Historia : El Reencuentro del Amor

in #spanish7 years ago
El frío de junio en Mérida hizo que Marcela entrara corriendo y desesperada a aquel restaurante donde rápidamente le trajo muchos recuerdos. Habían pasado ya casi siete años de no pisarlo, pero no lo pudo evitar, sus pies y su corazón la llevaron rápidamente a aquel lugar cálido y acogedor.

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FUENTE


Lo bueno de aquél lugar es que en esa temporada era poco visitado, así que eso la relajaba, el no tener que saludar y sonreírle a nadie le parecía perfecto, pero no fue así. Entró él, después de más de cinco años sin verlo allí estaba él. Tantos lugares en el planeta y allí estaba él. Los corazones sencillamente se atrajeron.

Pensó que la lluvia y el estar empapada la habían vuelto loca, bajó la cabeza, tomó un sorbo de café alzó la mirada y sí, era él.

Se levantó dejó propina al mesero y quiso escapar de aquella pesadilla, pero la mirada de los dos sencillamente se cruzaron. Era Franco el que había entrado a ese restaurante.

Como un rompecabezas todo volvió a encajar en su mente. ¡No puede ser!, ¡No puede ser! Susurraba para sí misma. Se le había olvidado lo atractivo y sexy que se veía con sus jeans desgastados y una sencilla camisa blanca.

Le pareció muy extraño verlo tan sencillo, pues su vestimenta era más formal, sacos y trajes de marcas.

-Tantos lugares en el mundo y nos encontramos aquí Marcela.

-¿Me acabo de bajar del avión Franco, ni idea que frecuentaras este sitio después de tantos años?

-¿Y te vienes a refugiar tan lejos? Le dijo en tono sarcástico.

-No, al contrario, vengo a poner mi cabeza en orden.

Las familias de ambos eran socias de una gran empresa en Valencia, se conocían desde muy niños la atracción del uno por el otro era indiscutible.

-¿No te habrás confundido de lugar? Soltó una carcajada. No, respondió Marcela. Sé donde estoy.

-¿Qué te pasa, Por qué tanta preguntadera? Ya te dije que vine a despejar mi mente, algo así como unas vacaciones, pero ya veo que es difícil de tenerlas.

Marcela no le quedó más remedio que fingir cansancio con un bostezo a medias y despedirse con la frase: “Nos vemos pronto Franco”.

Al llegar al hotel donde había reservado no dejaba de recordar la fragancia tan exquisita de ese hombre tan apuesto por el cual había pasado tantos momentos de pasión y deseo. Tantos besos compartidos, tantas caricias.
¡Qué te pasa Marcela, no seas ilusa, ese hombre es tu peor sufrimiento! Seguro vino a conquistar tan lejos y sólo fue una casualidad, pero ya no más.

Marcela había pedido en recepción que no la molestarán, no quería llamadas, a menos que fuese su hermana Mariana, quien era la única que sabía donde estaba por si pasaba alguna emergencia. Pidió agua, hielo y unas pastillas para calmar la migraña.

Abrió el agua, la puso a temperatura ambiente se desnudó para relajarse en la tina. Dos golpes leves tocaron la puerta. Tomó una de las toallas para cubrirse y abrió.

Franco ¿qué haces aquí? La invadió el deseo por saltarle encima. Su mente viajó rápidamente como si ya hubiese vivido ese capítulo de su vida. Su cuerpo tembloroso y deseoso de aquél hombre que por años recorrió cada centímetro de su piel, esas manos que morían por dormir en su cintura… allí volvió en sí y se tapó más con la diminuta toalla que la cubría.

Franco se asustó un poco al ver el rostro de asombro de Marcela. Sabía que no había sido buena idea. Te Seguí para saber en cual hotel te quedabas. Y el recepcionista me dijo el número de tu habitación.

