Tobby niño de 9 años al que le apasionaban los insectos, en especial las hormigas, le gustaba mucho dibujarlas y colgar sus dibujos en las paredes de su habitación. En su habitación Tobby también tenía una pequeña caja de cristal que contenía una pequeña colonia de hormigas a las que atendía como si fueran mascotas.
Una mañana Tobby encontró, en el patio de su escuela, un gran hormiguero del cual salían miles de diminutas hormigas y justo en la cima del enorme hormiguero había una hormiga muy especial, era era el doble de grande que las demás, tan brillante que parecía una gema pulida.
Tobby se acercó para observar mejor...
– ¡Eres una hormiga muy bonita! ¡Me gustaría llevarte a casa y ponerte en mi hormiguero! – Dijo el pequeño niño y entonces escucho una vocecita, sonaba tan bajo que parecía venir de lejos.
– ¡No puedo ir contigo a ningún lugar niño! – Tobby abrió los ojos y dió un paso hacia atrás en señal de sorpresa.
– ¡Tú puedes entenderme y también hablarme! ¿Cómo es posible? ¿Qué cosa eres tú? – Exclamo Tobby totalmente sorprendido y algo incrédulo.
– ¡Yo soy la reina de este hormiguero! ¡Esta es mi colonia y no puedo abandonarla, mis soldados me necesitan para que organice sus trabajos dentro y fuera del hormiguero! – respondió la hormiga con voz autoritaria.
– ¿Trabajo? ¿Cuál trabajo? ¡Las hormigas no trabajan! ¡Solo pasean en el campo y van comiendo todo lo que encuentran en su camino! ¡Son solo insectos! – dijo Tobby en tono burlón.
La hormiga al escuchar la burla del niño, sintió una gran ira, se paró en sus diminutas patas traseras y gritó – ¡Pagarás por tu atrevimiento! ¡Comprobarás por ti mismo lo que significa ser hormiga! –
Tobby sintió el suelo moverse bajo sus pies, un viento fuerte estremecía los árboles y levantaba el polvo. Desde el cielo bajó una luz brillante como un rayo. Tobby lleno de miedo quiso corre pero fue inútil, el rayo lo alcanzó antes de que pudiera dar un paso y lo sumió en profundo sueño.
– ¡Vamos soldado! ¡Es hora de trabajar! – dijo una voz ronca que sacó a Tobby de su sueño profundo. Al abrir los ojos el chico observó que esa voz provenía de una hormiga que estaba parada justo frente a él, se miró las manos y vio que habían sido reemplazadas por patas y que en lugar de dos habia seis de ellas y fue así como supo que aquel rayo lo había convertido en hormiga.
– ¿Pero que me ha sucedido? – preguntó Tobby con voz temblorosa.
– ¡La reina ha decidido darte una lección! – contestó la hormiga. – ¡Ya verás lo que es ser una hormiga! ¡Ahora muévete! ¡Hay mucho trabajo que hacer! –
Tobby se unió a la larga fila de hormigas que se disponían a salir del hormiguero y comenzó a cargar el alimento para llevarlo hasta el hormiguero, repitió el proceso una y otra vez, escuchando y acatando las órdenes de las hormigas de mayor rango. Al salir observó que todo era enorme, los arboles eran gigantescos y también el tobogán y el columpio que estaban en el patio de juegos de su escuela. Por suerte ya había sonado la campana que anunciaba el fin del recreo, ya no había niños corriendo por ahí, no quería ni imaginar lo que pasaría si algún niño llega a pisarlo.
Unas horas después la recolección había terminado. Las hormigas se disponían a comer y descansar, cuando repentinamente, lo que precia ser un fuerte terremoto, sacudió con fuerza el hormiguero y este comenzó a despedazase. Toda la colonia entro en pánico y comenzaron a salir del hormiguero. Tobby recordó que la reina estaba al fondo de hormiguero y que era muy difícil salir de allí, muchos de los túneles estaba obstruidos. Como pudo se abrió comino entre los escombros y llegó hasta la reina quien se encontraba atrapa, ella era un poco más grande que el resto y no podía salir por el túnel que Tobby había excavado para llegar.
– ¡Tobby debes irte! ¡Pronto toda la estructura del hormiguero caerá y moriremos! ¡No tiene sentido que te quedes! – dijo la hormiga reina.
– ¡Tienes razón! ¡No tiene sentido que me quede pero sí tiene sentido que te salve! ¡La colonia te necesita ahora más que nunca! – respondió Tobby mientras comenzaba a cavar.
Estas palabras dieron a la reina la energía que necesitaba y se dispuso a cavar junto en Tobby.
Al fin lograron salir, fuera del hormiguero había un caos, hormigas corriendo, desorientadas, sin saber qué hacer. Tobby vio que a un lado de hormiguero estaba la huella de un zapato, parecía enorme pero probablemente era de uno de los niños de la escuela. Se dirigió a la reina y dijo:
– ¡Creo que esto ha sido obra de un niño! –
– ¡No te preocupes Tobby, yo me encargare de que todo vuelva a la normalidad! ¡Ya has visto lo fuerte y trabajadora que es esta colonia! ¡Pronto estará todo reconstruido! ¡Gracias a que tú salvaste mi vida yo podré restaurar el orden y poner en marcha a mis soldados para reconstruir nuestro hogar! –
– ¡Pues vamos, debemos iniciar ahora mismo! – respondió Tobby muy animado. – ¡No pequeño! ¡Es tiempo de que regreses a casa! ¡Has aprendido tu lección y debes volver con tu familia! –
Tobby sintió de nuevo el viento fuerte y vio caer sobre él el mismo rayo de luz que lo había convertido en hormiga, pero esta vez al despertar estaba en casa, recostado en su cama y a su lado estaba su cajita de cristal llena de hormigas. Tobby la tomó y se dirigió al jardín, vació el contenido de la caja al pié de un gran árbol de manzanas.
– ¡No tengo derecho a tenerlas prisioneras en esta caja! ¡Ya son libres! –
Fue así como el pequeño Tobby aprendió a darle valor, no solo a las hormigas sino, a todos los animales, desde los más diminutos hasta los más grandes. Aprendió que todos los seres vivientes merecen respeto y consideración.
FIN
Buen relato.
Linda historia para mi futura bebe.
Cuando sacas el libro..? he he he
Me gusto, muy lindo tu cuento... ;)