Pastillas Toxicas 2: Elena Villarroel

En el momento cuando se hablaba de un “ataque biológico del imperio mejmo”, Carlos Villaroel contaba con 23 años de edad. Siempre estaba ausente cuando hablaba y vivía adelantado respecto al espíritu de los tiempos. También estaba absorto entre el hospital, su carrera y su trabajo. Tenia obligaciones y responsabilidades que procuraba ser delegadas. Un chico, a quien lo confundían con el Big Pablo, sumamente enérgico, tenia una forma especial de mantener la calma y aún cuando pasaba una gran tormenta, su calma era como de la roca al frente del mar.

Una mañana a las 6 am por el pasillo a donde estaba, apareció un grupo de doctores y enfermeras que llevaban en una camilla a una chica muy enferma, donde su piel brillaba bajo las blancas luces. Ella parecía inconsciente con su respiración artificial. Le tenían conectado en su boca, una bomba manual de oxigeno. Los doctores bien sudados, corrían con ella a la sala de operaciones, unos de los pocos sitios bien esterilizados. Trauma shock era un cuarto chiquito en donde no podían atenderla y terapia intensiva estaba en el piso 5 y los ascensores lo estaban arreglando unos doctores junto con la presidenta del hospital. Por la corredera, la sonda se desprendió, lo que le valió el fastidio del personal de limpieza que estaban tomando la siesta antes del nuevo turno de trabajo. En ese momento fuera de una de las salas de cuidados intermedios, donde estaba Carlos, de pronto se escuchó una serie de pitidos que provenía de el monitor de signos vitales de su hermana: entró en taquicardia.

Mientras el personal de limpieza caminaba con una infinita pereza, hablando de la telenovela del día anterior, Carlos entró y vio que su hermana estaba sumamente tranquila, pero el monitor mostraba que su corazón daba saltos extraños en el electrocardiograma. Los demás pacientes de la sala estaban dormidos, pero la bulla de los pitos que daba el monitor de la hermana de Carlos, estos empezaron a despertarlos. Era incomodo que ellos se despertaran debido a que sufrían mucho y su único alivio era el de dormir. Salió Carlos hacia el estar de las enfermeras solo para encontrar que ninguna estaba allí. Entre tanto notó que ciertas partes del piso brillaba, como brillaba el cuerpo de la muchacha. A la lejanía se veia los de mantenimiento estirando el producto de limpieza y agarrando un coleto bien negro, para limpiar el orine regado. Entonces, al ver que ninguna enfermera estaba cerca del estar, decide buscar a una lincenciada, por lo cual decide bajar a emergencias. Cuando este baja se da cuenta que, unos camilleros le piden ayuda: querían subir urgentemente a varios policías convulsionados y con crisis. Sus informes beige, combinaban con los vómitos de los oficiales. No había tanta servilletas y cada momento emergencia se colapsaba más. Carlos, no le quedo otro remedio que ayudar a los camilleros a subir a los policías. Estaban en sillas de ruedas por lo que subir por las escaleras no se suponía un reto. Después de ello, vio a una enfermera y después de entablar una conversación con ella, pudo convencer a la licenciada y subieron a donde su hermana.

Cuando Carlos entró a la sala de cuidado intensivos, vio que su hermana necesitaba más que una enfermera: su corazón brincaba de maneras mas extrañas en el electro, su respiración era muy irregular y su piel estaba morada. Se encontraba mal y el Dr Jairo Mendoza, posiblemente estaba en emergencia. La enfermera demostrando saber para calmar la situación, revisa las intravenosas. Ella sabia mas que nadie, que no sabia que le sucedía a la chica y por su cuadro no debería estar en esa sala sino en terapia intensiva. Mientras la enfermera meditaba en la sala donde estaba, por suerte del destino entra una interna. La interna al ver el estado de la chica, pregunta a la enfermera que sucedía, en lo cual ella no puede hacer una respuesta coherente. Eso le valió que la enfermera sintiera vergüenza con respecto a los acompañantes de los pacientes que se encontraba en la sala. Cuando la interna vio a la enfermera avergonzada, con una voz de mando sacó a Carlos y a los otros dos acompañantes de la sala.

