Carmelina era una niña muy soñadora, todas las noches iba al bosque a hablar con la luna, le contaba de su convivir en la tierra y sobre su deseo más ansiado ser otra luna.

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Ella, conversaba a su mamá que quería ser como la luna, irse al firmamento y ser otra luna. Su mamá le decía que eso no podía ser posible, la luna estaba muy lejos y jamás la alcanzaría. Pero Carmelina insistía e insistía y todas las noches se iba al bosque a platicar con su amiga.

La luna sintió pena por la niña y un día decidió darle un paseo para hacerle ver que no podía vivir con ella y ser otra luna. La llevó hasta el cielo y carmelina estaba contenta de cómo veía la tierra desde lo alto: tan majestuosa, tan hermosa, irradiando orgullo por todo lo que nos brindaba a los seres que vivimos en ella y a sus alrededores.

Pasaron los días y la niña comenzó añorar su casa, a su mamá. Se puso triste, la luna le dijo -nunca pretendas ser como los demás, sé tú misma. Tu mamá es lo más importante para ti y es con ella con quien tú serás siempre feliz. – Yo soy feliz aquí, en el cielo, entre las nubes, no podría serlo allá abajo contigo. Lo más importante para ti es tu familia, tu mamá, tus hermanos. Mi familia, le dijo la luna, son las nubes, las estrellas, el firmamento-.

La luna bajó a Carmelina, se despidió de ella y le prometió verla siempre en el bosque para hablar. Carmelina le contó a su mamá la anécdota que vivió en el viaje con la luna y le juró entre lágrimas que nunca más se separaría de ella.

Carmelina siempre va al bosque a encontrarse con su fiel y gran amiga la luna y pasan largas horas conversando de diversos temas.

Fuente

Moraleja: “Se tú mismo, no copies al otro”