Relato de ficcion | Serie: Ficcion Dura #1 | Utopia de un Onironauta

in #spanish6 years ago

Una utopía ideal puede diferir de individuo a individuo, dependiendo de las experiencias que hayan experimentado a través de sus vidas, por tanto es personal. Algo que Martin habrá de descubrir.

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Eran las 3 P.M de un lunes. Se escucha el tenue sonido de la lluvia golpeando la superficie del cristal de su ventana. Martin se levanta de su cama dando tumbos. En una esquina de la habitación: un reloj alarma en el suelo. Se sienta en un sofá cómodo pero de antiquísimo diseño que se encuentra en su sala de estar en mitad de su departamento. El inmueble rudimentario que lo rodea deja en evidencia que es alguien que presta poco interés a los detalles siempre y cuando el elemento en cuestión cumpla su función. Allí se encuentra Martin, entre el sueño y la vigilia; haciendo una especie de ritual personal para prepararse para el día, un trance que lo ayuda a asimilar la tormenta de mierda que acucia su alma y mente: penas que lo afrontan con la realidad que anhela poder aniquilar, culpas que lo abofetean por su incapacidad de reivindicar el flujo de los acontecimientos hasta ahora, también están las dudas, esas que nacen en el seno de la inseguridad que alberga el lugar oscuro que es su conciencia y chocan con vertiginosa velocidad en su determinación, y por último, se hallan sus argumentos; los que expone a otras personas, pero, que el encuentra poco convincentes incluso para sí mismo. Hoy es un día diferente a los demás, y de preferencia, habría deseado no haberse levantado de su cama.

Luego de un café cargado y un desayuno demasiado improvisado: dos rebanadas de pan a medio tostar y un huevo fritado semi-crudo, se arroja a la selva de concreto que se supone es Ciudad Dédalo.

Como agente de la organización anti-terroristas “lobos matutinos”, Martin es un tipo fornido; con varias destrezas que ha desarrollado con los años en su trabajo. Cuando comenzó en el oficio era solo un pichón con delirios de halcón que pretendía entender la sociedad en la que vivía. Hoy en día podría considerarse a sí mismo el halcón que pretendió ser en ese entonces, pero eso solo sería una actitud soberbia y carente de significado; tras años de jornadas laborales, había llegado a la conclusión de que en su trabajo era mejor mantener un bajo perfil, así de pragmático lo había moldeado el tiempo.

Llega a un edificio con arquitectura cilíndrica, el periódico Amanecer Nocturno. Sube en el elevador hasta el tercer piso. Ya en el lugar avanza hasta una oficina con la puerta a medio cerrar, en esta hay un cartel que reza lo siguiente: “Harry Levi - editor en jefe”. Entra y se encuentra con un hombre de cara ovalada y ojos curiosos, el mismo se encuentra frente a un ordenador, presionando fuertemente las teclas del teclado. Pasa un momento hasta que se percata de la presencia de Martin.

–Hey… ¡Martin! tiempo sin verte –dice Harry.

–Hola Harry, es bueno verte –responde Martin con tono indiferente mientras mira con el rabillo del ojo el reloj en la pared de la oficina. –Será mejor que nos movamos, sino el tráfico se pondrá pesado para llegar.

–Sí, tienes razón, supongo –replica Harry, entonces coge su abrigo. –Vamos entonces.

Más tarde ese día visitan un monumento en una plaza en las cercanías del centro de la ciudad. En la superficie lisa de la estructura honorifica hay nombres grabados. En el lugar se encuentra una gran concentración de personas.

Martin mete su mano en un bolsillo de su chaqueta, saca una caja de cigarrillos y un encendedor, toma un cigarrillo, lo enciende y da una buena calada, –hoy es ese día en el que… –pronuncia mientras expulsa el humo agachando su cabeza y entornando sus ojos; mira el frio pavimento, un instante luego dirige su mirada hacia el monumento, –mi nombre debería estar en esa piedra.

–Pienso igual, así como también el mío. Todo seria infinitamente más sencillo si ese fuera el caso –respondió Harry

Pasan unas cuantas horas y el sol ya casi se está ocultando, dando lugar a un atardecer que tiñe el cielo de anaranjado. Las estrellas más brillantes del firmamento ya se hacen visibles pintando la bóveda celeste donde la luz del astro ya era ausente.