Lo siento, no quería incomodarte, al contrario. Pero no dejaba de mirarla a los ojos, y los labios que tantas veces mordisqueó y recorrió con su lengua. Ella era su droga, su deseo, se moría por quitarle la toalla y besarla desde los pies hasta la cabeza, pero no lo hizo.

Ella rápidamente se vistió en el baño y salió.

¿Me estas siguiendo?- preguntó Marcela.

-No, sólo quise caminar un poco y pensé que fue agradable que tú estuvieses aquí. Y quise aprovechar la oportunidad para verte y hablar otra vez después de tantos años. Creo que desde la última junta de directivos todo quedó muy mal, muchas cosas fuertes se dijeron ese día. Y creo que la firma de esa cláusula nos distanció definitivamente.- dijo Franco fijando la mirada en su silueta.

Pues sí, desde esa vez no nos veíamos-Replicó Marcela rápidamente, y colocándose su abrigo le dijo: ¡Qué esperamos, vamos a caminar!

La cláusula que firmaron aquellos años prohibía que entre los socios existiese algún tipo de romance, los hijos de los accionistas mayoritarios, que eran los padres de ellos habían puesto de herederos a Marcela y a Franco. Lo que los padres no se había fijado es que estos estaban enamorados desde hace rato.

El primero que firmó el documento fue Franco, Marcela tomó la misma pluma y realizó su rúbrica con odio y sintió que ese día había muerto en vida. Nadie lo notó. Copas se alzaron para sellar ese pacto que con el pasar de los años se fortalecía más y más entre sus padres.

Un día después de haberlo pensado con cabeza fría entró a la oficina de los Franco-Valenzuela y le hizo saber a su papá que no quería nada que la vinculara a la empresa, su padre no aceptó.

Franco deseaba y amaba a esa mujer, él sabía que nunca había dejado de sentirse atraído, y no sólo era por sexo, lo estremecía, lo volvía loco, lo hacía no pensar, lo descontrolaba.

Caminaron un largo rato conversando cosas superficiales sin tocar temas que fuesen a explotar como bombas o granadas, tal vez para no alejarse más después de tantos años.

Franco no aguantó más, se estaba muriendo por tocarla, por olerla, por sentirla y Marcela igual, pero no podía dar ese primer paso.

La tomó fuertemente, la sujetó de la cintura y la abrazó, ninguno de los dos dijo nada. Dos corazones latiendo a toda velocidad. Marcela se dejó llevar y deslizó sus manos y logró sentir más su pecho y sus brazos. Franco aprovechó para oler su cabello, respirar sobre ella muy despacio como si se quedase sin oxígeno. La explosión llegó al momento de unir sus labios querían comerse vivos, el ritmo variaba entre rápido, lento y suave.

Franco le costaba mantener la calma al tenerla tan cerca. Se detuvo la miró fijamente, lo que hizo que Marcela abriera los ojos rápido asustada por no saber qué estaba pasando por su mente.

Él sólo dijo: ¿“Teníamos todo para ser felices Marcela, qué nos pasó”?

CONTINUARÁ...

Sort:  

Amiga que buena historia y de las que me gustan, románticas. A mi también me gusta escribir sobre esos temas. Te felicito y muchos saludos.

Gracias amiga @maeugenia. Somos dos =) cuando escribas algo avisame para sumergirme en ese mundo tan hermoso. Un abrazo

hola maryeelis saludos buen post

Hola eleonardo, muchas gracias. Saludos =) un abrazo.

@maryelis un fuerte abrazo, me encantó esa historia de amor me dejaste picada ya quiero leer tu siguiente publicación

Gracias. Esa es la intención ja, ja, ja,ja un abrazo

Que hermosa historia de amor, me encanto espero seguir leyendote

Saludos amiga @jennifer.jimenez me alegra mucho que te hayas disfrutado esta historia de amor. ¡Que viva el amor! un abrazo =)

Quiero leer más historias así. El amor de ellos era fuerte, pícaro. Quiero leer más. Saludos amiga @maryelis

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