3er Concurso de escritores del Proyecto Milkbox - Amigas para Siempre

Karla es una hermosa niña de 12 años, su padre es un importante empresario en la industria textil y sus ocupaciones lo obligan a mudarse constantemente de ciudad. Esta vez se dirigen a Chicago, la empresa les había alquilado una casa en un bonito vecindario con excelentes escuelas.

Mientras Karla ayudaba a su familia a bajar las cosas de la mudanza pudo ver a lo lejos una niña con un bonito sombrero que la saludaba al otro lado de la calle, la niña se acercó y se presentó como Sofía su vecina. Al poco tiempo se hicieron amigas inseparables, Karla era una niña muy introvertida y tímida, Sofía era muy independiente y vivaz, su mamá era madre soltera y desde que tenía 8 años ella debía cuidar de sí misma.

Las dos amigas asistían al mismo colegio, todos los días caminaban hasta allí mientras conversaban muy alegremente. Una mañana camino al colegio una furgoneta negra se para a su lado y dos hombres las obligan a subir a la parte de atrás, nadie ve lo ocurrido y las niñas son llevadas a un sótano muy lúgubre.

-¡Auxilio, por favor ayúdennos! - gritan las niñas -Ayuda por favor....

-Nadie nos escucha Karla, no grites más.

-Tengo miedo -, responde Karla entre sollozos.

-Yo también, pero debemos ser fuertes y esperar, estoy segura que cuando nuestros padres se enteren que no llegamos al colegio nos van buscar.

-Pero, ¿cómo nos van a encontrar? -, pregunta Karla.

-Seguro van a llamar al policía y ellos van a encontrarnos, sólo es cuestión de tiempo.

El sótano estaba muy frío y Karla no dejaba de llorar, mientras Sofía la consolaba y pensaba como pedir ayuda. De repente recordó que su mamá le había entregado su celular, ella lo apagó y lo guardó en su mochila en un compartimiento secreto para que nadie pudiera robarlo, tal vez los secuestradores no se habían percatado del escondite y seguía allí. Rápidamente tomó su mochila y buscó en el compartimiento secreto y allí estaba su celular.

-Karla tengo un celular -, murmura Sofía mientras le muestra el pequeño aparato a su amiga.

-Pidamos ayuda. Sofía, marca el número de papá, rápido, antes que vengan los secuestradores.

-Vigila que no venga nadie... Dame el número.

Sofía se mueve por el sótano tratando de encontrar señal en el celular, se posiciona en una esquina y marca el número que le dio Karla. Una voz masculina responde del otro lado de la línea.

-Aló.

-Soy Sofía. Ayúdennos...

La llamada es interrumpida por uno de los secuestradores quién le quita el teléfono y la lanza contra la pared. Karla se arma de valor y decide ayudar a su amiga, se lanza sobre el secuestrador dándole puñetazos, pero los golpes de una pequeña niña no hacían mella en su cuerpo. El secuestrador la golpea y la lanza al piso, posteriormente sale del sótano y cierra la puerta tras él.

-¿Estás bien, Karla? -, pregunta Sofía.

-Sí, y tú ¿cómo estás? Estás sangrando Sofía, toma límpiate con mi pañuelo.

-¿Qué vamos hacer ahora? -, pregunta Karla.

-No sé, sólo nos queda esperar a que nos rescaten.

-Recuerdas aquel chico guapo de ojos verdes en el colegio, me dijo que le gustabas -, dice Sofía. Necesitaba calmar a karla y buscaba una manera de distraerla de la situación que estaban viviendo.

-Sí, lo recuerdo, es muy guapo pero nunca se me ha acercado a hablar.

-Cuando salgamos de aquí te lo presento, lo conozco desde el preescolar y está muy interesado en ti -, le dice Sofía sonriendo.

La charla se prolonga por varias horas, y las niñas se quedan dormidas. Su sueño es interumpido por fuertes ruidos que provienen de afuera, la puerta se abre y hombres uniformados las sacan cargadas del sitio. Son rescatadas gracias a esa llamada hecha con el celular que apenas duró segundos, la policia pudo rastrearla y dar con el sitio del secuestro.

Luego de varios días, las niñas ya recuperadas del trauma vivido se reúnen en una bonita cena ofrecida por los padres de Karla, al verse se abrazan fuertemente, juntas habían pasado momentos muy difíciles que sellarían su amistad.

-Me alegra verte, Karla -, dice Sofía.

-A mí también amiga, recuerdas que te dije que te iba a presentar a ese guapo chico del colegio, quedamos en comer todos helados mañana.

-Claro, nos vemos mañana -, responde Karla. Las niñas sonríen a carcajadas, conscientes de su travesura.

Con el tiempo las niñas ya convertidas en hermosas mujeres escuchan del proyecto Milkbox, que ayuda al rescate de personas desaparecidas en cualquier lugar del mundo y se hacen activistas. Pensar que nunca hubieran sido encontradas era algo muy difícil para ellas, vivir alejadas de sus familias era imposible de imaginar.

Las chicas deseaban contribuir al reencuentro de familias cuyos seres queridos estuvieran desaparecidos. Ellas en los momentos difíciles se apoyaron una a la otra, pero en la calle habían personas solas y desamparadas que deseaban ser encontradas.

La amistad de Karla y Sofía se consolidó con los años, se casaron y tuvieron hijos, que aunque no eran familia siempre se trataron como primos. La sangre nos la unía como familia, pero sí su inquebrantable amistad.