Emigrar: “Lo más difícil, sigue siendo la DESPEDIDA”
Si, la despedida y creo que muchos concuerdan conmigo. Pero lo más doloroso, que también tus hijos lo hagan.
Soy venezolana y me imagino que saben el por qué tomamos esta decisión. El tener que salir del país que te vio nacer, dejar a tus familiares y meter toda una vida, sueños y esperanzas en 3 maletas es sumamente difícil.
En nuestro caso tomar un nuevo rumbo como muchos que tienen hijos, fue el de mejorar la calidad de vida y, en especial; alejarlos de los acontecimientos que se estaban viviendo en Venezuela (Las concentraciones, represiones y los abusos de parte de los uniformados) y que ellos vivieron en carne propia desde las ventanas del edificio donde vivíamos, en Base Aragua en la ciudad de Maracay – estado Aragua; uno de los epicentros de estos hechos.
LA DESPEDIDA
Qué cosa tan difícil, más aún que tus hijos sientan sentimientos encontrados y ese nudo en la garganta que te destroza el alma. Los últimos abrazos (porque uno no sabe cuando nos volveremos a encontrar) los consejos de quienes te quieren, la lloradera y los ojos aguados de tus papás, formaron parte de todo este proceso.
Los niños, aunque se veían tranquilos, los llantos una vez arriba en el bus no se hicieron esperar las preguntas no se hicieron esperar. Aunque leímos mucho de cómo podríamos prepararlos, al final la práctica es distinta.
Salir fue todo un sacrificio, lamentablemente no pudimos hacerlo por aire, si no, por tierra; debido a que las oportunidades para adquirir un boleto eran escasas o mejor dicho incansables porque los precios eran exagerados.
Nuestra travesía comenzó desde Valencia hasta San Cristóbal el pasado 26 de agosto de 2017, nos quedamos una noche para descansar y el 28 a primera hora emprendimos nuevamente el recorrido desde San Cristóbal hasta San Antonio y allí caminar y pasar el puente Simón Bolívar sellar los pasaportes y hacer nuestra respectiva fila para sellar la entrada a Colombia, donde estuvimos 5 horas aproximadamente, menos mal que nuestro vuelo Cúcuta – Bogotá salía el día 29 a las 5 de la mañana.
¿Los niños qué hicieron en ese tiempo? Pues les cuento que durante todo ese tiempo conocieron otros niños que como ellos también estaban con sus padres en la búsqueda de un mejor futuro para ellos, pero con destinos diferentes, algunos para Ecuador, otros para Chile y unos tantos a Perú. Con ellos jugaron, drenaron un poco la adrenalina, la angustia y la incertidumbre que estaba ocasionando el viaje.
Llegamos al aeropuerto ese mismo día con la intención de quedarnos ahí hasta el día siguiente, debido a como dije anteriormente el vuelo salía a primera hora, sin embargo, por la mala imagen que nuestros hermanos venezolanos han dejado en muchos lugares, no lo permitieron porque los baños eran usados como tocadores personales y el desastre que dejaban o eran normales. Pero al menos logramos comer y descansar un poco de este trayecto y cada vez era menos la distancia a nuestro destino.
Aquí mis niños esperando mientras Rafael confirmaba los pasajes, ya era las 4 am del día 29 de agosto. Sus caras de sueño y cansancio se podían notar, volamos y rodamos. De Cúcuta a Pereira y de Pereira a Manizales en bus, debido a problemas climáticos.
En Manizales sólo estuvimos 7 días, que bastaron para darnos cuenta de que esa ciudad sólo es para hacer turismo y no para crecer. Nos quedamos en un aparta-hotel, sencillo, bonito y acogedor, los niños se sintieron muy cómodos. Sin embargo, tuvimos que coger nuevamente las maletas para emprender un nuevo destino, esta vez, Pereira. Pero como ahí duramos un poco más tiempo este post será dividido en dos. Así que, esta historia continuará…
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