Parece que solo quedamos tú, yo y ese par ancianos de allí –musita Harry mientras suelta un suspiro y se acerca al monumento, entorna los ojos mientras lee un nombre enlistado junto a otros en la piedra: Lisa Montanna. –Las cosas no tenían porque ser así, si tan solo no hubiera sugerido ir a ese lugar, no hubiéramos estado involucrados en ese supuesto ataque terrorista. Ella estaría con nosotros y todo sería menos miserable y grisáceo.

–De ninguna manera, no es tu culpa. Todos elegimos estar allí por cuenta propia –Martin expresa tajante mientras miraba a la pareja de ancianos, entonces continúa –Y… ya no tiene caso discutir sobre lo que pudo ser. Las cosas son como son; es algo que ella diría.

–Sí, ella se molestaría si viera que venimos anualmente a lloriquear a este lugar. De seguro preferiría que trajéramos un tablero de ajedrez y jugásemos unas partidas en su honor, como en los viejo tiempos.

Los ancianos que estaban en el lugar, hacen una reverencia a la piedra, algo budista tal vez, piensa Harry. Luego se marchan haciendo otro gesto. A Martin le parece curioso también, sin embargo, no lo suficiente para distraerlo de sus propios pensamientos.

–Ya han pasado 8 años. Tengo un sueño recurrente en el que la veo a ella sosteniéndole la mano a un niño, solo puedo imaginar que se trata del hijo que nunca llegó a tener. Resulta frustrante, nunca recuerdo como se ve su rostro en el sueño –pronuncia Martin mientras saca una foto de un bolsillo de su chaqueta, la contempla con nostalgia abrumadora. –Me pregunto cómo… como se vería ella ahora.

De seguro más gorda –aventuró Harry mientras sonreía. –Era como una hermana mayor para ambos, ¿no es así? Nuestra hermandad nunca pudo volver a ser lo mismo, como un mecanismo disfuncional al que le falta un engranaje clave. Se acomoda el abrigo y continúa, –luego de que ella nos dejó, abandonamos nuestra carrera y nos enfocamos en otras opciones influenciados por lo sucedido ese día.

Dicho eso, al pasar unos segundos, se despide con una seña con la mano; algo que solo conocen entre ellos, un remanente de los viejos y buenos tiempos.

Martin llega a su apartamento a las 7 P.M, come una suerte de alimento instantáneo de su reserva para meses, que guarda en la nevera. Se da una ducha. A las 9 P.M ya se encuentra en su cama sin nada mas por hacer, solo pensar mientras encuentra el sueño fijando la mirada en el techo de su habitación.

No pasa mucho para que la somnolienta noche lo envuelva en su abrazo. Comienza a soñar. De nuevo estaba ella allí, con el niño de nuevo junto a ella. Pero esta vez hay patrones diferentes. En ocasiones anteriores, el escenario del sueño era un espacio blanco y basto, solo un vacio inmensurable salvo por él, ella y el niño: ella mueve sus labios, está articulando palabras: habla con el niño algo… Algo sobre poder jugar con su perro, pero debe tener cuidado de no alejarse demasiado. Mientras el blanco a su alrededor se colma de pigmentos de colores que poco a poco conforman un entorno. Un mundo se había materializado ante sus sentidos.

Martin se encuentra frente a una casa, de clase media, sin muchos lujos. Ya puede respirar, y el aire ya se siente muy real. Hay cierta sustancia tangible en los elementos de este mundo recién formado, sin dudas, un sueño hiperrealista, piensa Martin tratando de convencerse de que realmente se encuentra durmiendo en su habitación y que debe tratarse de una ilusión manifestada por su subconsciente.

–Hola Martin, ¿qué haces allí parado como un rarito? Ven, para acá –expresa Lisa con un tono juguetón y ameno en su voz. Le habla desde un pequeño jardín en el patio de la casa, se encuentra regando unos lirios.

–… ¿Es tu casa? –replico Martin, luego repara en el niño que se encuentra jugando con el perro. –¿Y es ese tu hijo?

–¿A qué andas jugando? Tratas de jugarme una broma a mí, ¿en serio? –Lisa replica haciendo una mueca. –Soy inmune a cualquier cosa que intentes, te conozco demasiado. Ahora ven y juega un poco con tu ahijado, hace un tiempo que no lo haces.-

Le siguió la corriente. Después de todo, solo es un sueño, que otra cosa puede hacer, piensa. Martin juega con el niño y el perro por un largo rato. Luego Lisa les dijo que entraran a la casa.

