Un misterio por desvelar-Capítulo 2/2

El jardín de la casa estaba lleno de flores silvestres y maleza. Un ruido en la parte de atrás captó mi atención, así que con cuidado me dirigí hasta allá. Me quedé paralizada. Un árbol grande y un columpio meciéndose con el viento.

Recordé que en esta casa había vivido una familia y no pude evitar pensar que tal vez era el vestigio de lo que antes había sido felicidad. Se me hacía difícil creer que detrás de todo había un pasado, algo más que abandono y la triste realidad.

—Pero qué tonterías piensas, Mariana —me dije y exhalé, tratando de ignorar la presión en mi pecho—. Tú no sabes si la familia que vivió aquí fue feliz y lo sigue siendo, a lo mejor solo se mudaron a una mejor calle y una mejor casa ¿No puede ser eso nada más?

Lo cierto es que no dejaba de sentir una curiosidad indomable, pensaba que detrás de esta casa había un misterio y tenía que desvelarlo. Tal vez dentro podría encontrar cualquier cosa que me diera información de los antiguos habitantes de la vivienda, algo interesante que pudiera decirme algo más, como su paradero.

Confieso que solo buscaba excusas para entrar, pero no hacía falta ninguna porque estaba sola y nadie me diría que estaba haciendo mal, excepto yo misma, en las horas posteriores.

Como estaba en el patio decidí entrar por la puerta trasera. En el primer intento, ésta abrió y la oscuridad se fue disipando por la luz. Cuando entré en la casa, noté que el espacio era una combinación de polvo, rincones oscuros y otros invadidos por la claridad de las ventanas y huecos de las paredes.

Mis sensaciones se intensificaron, me apretaban el pecho y sentía que me faltaba el aire. Me di cuenta que en un pequeño estante había un portarretrato, y a su lado, un juguete de plástico. Limpié el fino vidrio con mis manos temblorosas y pude ver la foto oculta bajo el polvo.

Volteé bruscamente y por el marco de la puerta apareció una mujer. Se veía joven, risueña, de cabellos y ojos cafés. Traía puesto un delantal y llevaba un pastel en las manos.

Mis ojos se dilataron por la sorpresa. Pronto mi visión comenzó a oscurecerse irremediablemente y cuando comencé a perder el equilibrio, no tuve consciencia del golpe que recibí al caer al suelo.

Una familia feliz…

Él cortaba las gramas mientras hacía pausas para limpiarse el sudor que le corría por la frente. Ella le traía bebidas frías con besos ocasionales. Mientras tanto, la niña del portarretrato se columpiaba en el árbol de la parte trasera.

Una familia feliz…

Aquel día la niña juega en el jardín. La madre la llama y cuando se dispone a ir, ve los brazos que la sujetan. Se desespera y llora pero nadie la escucha porque una mano le ahoga los gritos. Y los brazos se la llevan lejos, lejos, muy lejos, y ya no puede ver a su padre, ni a su madre, ni su casa.

Los sueños y la realidad se mezclaban en mi mente, desperté en el suelo polvoriento y las lágrimas me hacían ver todo borroso. Me arrodillé y tomé el portarretrato en mis manos.

Una familia feliz…

La mujer blanca y menuda, hermosa. El hombre, alto, de bigote y piel morena. La niña pequeña, una chiquilla traviesa y risueña, de nombre…

Quiero comentar que quería hacer algo un poco distinto a las historias de las casas abandonadas que son llamadas "casas embrujadas". Si has seguido este relato, espero no haberte decepcionado con la segunda parte.