Cadáver literario número 2.

Considero que esto es lo más fuerte que he escrito en mi corto paso por este plano terrenal, pero es la carta que más me ha gustado hasta el momento.

La delgada línea entre el amor y el odio.

Si existe algo que no pueda definir actualmente, es lo que siento en estos momentos. La difícil tarea de hacerte a un lado y ya, de que no me importes tú, ni tu pasado, ni tu futuro.

Acertar en saber cada paso que das en cada etapa, nada complicado de imaginar en esta situación.

De conocerte incluso más que a mí misma. De seguir sabiendo qué te hiere, qué te lastima, qué te duele. Tener en mis manos tan grandioso poder para destrozarte el alma. Pero de que no haya quedado otra, mas que ver mi alma destrozada.

Ojalá estuvieras un solo día en mis zapatos, o que te vieras con mis propios ojos. Quizás reirías, o incluso podrías llorar. Es incomodo para todos tener un espejo frente a ti o algo que te muestre todo lo que realmente eres.

Sin embargo, siempre estuve ahí. Y me siento estúpida, porque sé lo inteligente que soy, pero yo misma he cavado mi propia tumba. Enterrándome cada día más y más por la rabia que me causa tu ser.

Un odio difícil de explicar, puesto a que siempre he querido saberlo todo, y simplemente ya no tengo que entender nada de lo que sucede.

Pero es complicado ¿cierto? Cuando entra la melancolía, cuando te sientes solo y recuerdas todo lo que sentiste y tuviste en un momento. Objetos, canciones, acciones, comidas quizás, todo lo que te hace pensar en ese alguien tan especial.

Sé que aun sabes que estaré para ti. De que pasarán los días, meses, no sé si años, y seguiré siendo la misma idiota.

Pero sigo extrañando todas las malditas mañanas que despertaba a tu lado, verte a los ojos, abrazarte, cogerte, besarte, ir de tu lado agarrados de la mano, fumarnos un cigarrillo una tarde de lluvia, cualquier cosa juntos. Y no porque dependiera de ti emocionalmente, solo disfrutaba cada minuto así.

Te consideré la persona con los más puros sentimientos sobre la faz de la tierra, así fueras poco detallista, o todo lo que en algún momento llegué a reclamar. Ese eras tú, todo para mí. Pero que difícil verte siendo otra persona, mostrando tu otra faceta.

Te odio y te sigo amando tanto, que sinceramente no se que hacer con todo esto dentro de mí. Una mezcla del hermoso ser a quien amé tanto, con la de una persona, o ese ser con un montón de facetas, la cual me causa tanta grima y repudio.

Eventualmente dejaré de escribirte este tipo de cosas, el tiempo pasa y la gente cambia.

Y a pesar de saber eternamente que ambos la cagamos, jamás me arrepentiré de lo que pasó, pero si de lo que pasa.

Y vaya que hay que armarse de valor para afrontar esto.