pachulí, ese Don tiene la gentileza de no bañarse en semanas y yo se lo agradezco, aunque aun no entiendo el por qué las mozas siempre hacen muecas y arcadas cuando él no las ve.

Disculpad que me extienda en sabores y olores, pero a diferencia de usted, veo la vida a otra velocidad, si para usted es un segundo, para mi es una foto eterna.

Volviendo a lo que nos compete, ¿sabía usted que esas mujeres pueden satisfacer hasta una veintena de hombres por noche?, claro es un negocio sencillo, la mayoría acaban antes de bajarse los pantalones o se caen de borrachos mientras las niñas les hurgan la ropa. El aroma los delata, es como si dejaran una tarjeta de presentación cada uno, incluyendo todo lo que han hecho antes. Para muestra un botón, Don Eusebio, antes de venir, abrazó a su mujer, sus hijos le metieron las manos en los bolsillos buscando una melcocha que tenía guardada hace días y el guarro de su perro le orinó los zapatos a las seis de la mañana por diversión.

Todos estos detalles íntimos los conozco porque nuestra naturaleza es así, conocer los olores y seguirlos, al igual que la vuestra es revolcarse en esas sábanas mugrientas, una y otra vez, buscando lo que no se les ha perdido. A veces, mientras caliento mis alas en la mañana, pienso mucho sobre cómo pueden esas masas enormes de carne y grasa entremezclarse sin que se abra el infierno y nos devore a todos; pero mi abuelo decía: “cada quien hace con su culo lo quiere mija” él era una buena mosca, pero falleció a temprana edad por bañarse en una de esas bacinicas que tanto le gustaban.

Anita ya termino con Don Eusebio y su amigote, esta arreglándose para atender a su próxima víctima. Yo aun no decido de que festín darme banquete, es que ustedes los humanos son tan puercos que una no sabe en qué palo ahorcarse. Mire ese muchachito, el más divino fruto de la creación, bañadito en mierda desde hace un siglo mientras su mama hace el dinero para la comida. O la vieja que siempre le lleva la hora, está meada desde el almuerzo y nadie le presta atención. ¿Que haríamos nosotras las moscas sin las miserias humanas?

Dios fue muy consecuente con nosotras al crearlos a ustedes, ¡no hay mosca que no tenga la comida segura mientras hayan burdeles!

Ahora mi querido lector, sepa usted que ya tome una decisión, volare sin tapujos al charco de sangre que va a dejar aquel borracho; ¿Que cual charco?, vea usted bien, tal cual veo yo, Teresita es de muy mal carácter y ese truhán no traído un centavo, todo lo invirtió en la caña que se está tomando y en breves instantes se va a armar el zafarrancho. Entre golpes y arañazos, saldrá o dando tumbos o con los pies por delante. Así pues esta mosca se relame y se despide no sin antes recordarle que tarde o temprano, seas rico o seas pobre, seas blanco, negro o mulato; come bien y vive mucho, para que mi descendencia tenga carne, sudor y lágrimas de las que vivir!

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