–Hemos logrado avanzar bastante en nuestra investigación. Todo apunta a que los sueños pueden ser más que simples productos de nuestro subconsciente –dijo Lisa mientras da un sorbo a una taza de té, –es tal como tú, Harry y yo lo imaginamos en nuestros años en la universidad. De hecho fuiste tú quien me incentivó a empezar esta investigación. Así que recordaré mencionar eso en ocasión de que nos estén entregando un premio nobel o algo por el estilo.

Luego de un momento de silencio y un sorbo a su taza de café, Martin recuerda eso que le estaba mencionando su amiga, le contesta:

–Te refieres a que los sueños en verdad pueden ser proyecciones de nuestras conciencias a otras realidades… Líneas de tiempo alternativas o mundos paralelos?

–En efecto, pero todo eso que has dicho puede ser la misma cosa. Como sea, eso no nos concierne a nosotros los onirológos, el discernimiento de esos detalles se los dejamos a los físicos.

El flujo de los acontecimientos del sueño desconcierta a Martin. Las palabras de Lisa sobre las implicaciones de su investigación sobre el sueño pone en jaque su razonamiento lógico, y su compostura comienza a vacilar.

–Y si te dijera que en este mismo momento eso puede estar ocurriendo ahora –dice Martin mientras hace una mueca extraña con la boca.

–Pues… Te diría que te creo por supuesto y me maravillaría si fuera el caso –responde Lisa con una sonrisa, –pero como sabrás, en nuestras investigaciones hemos teorizado que es necesario una especie de catalizador de naturaleza indeterminada aún, para que se produzca el fenómeno; sin la presencia de este, solo sería un sueño común y corriente, un mero producto de nuestro subconsciente.

Después de eso Martin decide ir a su hogar en este mundo onírico. Logra sacarle la información del lugar a Lisa tratando de no parecer extraño.

Llega al lugar, ya no podría verse más distinto a su departamento en el otro mundo. Llama a la puerta unas dos veces, alguien contesta que va en camino y reconoce su propia voz. Comienza reconsiderar si esto en realidad es una buena idea. Al abrirse la puerta fue como verse en un espejo, en el reflejo del cristal mostrase a otra versión de él.

–¿Tú quien eres? –pregunta el Martin de ese mundo.

–Soy Martin Franz hasta donde sé… Y me imagino que tú también.

Casi inmediatamente, el Martin de ese mundo, el cual había dedicado 8 años a la investigación que llevaba en conjunto con Lisa y Harry sobre el sueño; capta la situación por pura intuición científica.

–¡Esto es grandioso…! Espera, ¿estás consciente de lo que está ocurriendo aquí?

–Sí, más o menos, digamos que tengo una idea.

–Entonces eres un onironauta y te encuentras en estado sueño lúcido. Entonces tal como pensamos dicho estado es necesario. Además debiste canalizar el catalizador mientras concebías el estado de sueño, además de otras variables necesarias en teoría. ¡Las probabilidades son ínfimas!

Luego de eso, lo hace pasar a la sala del departamento. El Martin de ese mundo aún jugaba al ajedrez habitualmente, incentivado por la habilidad de Lisa, con la cual había compartido mucho desde que se graduaron 7 años atrás y se consideraban prácticamente familia. Saca el tablero y se disponen a jugar.

–Entonces en resumen, tienes la vida que yo pude haber tenido – dice Martin mientras mueve un alfil.

–En pocas palabras, si… Ese es el caso –responde el Martin de ese mundo. –Tu conciencia ha conectado y se ha proyectado a una línea de tiempo alternativa a la que tú conoces. El cómo dispones de un cuerpo físico en este mundo a partir de tu conciencia es algo que me desconcierta, aún hay mucho camino por recorrer en la investigación.

–Tienes todo lo que siempre quise. Mi propia utopía, de la cual eres dueño. Honestamente ahora mismo siento envidia.

Transcurren unos cuantos segundos de silencio…

–Y por lo que tú me cuentas, eres un agente en una organización antiterrorista. Debes haber tenido muchos momentos de acción… –replica con vivida curiosidad el Martin de ese mundo, mueve la pieza del caballo que captura a un peón y ocupa su escaque. –A pesar de lo que dices, irónicamente, hay mucho en tu vida que yo desearía en la mía. Debes saber también como yo que antes de la universidad, conocer a Lisa y Harry; teníamos la idea en mente de unirnos al ejército o alguna fuerza especial; la adrenalina y sentir que serviríamos a un bien mayor, era algo que rivalizaba con mi afición a las ciencias.

