_{Carmen Zoraida}

Era domingo, como hoy; el día transcurrió normal, sin “presentimientos” porque iba a pasar algo, estaría mintiendo si lo digo.

Pero algo si pasó; escuché que mi teléfono sonaba, lo escuchaba, pero no lo encontraba. Desde hace muchos años odio las llamadas un domingo a media tarde. Definitivamente no son normales, si alguien te va a llamar para pedirte un favor, o para saludarte, lo hace temprano.

Por fin encontré el teléfono, la llamada ya se había cortado. Me lo quedé viendo, leyendo la hora y el remitente: domingo 28/09/2019 – 4:47 pm. Prima Zoar.

Mi corazón se aceleró en dos segundos, pensé tantas cosas en tan poco tiempo: ¿por qué Zoar me va a llamar un domingo y en la tarde?, ¿si necesitaran algo para mi tía me llamarían más temprano?; y es que los domingos están tan ocupados en la iglesia, además, ellas no son de las que llaman “solo para saludar”.

Pasado los dos segundos le di a remarcar y tratando de disimular mi temor dije lo más tranquilamente posible: “¡que más Zoar, ¿cómo está todo por allá?, dime, ¿en qué te puedo ayudar?, ¿cómo sigue mi tía?.

No hubo segundos de espera, ella respondió inmediatamente, mis temores estaban muy bien infundados: “¡qué más prima, te estaba llamando para avisarte que mi mamá acaba de morir!”

Y se hizo el silencia, no sé cuántos segundos pasaron, Zoar me tuvo que sacar de mi asombro: “- ¡aló prima, ¿estás allí?, - si, si, aquí estoy… ¡y ahora, ¿qué voy a hacer?, - bueno prima, ahora está en un lugar mejor, dejó de sufrir.”

Han pasado 364 días, ya que mañana 28 se cumplirá el año completo de su partida, y no pasado un día en que no la piense. A veces la recuerdo todo el día, sobre todo los 28 de cada mes, otras veces, solo unos pocos segundos de tiempo, por cualquier mínimo detalle que haga, pero siempre está en mi mente y en mi corazón.

Sé que Yo solo era su sobrina, pero ella para mí era como mi segunda madre; así siempre me lo hizo sentir, y es que debo decirle segunda madre, para no irrespetar a mi mamá, pero, en muchísimas ocasiones, su papel en mi vida era más que una tía, e incluso el de una mamá, ella era mi amiga y confidente.

Cada vez que me pasaba algo, tanto bueno, como malo, a quién primero acudía era a ella. Siempre con sus consejos, cosa que mi verdadera mamá nunca ha hecho, tampoco es que mi mamá sea mala, pero, ella era ese pilar que siempre me sostenía y fortalecía.