PARA LEER LA PRIMERA PARTE:

PARA LEER LA SEGUNDA PARTE:

El siguiente relato es de principios de 1.900; el mismo es contado por Doña Olga Del Valle León, quien actualmente cuenta con 72 años de edad y es Bisnieta de Doña Bartola Dystran, mujer orgullosa, prepotente, fría, calculadora, manipuladora, además de hermosa; también debo decir que esta es solo una pequeña parte de su historia.

Pronto, cuando menos lo pensaron, Gabina y Jesús Ramón ya esperaban a su primer bebé. En vista de todo lo que la pobre mujer escuchaba sobre las maldades y atrocidades que hacía su suegra, le pidió, suplicó a su marido que se mudaran a otro lugar, pero, Jesús Ramón le temía más a su madre que el propio amor que sentía por Gabina.

Fueron meses de zozobra pensar que Doña Bartola pudiera atentar contra su vida y la de su bebé, pero lo que ella no sabía era que madre e hijo tenían un trato. Jesús le dijo a su madre: NO LE HAGAS NADA A MI MUJER Y YO HARÉ TODO LO QUE ME PIDAS. Y así Jesús y Gabina fueron llevando su vida de casados lo mejor que se pudieron. Ella, cruzándose lo menos posible en el camino de Doña Bartola y él, sumiso y esclavo tras las faldas de su madre.

Al nacer éste bebé, le llamaron Jesús Rafael, Bartola en medio de una furia con su hijo por no permitir que le colocaran el nombre que ella quería, decidió irse un tiempo de viaje y así evitar cualquier contratiempo con su único hijo.

Por casi 10 años Jesús Ramón y Gabina tuvieron sus vidas felices, poco sabían de las andanzas de Doña Bartola mientras estuvo fuera del país, pero al volver, el cuento de hadas llegó a su fin.

En estos 10 años Jesús Ramón y Gabina tuvieron tres hijos más: Julio, Del Valle e Isabel y otro que venía en camino.

Doña Bartola volvió con más odio, rabia, prepotencia, ínfulas de superioridad y sobre todo, aborrecimiento hacia la esposa de su único hijo. Los únicos pensamientos de Bartola hacia Gabina eran: “O estás conmigo o estas en mi contra”.

Los meses que le quedaban de embarazo, Bartola trató en lo posible de ignorarla, las pocas veces que se topaban, Gabina solo bajaba la cabeza y respondía con un sí o no a lo que su suegra le dijera, pero por dentro estaba enfurecida con rabia y desprecio, porque en el mismo instante de su llegada, Jesús Ramón, su esposo, cambió radicalmente su comportamiento, tanto con ella como con todos los demás.

Llegó el nuevo bebé, entre ambos decidieron ponerle Ramón, este fue otro duro golpe para Bartola, porque sentía que Gabina la retaba al no ponerle el nombre que ella quería, Alejandro, como su difunto padre; pero lo que Bartola pensaba era cierto, no quería ponerle ningún nombre que viniera de una mujer tan mala y cruel.

Así pues Bartola inició su maquiavélico plan de “estas o no conmigo” hacia Gabina.