–Desearías este estilo vida mía, ¿aún sabiendo que fue propiciado por la muerte de ella?

–No me malinterpretes. Nunca desearía tal cosa –responde el Martin de ese mundo juntando su dos manos, apretándolas entre sí, –pero confieso que este estilo de vida me llega a aburrir en ocasiones, y es algo que solo empeora con el tiempo, supongo que eso que mencionaste hace poco; una utopía: eso es algo muy subjetivo –terminando esa oración el Martin de este mundo declara jaque mate. –Tal parece que me gané a mi mismo… Nosotros los humanos, somos seres irremediablemente inconformistas. Desde la perspectiva de alguien más puedes tener una vida perfecta, pero, por otro lado, puede ser que tú mismo percibas que falta algo, siempre faltará algo…

Pasan media hora hablando trivialidades en la sala y Martin comienza sentir que este sueño se ha prolongado demasiado, probablemente se encuentra en estado de coma sobre la cama en la habitación de su departamento, piensa.

–Se me acaba de ocurrir una idea, pero tal vez te suene a una locura… No, estoy seguro que es una locura –vocifera el Martin de ese mundo.

–¿Qué cosa?

–En teoría es posible que cambiemos de lugar. Yo despertaría en tu cuerpo en tu línea de tiempo y tu solo permanecerías en esta; y me remplazarías.

–¿Estás seguro de lo que estas sugiriendo? Además, ¿es realmente posible tal cosa? –dice Martin.

–Realmente no lo sé. Pero si ambos estamos de acuerdo podemos intentarlo.

Pasan quince minutos, y entonces Martin rompe el silencio.

–¿Qué tendríamos que hacer?

–Bueno, a ver… tendría que dormir e intentar soñar recreando las mismas condiciones presentes en tu habitación en el momento en que lo hiciste. Tienes que darme todos los detalles. Si logramos esto, es posible, al menos en teoría, que me sincronice con tu subconsciente y logre descargar mi conciencia en tu cuerpo. Pero aún faltaría saber cuál es el catalizador presente en el proceso que te trajo hasta aquí.

–Creo tener idea de que es. Yo estaba sosteniendo una foto grupal, Lisa aparecía en ella. Además mientras me dormía, ocupaba mi mente imaginándome mi vida sin nunca haber estado en aquel atentado. Lo hice por un largo tiempo, creo que dos o tres horas.

–Ya veo. Eso me da idea de lo que tengo que hacer –responde el Martin de ese mundo mientras buscaba algo en las estanterías. Encuentra una foto grupal como la mencionada. Bien conseguí algo.

El Martin de ese mundo se encuentra recostado en un sofá, mientras Martin se encuentra preparando una jeringa con una solución para dormir.

–Si me inyectas eso, acelerará el proceso.

–¿Qué pasara exactamente una vez ocurra?

–No lo sé claramente. Es una suposición; creo que todas mis memorias y cosas aprendidas en esta línea de tiempo se descargaran a tu mente y conmigo pasara lo mismo una vez llegue a tu mundo.

–No puedo evitar sentir que esto es una estafa para ti.

–Tranquilo. Ya yo he compartido mucho tiempo con Lisa, y tú, por otro lado, no has tenido tal oportunidad. Desde el fondo de mi, siento que he tenido suficiente de esta forma vida, así que el contraste que es la tuya, es mi propia utopía –expresa el Martin de ese mundo mientras sonríe con exaltación. –¿Sabes lo afortunados que somos? ¿Quién más en este mundo… En el multiverso tiene una oportunidad como ésta? Además, si sigues la investigación con Lisa, pues encuentren una manera de viajar libremente a las líneas alternativas del tiempo, entonces, probablemente todos nos volvamos a encontrar y lo celebraremos jugando ajedrez.

El medicamento suministrado hace efecto y el otro Martin cae en un profundo sueño con la foto en su mano derecha. Casi al instante Martin siente una punzada en su cabeza que viene acompañada con imágenes sonidos, olores, voces, rostros, entre otras cosas… Un torrente de información llega de golpe a su cabeza, y comienza a sangrar levemente por la nariz. Luego se desmaya.

Al día siguiente se despierta en su nueva vida. Se prepara un café y unos huevos fritos con pan tostado. Ya puede sentirlo: efectivamente, se encontraba en su tierra prometida, su propia versión de utopía.

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