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El siguiente relato es contado por Doña Olga Del Valle León, quien actualmente cuenta con 72 años de edad y es Bisnieta de Doña Bartola Dystran, mujer orgullosa, prepotente, fría, calculadora, manipuladora, además de hermosa; también debo decir que esta es solo una pequeña parte de su historia.

La siguiente parte de la historia se supo muchos años después, luego que Jesús Rafael cumpliera su mayoría de edad y perseguido por las sombras de ese aterrador recuerdo, se dedicó en cuerpo y alma a investigar cómo fue la muerte de su madre, para luego así ser contada por el propio hijo de Gabina. A su vez éste se la fue contando a todos sus descendientes, hijos que por la cuenta del mismo Jesús Rafael eran más de 30 en diferentes mujeres (pero eso es otra historia).

Para Bartola nunca fue suficiente todo el daño que hizo estando libre, incluso dentro de la cárcel, se supieron de abusos que cometió hacia las reclusas, todo esto ayudado por los carceleros, que encantados con su belleza, hacían lo que ellas le pidiera.

Cuenta la historia, esto nunca se verificó, que había un guardia o carcelero y del cual tampoco se supo nunca su nombre que era el preferido de Doña Bartola, a éste no le importaba que ella estuviera sexualmente con otros guardias, mientras lo complaciera a él, lo demás no importaba; pero eso fue solo al principio, ya que éste pobre hombre cada día se enamoraba más y más de la mujer, ya no era amor, era obsesión, llegando al punto de matar por ella y así fue; en una ocasión a una reclusa, en varias ocasiones a compañeros de trabajo, solo por celos, pero, hubo uno de esos actos de maldad de Doña Bartola que puso fin a ese amor tan ciego que sentía.

Luego de tantos años de ese “supuesto” amor y de tener tantas relaciones sexuales dentro de la cárcel, quedó embarazada, no uno sino en tres ocasiones, las primeras dos veces pedía al bebé, tal vez de manera voluntaria, o tal vez involuntaria, eso nunca se supo, pero ya en la cuarta ocasión, el pobre hombre le pidió que se cuidara, para que el embarazo llegara a feliz término; ella, para poder así manipularlo mejor, aceptó.

El bebé nació sanito y le puso el nombre que ella siempre había querido, Alejandro, a pesar que muy en el fondo no sentía ningún sentimiento especial por ese bebé, por el simple hecho de haber nacido en la cárcel.

El guardia se llevó al bebé y lo crio lo mejor que pudo por su cuenta, siempre trató de contarte todos los progresos a Bartola, pero ella se mostraba muy indiferente. Así pasaron los años, el guardia de la prisión dejó de trabajar en el lugar, pero igualmente seguía visitándola y contándole las aventuras y desventuras de su hijo.

Cuando el niño ya contaba con 12 años, el pobre exguardia se le ocurrió contarle que al “ya no tan niño” tenía tendencias extrañas, ella muy molesta preguntó: - ¿cómo es eso “extraño”?, explícate mejor hombre, siempre fuiste un poca cosa que nunca sirvió para nada, ahora me vienes a decir que ese hijo tuyo es extraño -, el sin casi saber que decir, dijo la verdad: - es que el niño parece homosexual -, bastó y sobró para Bartola para que le ordenara que se deshiciera de él, es decir, que lo matara, porque eso no era gente, era un monstruo que no tenía derecho a vivir.

El guardia se quedó sin palabras, completamente mudo, se levantó, se dio la vuelta y nunca más volvió a ese lugar y nunca más supo nada sobre esa horrible mujer. Nunca se supo que pasó, que fue de la vida del hombre y del pequeño Alejandro.

De Bartola Dystran se supo que pagó condena por 30 años. Al salir contaba con 70 años de edad y murió a los 85 años, 6 meses después que su hijo Jesús Ramón falleciera.