La gravedad de los pacientes en esa sala hizo a los acompañantes, incluido Carlos, desconectarse del mundo. El pasillo, estaba hecho una sala de emergencias: había personas desmayadas en el suelo, en las sillas de emergencia, en el laboratorio, en las camillas. Según un rumor, el quirofano estaba lleno. El personal de limpieza, unos lloraban, otros insultaban a los doctores. Las enfermeras parecían tiranas, mandando desocupar el corredor. Lo mas inusual fue, cuando varios policías atravesaron el pasillo, hacia quirofano. Cuando una licenciada le llego a Carlos insultándolo para que se fuera, la licenciada que estaba con su hermana salio de la UCI y llamó a Carlos que entrará.

• Su hermana esta mal. Requiere urgente una operación en la zona abdominal. Si sigue así y no la operamos, puede darle un ataque respiratorio. Usted compró lo que le se pidió - después de que Carlos diera una señal positiva, prosigue la doctora - en este momento, no podemos atender a tu hermana. Llegó unos pacientes con una sintomatologia extrañas y parece ser que es contagioso. Tenemos que darle prioridad a ellos antes que tu hermana. Te haré un oficio, para que lo lleves a otro hospital.¿esta bien?

Pasaron casi una hora, mientras Carlos estaba junto a su hermana, llegara la doctora junto con una enfermera y el oficio. En el oficio, el hospital se deslindaba de responsabilidades de la salida de la chica. Incluso decía: “Por decisión de su hermano estamos haciendo la transferencia”. Bien lejos de la realidad. Aun así, aceptó y le informó a la doctora, que se notaba extrañadamente pálida, que la ambulancia estaba afuera. La doctora ordena a la licenciada prepararla ella sola, por la falta de ciertas enfermeras, cuya una parte estaba en emergencias, otras desmayadas, unas en la biblioteca comiendo y las restantes en el mercado que quedaba cerca del hospital ya que había llegado comida a precio regulado. La licenciada Hilda, tenia que dar cara al frente de la situación.

Ya a las 8, Carlos camina con su hermana hacia la ambulancia. El era el camillero, debido a una desaparición de los mismos. Después de sortear varios pasillos, rampas, personas en consultas (se metió por otra vía debido a que no había ascensores y emergencia estaba colapsada) salio por emergencia pediátrica, como a unos 500 mts de emergencia. Al llegar la ambulancia al nuevo sitio, entre el chofer y él tuvieron que pasarla de camilla a la otra camilla (el ya había agarrado practica, por que siempre ocurría una falla de personal en el hospital ) y se monto con su hermana. La ambulancia partió a rumbo desconocido, mientras Carlos empezó a ver mejoría en el estado de salud de su hermana. El se sentía cansado, de todo lo que había pasado.

El chófer duró mas o menos 45 minutos, de ir a un hospital al otro. Si no hubiese tanto trafico, hubiese sido menos de 10 minutos. Cuando este llego y los camilleros de aquel otro hospital abrieron la ambulancia, Carlos y Elena Villaroel, tenían la piel morada y ellos ya no respiraban. Ellos habían muerto en el trayecto. Carlos abrazó a su hermana y se quedo allí, durmiendo en la eternidad. Los camilleros, revisaron los signos vitales de cada uno, para darse cuenta de que los cuerpos estaban inertes. Cuando sacaron los cuerpos, el camillero se empezó a sentir mal, el chofer estaba en un baño de emergencia vomitando y el doctor que estaba distraído viendo la Televisión, se da cuenta por cadena Nacional, que estaban al frente de un virus que estaba diezmando a la población.

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