De las muchas aventuras que en el volcán Galeras sucedieron.

Tras escuchar las historias de los desdichados, que irían a las galeras condenados por disparejos delitos, don Quijote decide acceder a las sugerencias de Sancho Panza.
Pero antes, tienen una conversación con Rocinante para estar seguros de que el camino por donde cabalgarán es seguro, mientras Sancho Panza exclama al aire ―El retirar no es huir, ni el esperar es cordura cuando el peligro sobrepuja a la esperanza y de sabios es guardarse hoy para mañana y no aventurarse todo un día.

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Inician una nueva aventura, esta vez no por las montañas de Sierra Morena, sino por las del volcán Galeras. Cabalgan en ascenso entre pastizales y grillos cantantes. Don Quijote se topa con un tumulto viejo, sucio, trata desde su altura moverlo sin éxito alguno, si sigue así podría desparramarse sobre el suelo.

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Sancho Panza va en su ayuda con el olor a cebolla que pareciera perenne en su traje; como en tiempos pasados revisan el contenido de este maletín rosa-azul, encuentran indumentaria clara, dulces de diversos colores, una cantimplora color cielo de noche.
Esta vez no había librillo de memorias, que diera alguna pista de porque había sido abandonada ahí, se evitó la tristeza de las lóbregas cartas.

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Más adelante encuentran una laguna llena de profundidad, la reconoce, es una de las siete hijas de Ruidera, llena de lágrimas, la que Merlín después de ver llorar y llorar convirtió en laguna, no solo a ella, sino a Ruidera, las 7 hijas y las 2 nietas, incluso al escudero lo transformó en el río Guadiana, pero se secó por los días de sol.

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“De los osos seas comido
Como Favila el nombrado”

Dijo Sancho Panza, mientras el Caballero de la Mancha intentaba escalar el fruto maduro de una bromelia de páramo, lo que revelaba que era tierra de osos. Algunos duques suelen afirmar que la caza está llena de aventuras para caballeros, pero bien dice Sancho, que no tiene gracia el asesinato de un ser inocente.

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Mientras don Quijote cabalgaba escuchó un gran estruendo, la niebla no le permitía visibilidad alguna, pensó que podría ser la gente de pueblo del Rebuzno, aquellos que marchaban con armamentos para enfrentarse con otro pueblo.

―Es un bandolero gigante, lanza humo de bravura, un caballero es valiente y deberé enfrentarme sin miedo ni amargura.
Sancho Panza lo observa con recelo, con inocencia en la mirada exclama ―don Quijote, no es un malhechor, es un volcán sin erupción, huele a azufre y nos persiguen sus fumarolas. Esta batalla no la puede iniciar porque no es un contrincante normal.

Don quijote no pone atención, se lanza sin precaución y como aquella vez en los Molinos de viento queda maltrecho, no era un bandido, era un volcán andino.

Después de este acontecimiento pierde su sombrero, al parecer la gran montaña se enfadó y se lo comió.

Este es un cuento inventado, no existen tales sucesos en el libro "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" escrito por Miguel de Cervantes , sin embargo las historias aquí narradas están relacionadas con los siguientes capítulos:

• Capítulo XXIII. De lo que le aconteció al famoso don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más raras aventuras que en esta verdadera historia se cuentan

• Capítulo XXIII. De las admirables cosas que el estremado don Quijote contó que había visto en la profunda cueva de Montesinos, cuya imposibilidad y grandeza hace que se tenga esta aventura por apócrifa

• Capítulo XXXIV. Que cuenta de la noticia que se tuvo de cómo se había de desencantar la sin par Dulcinea del Toboso, que es una de las aventuras más famosas deste libro

• Capítulo XXVII. Donde se da cuenta quiénes eran maese Pedro y su mono, con el mal suceso que don Quijote tuvo en la aventura del rebuzno, que no la acabó como él quisiera y como lo tenía pensado

• Capítulo VIII. Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación

El sombrero de don Quijote en realidad no fue devorado por el volcán, él se mantuvo al margen de la obra narrada y nos permitió una única fotografía, ya que estaba escondido entre la espesa neblina y las suaves gotas de agua.