18012019

Despertar en la noche por un pico de hambre, esta vez no ha hecho falta ningún mal sueño recurrente sobre los temas manidos que me hacen incorporarme en plena vigilia, simplemente ha sido el hambre. Como acosté pronto, he desistido de intentar dormir de nuevo, es absurdo forzar los tiempos, mi cuerpo para esas cosas es una máquina pesada, pero bien programada, duermo en función del ejercicio hecho(que ayer anduve bastante, la verdad sea dicha), pero tuve una siesta reparadora y una tarde gratificante, así que en estos despertares de maitines, dan para un café, una manzana, lectura de prensa, ordenar ideas y finalmente, escribir.

La mañana, fue provechosa, tuve que ir, a por facturas a una clienta que languidece en un barrio que sufre un problema contrario a la gentrificación, es Miraflores de los Angeles, uno de los barrios tradicionales de Málaga y malagueños que precisamente por su endogamia sufre un envejecimiento de su población que ni compra ni produce, simplemente malvive en una de las zonas más densamente pobladas de Europa, a espaldas al monte y lejos del mar, no es más que una inmensa colmena en la que sólo tiene éxito el cubrir las necesidades más básicas alimenticias.

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La cliente, me cuenta sus atribulaciones, no vive el comercio su mejor momento si señor, la entiendo perfectamente, he pasado por tesituras similares hace ocho años largos, se la desesperación de las horas perdidas y los menguantes ingresos que no llegan ni para comer en casa ajena. Ha habido un momento chusco, de esos que justifican en si el viaje.(Hablamos de cuarenta minutos andando desde casa a buen paso)

La puerta se abre, entra una persona de mediana edad y de voz rasgada, como pasada por mil filtros de tabaco rubio, no me giro para ver su cara, intento concentrarme a lo que he ido y no entrar en dinámicas que me alejen del propósito de dar una buena muerte al languidecente negocio.

• Chica: Hija va a haber que meterse a puta
• Clienta: Si o que, tan mala está la cosa?
• Chica: Ya te digo hija, aquí ando, repartiendo la publicidad de esto que no se ni que puñetas es...
  -Yo: (Miro el papel, es la publicidad de una nueva cafetería con su catálogo clásico)
  -Clienta:(Calla y sonríe )
  -Chica: Entre la psoriasis, los dolores que tengo, todo el día en la calle por la mierda que pagan y cuando pagan, "pa eso" me meto a puta cobro y encima lo disfruto...mira tu, te puedes meter a puta cara de esas que cobran lo que quieren, mira sacas mil euros y hala!
• Clienta: No no...y calla, yo no haría eso...

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La chica, no parecía estar ni medio bien, pero de esas que se refocila en su propia locura, siguió con una especie de teatrillo con una letra de esas que se usa de decoración que había en el mostrador, "mira la M, como el nombre de mi abuela" le dijo que la quería en dos colores, y con brilli brilli, mi clienta le respondía monosílabicamente y mirándola fijamente, como esperando algo brusco e inesperado.

Al irse ya al fin de la tienda, la clienta, me confesó que eso es un diario en la tienda, que es lo que le ha empujado en su decisión de cerrar, dice que se ha ido colmando y colmando de esas pequeñas taras diarias y el regateo constante de hasta el último céntimo del producto. Me he ido con una desasosegante sensación de lo animalmente estúpido del proceder humano.