En los pocos años que tengo en vida he aprendido que, uno es quien elige a los amigos. Cada uno de ellos se manifiesta en una etapa, cada uno de ellos deja una huella que al tiempo es que recuerdas.

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Cada uno tarde o temprano, tomará un rumbo distinto, pero el amor reflejado en amistad verdadera, se mantiene y crece aunque los destinos fuesen diferentes.

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Compañera de curso, en la escuela secundaria. Recuerdo era 8vo grado, a la edad de 13 años. Yo, callada y solamente enfocada en las tareas que el profesor mandaba. Ella, sin buscar llamar la atención era una más en el aula.

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Recuerdo el día cuando ella ganó un Premio Fadel. Todos queríamos ver la camisa que le entregaban. Premio que se le otorgaba, a quien excelentes notas sacaba. Recuerdo haber pensado: << Quizás me haga amiga de ella >> pero yo era tan en mi mundo y ella en el suyo que era difícil dirigirnos alguna palabra.

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Realmente con ella poco trataba, yo solo hacia los trabajos con mi amigo Kenny, con quien más me la pasaba.

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Una de esas mañanas, en un taller en clases de matemáticas, ella se acerca hacia nuestros pupitres, en donde Kenny y yo hacíamos la tarea. Se dirige hacia mí y me pregunta algo, ya que no entendía lo que el profesor había explicado. Dije en mis adentros: <<La premio fadel con tantos en el salón, ¿viene a preguntarme a mí?>> Aun así, con amabilidad le respondí.

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Seré sincera, solo esto de ella en 8vo grado puedo recordar. Al siguiente año escolar, nos volveríamos a encontrar. Un año que para mí fue uno de los más fuertes que he vivido. Mi refugio era la secundaria, mi única motivación era sacar notas altas.

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Empezamos a hacer trabajos juntas. Compartíamos opiniones sobre los temas escolares. Luego comenzaron aquellas largas charlas, sobre las cosas de la vida, sueños y aspiraciones. Todo aquello que un adolescente quiere compartir con otro de corazón abierto y sincero.

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Su amistad se volvió como bálsamo en ese tiempo, para que las angustias no tuviesen tanto peso.

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Si algo admiraba y respetaba de ella era su carácter y temple. Si se proponía algo lo conseguía. Hubo tiempos en donde en su casa me quedaba, hasta el punto de ella ser como otra hermana.

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¡Y miren como es la vida!, me enteré de una noticia. Después de 4 años conociéndola, resultó ser familia mía. Prima tercera por parte de mi abuela materna. Que pequeño es el mundo, como sorprende en cada minuto.

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Pero como ocurre en muchos casos, al crecer nuestros caminos rumbos distintos tomaron.

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Hoy cumple 25 años, y la sigo recordando. Le agradezco su amistad de aquel tiempo, sin que ella supiera, fue columna, sostén e instrumento de Dios para que yo no cayera.

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Oro para que sus años sean largos aquí en la tierra, y que la presencia del Padre esté con ella. Que su corazón no se corrompa y se llene del amor que regala vida eterna. Que sus generaciones disfruten de las bendiciones y que la paz encuentre si llega a toparse con las tribulaciones.

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Si algo aprendí con ella, fue la importancia de la amistad. Como puedes cambiar la vida de alguien solo al escucharle con honestidad y sinceridad. Sin juzgar. Sin criticar.

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Aprendí que la amistad es una pequeña semilla que se siembra en el corazón del otro y que puede arreglar lo que estaba roto. Un regalo de Dios, que quien lo recibe vive una gran bendición.

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Aprendí que, con una palabra de aliento puedes levantar un alma y cambiar un destino. Estés o no estés más en la vida de aquel viejo amigo, ten por seguro que, la semilla que dejaste con amor y amistad verdadera estará constantemente creciendo en su corazón mientras siga su camino.

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Nunca guardes lo que tu corazón a alguien quieras decir. Se amig@ de quien encuentres caído.

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Cierro con una frase que mi profesor de oratoria y locución nos dio como reflexión:

Las palabras de amistad tienen poder, tienen liberación.
Nunca sabrás si en una de ellas, un alma encontrará salvación.