12112018
Una señora, bebe café en una taza grande en el interior de un bar solitario, enfrente colocada cuidadosamente, su chaqueta con cuello de pelo, frente a la silla vacía, un batido de vainilla y un vaso. Me ha dado por pensar en la ráfaga de segundo que ha sido mi tránsito por el exterior del bar que sigue pidiéndolo en memoria de un marido, un familiar o una amiga ausente. Me imagino el ritual diario, menos los domingos que son de misa y recogimiento y el camarero guardándole siempre la misma mesa y cobrándole a regañadientes de vez en cuando el batido.
Pasada rápidas por los supermercados, han sido totalmente invadidos ya por el espíritu navideño, ni rastro de ofertas en carnes como siempre voy buscando, sólo la sobreexposición a turrones, mantecados, bombones y diversas carnes rellenas con y salsa de, definitivamente se podrá contar pocos con ellos hasta bien pasada la resaca de la navidad y los reyes en Enero. El guardia de seguridad, me vigila con descaro desde la esquina inversa, se ve que mi indumentaria de pantalón corto, camiseta con mis andares rápidos nada acordes con mi altura y edad, me hace candidato y sospechoso, tranquilo, sólo quiero tu pollo de corral y pagando.
He colocado las luces leds de nuevo en el baño, las anteriores, un desastre, no han durado nada, apenas seis meses para los años que presuponía de felicidad lumínica como así anunciaba el envoltorio, que contenía el sustituido consumible. Mi cuarto de baño ha ido asemejándose a un baño tercermundista por momentos, a la rotura parcial de la cisterna(pierde agua y me hacía falta la llave de corte para el paso del agua) se sumó la súbita pérdida de potencia de las bombillas por una subida o bajada brusca de tensión, me pilló en pleno acto evacuatorio y no puedo decir más que fueron perdiendo con los días lustres, después se fundió una y posteriormente en mi ausencia, la otra, eso sumado a una fuga de agua en la tubería de suministro de la casa que me obliga a frecuentes cortes por no anegar las casas de los vecinos, me hizo sumirme en una tristeza tercermundista que me ha impulsado con fuerza en este lunes sosegado y con resultados.
La vuelta de las vacaciones, fue un desastre, una tormenta de problemas se me abalanzó y tenía las defensas bajas como no podía ser de otra forma después de días de recogimiento, naturaleza y estar con la familia, la semana pasada, la sobrellevé como pude, este fin de semana, me he podido desquitar en Granada, nada como una buena sesión de vinos y risas para evaporar los fantasmas que se esconden detrás de los problemas. No es más que ir con paciencia de picapedrero, resolviendo poco a poco hasta que divises una vasta llanura donde antes solo veías dudas y sombras.
