La mudanza

in #spanish6 years ago

glass-work-3770982_960_720.jpg

Fuente

La espera en el restaurante chino de la estación fue amenizada por la familia que protagonizaba la extraña mudanza en un camión de esos de alquiler, la madre con ropa de Spañolo o alguna puta marca de esas, comandaba las operaciones dentro de las tripas del camión, a sus dos hijas y dos operarios, el padre por lo que supe después, preparaba muebles en casa. Botas altas de caña, pantalón color carne ceñido tan ceñido como puede ir una pija del tres al cuarto, culo inexistente, chalequito acolchado, le faltaba la fusta, el gesto de disgusto y urgencia, grabado en la cara que empezaba a reclamar un arreglo más allá de las capas maquillantes.

Sus hijas, una gordita, informal, con vaqueros anchos y altos, zapas blancas y jersey sin más transcendencia, se la notaba harta del trajín de subir y bajar, deseosa de comer(era la hora propia) hacía calor creciente y un viento que de haber sido verano, hubiese sido de terral. La otra hija, más pequeña, un clon de su madre, con unos leggins bien remetidos hasta arriba, encantada de ayudar a los operarios, no perdía ocasión, daba ternura ver tanta precocidad y deseo en sus escasos años de púber.

Las bebidas, los platos, la comida, iba transcurriendo, la madre impertérrita, como capitán que guía un mermado ejército, no mermaba de poner pegas a todo y a todos, la figura del padre fue requerida en innumerables ocasiones. Los muebles, no se si eran buenos, no parecían pesados, de aspecto eran de maderas oscuras y diseños como antiguos, tocadores y esas cosas con patas rococós de familias bien.

El padre, no tardó en hacer acto de aparición, iba custodiado de los dos mozos, las hijas aprovecharon una para sentarse, y la otra para arremeterse más el pantalón elástico y acicalarse el pelo, sentí tristeza por esa familia. El padre, media melena, pantalón levys ancho de quien prefiere estar cómodo, jersey de Adolfo Dominguez, de esos colores indeterminados que sólo usa la gente de oficina y una medio melena creciente con gruesas capas de gomina, desde mi ubicación podía oler su poderío rancio y patriarcal, me forcé a dejarles de prestar atención, era una escena vomitiva.

people-2606316_960_720.jpg

Fuente

Dos chicos, jóvenes pero no tanto como ellos se creían con pulseritas del Wau Festival, modernos con su barbita que yo creo que ya está hasta demodé la cosa, hablando muy onomatopéyicamente, muy excitados, muy endogámicos dentro de un profundo egocentrismo. Mi mirada, fue gelida, me causa mucha molestia la gente que no respeta el placer de los demás, gritar en los restaurantes, es como gritar en los cines un acto maleducado de irresponsabilidad y mala educación que justifica una respuesta violenta por quebrar ese momento de comunión que es , como es el caso, tomar un almuerzo asiático al sol. No volví a oirlos gritar, comieron pausadamente, se tocaban, había algo pendiente en estos no tan jóvenes, presos de la indecisión marcada por su sello generacional.

girl-959115_960_720.jpg

Fuente

Llegó una parejita jóven y con ese marchamo generacional pero no impostado como el de los dos sayones de la mesa colindante, el tenía aire de cantante famoso pero no excesivamente conocido, ella, una juventud exultante no necesitada de mostrar carne. Los observé mientras deslizaba hacia mi boca lentamente los trozos de mapo tufu, deliciosamente picantes, eran bellos sin ser excesivamente guapos, tenían ese toque animal y arrogancia que hace que las personas, tengan más prestancia.

Pidieron una serie de platos, agua para ella, coca cola zero para él, mataría por su mata de pelo, ella encendió un cigarrillo liado de esos que se van viendo menos, al calor de la incipiente recuperación económica, eso me hizo concentrarme en su centro de poder, su boca, su boca, era carnal, excesiva, un prodigio de carnalidad dentro de un contexto en el que desentonaba y a la misma vez, le daba ese aire exótico que la hacía tan atractiva, vehemente embriagadora.

Comían con palillos, despreocupados, como si lo llevaran en su programación genética, ella, esbozaba frecuentemente mohines de disgusto que no hacían si no realzar la insoslayable belleza de sus boca, sentí una inconfesada envidia, la única cosa que no he podido hacer ni tendré en mi vida, es haber sido una desmadejada lolita con un conocimiento enciclopédico de las cosas que dan sentido a la vida.

Coin Marketplace

STEEM 0.19
TRX 0.14
JST 0.030
BTC 60115.50
ETH 3192.77
USDT 1.00
SBD 2.45